En un amplio trabajo publicado hoy, la revista británica alerta que el trabajo de Gobierno y sociedad civil para recuperar la paz en Juárez podría irse a la basura. También advierte que “en gran parte del país, los fundamentos del Estado de Derecho, una fuerza policial eficaz y una capacidad para procesar crímenes siguen desaparecidos.
Ciudad de México, 27 de octubre (SinEmbargo).– Enrique Peña Nieto intentó hacer a un lado los temas de violencia apenas llegó a la Presidencia, pero se ha perdido la seguridad en gran parte del país, en donde “los fundamentos del Estado de Derecho, una fuerza policial eficaz y una capacidad para procesar crímenes siguen desaparecidos”, dice en su edición de hoy la influyente revista The Economist.
El trabajo de la publicación inglesa se centra en Ciudad Juárez, Chihuahua, en donde ha crecido la inseguridad en las últimas semanas. Advierte que el trabajo de Gobierno y sociedad civil para recuperar la paz en esa ciudad fronteriza se podría ir a la basura.
En el texto The Economist empieza narrando cómo en Puerto de la Paz, un asentamiento de casas y chozas en los suburbios de Ciudad Juárez, un nuevo centro comunitario de tres plantas y dispone de taekwondo, futbol de sala y cinco clases en la cocina y tratamientos de belleza. “Es uno de los 49 centros de este tipo en las zonas más pobres de esta ciudad industrial en expansión apretada contra la frontera de México con Texas”. La intención es ofrecer alternativas a los jóvenes frente a las que ofrece el crimen organizado. “Es un signo de cambio en un lugar que se conocía como ‘la ciudad más peligrosa del mundo’”.
Hay otros cambios, agrega. Los restaurantes y bares están llenos. “Hay partes de la ciudad que están abarrotadas de vida nocturna, donde hace unos años no se habría visto un alma”, le dijo a la revista británica Nohemí Almada, abogada juarense y activista. “La economía local está en auge. Las fábricas que recubren las carreteras urbanas de Juárez, que hacen de todo, desde piezas de automóviles a turbinas eólicas, despliegan signos de ofertas de empleo”.
El amplio trabajo de la revista británica recuerda que entre 2008 y 2011, Juárez descendió a los infiernos. “Se sentía la reacción en cadena de los efectos de la ofensiva contra las mafias de las drogas, lanzadas por el entonces Presidente de México, Felipe Calderón». “Aquí, la guerra contra las drogas fue una masacre”, agregó Nohemí Almada. “Hemos crecido acostumbrados a ver cadáveres masacrados en la calle”.
Una ciudad de 1.4 millones de personas, dice The Economist, sufrió más de 300 asesinatos al mes. Extorsión, secuestro y robo de autos se convirtieron en endémicos. La cresta de la violencia llegó en enero de 2010, cuando hombres armados mataron a 15 estudiantes en una fiesta de cumpleaños. “Un escarmentado Calderón fue a Juárez y prometió ayuda”.
La publicación británica dice que “hoy en día la ciudad se promociona como una historia de éxito. Los homicidios cayeron abruptamente, a 311 en todo 2015”.
Este cambio de tendencia, de acuerdo con la publicación, se debió a tres factores.
En primer lugar, el Gobierno federal invirtió dinero en la ciudad. Una parte se fue a centros comunitarios, parques y centros deportivos. “Otro trozo transformó la policía local, cuyos agentes están ahora mejor educados, entrenados y pagados, según un funcionario local. El gobierno del estado de Chihuahua ha creado un grupo de trabajo con detectives y fiscales”.
“El segundo factor fue la movilización comunitaria. Representantes de asociaciones empresariales y profesionales formaron una mesa redonda en 2010, que sigue cumpliendo. Se han elaborado los indicadores de seguridad y mantienen presión sobre las autoridades para que cumplan con objetivos, presionándolos para coordinarse estrechamente, dice Arturo Valenzuela, un cirujano y miembro del grupo”.
El tercer factor tiene poco que ver con el Gobierno. “La violencia en Juárez aumentó cuando los rivales se enfrentaron al Cártel de Sinaloa por el control de la ciudad, una importante ruta de exportación de drogas. Cada lado hizo alianzas con bandas juveniles y elementos de las fuerzas de seguridad. Sinaloa apareció para ganar, poniendo fin a la guerra”.
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The Economist dice que Enrique Peña Nieto “ha continuado el esfuerzo en Juárez, pero sólo se ha tratado, de manera irregular, de reproducir este éxito en otros lugares. Después de que inicialmente minimizó los problemas de seguridad, Peña se enfrenta ahora a una creciente alarma entre los mexicanos, a quienes les preocupa que la mitad de una docena de estados del país se han vuelto ingobernables a causa de la delincuencia organizada, la corrupción y los conflictos sociales. Estas preocupaciones llevaron a Peña a reemplazar a la Procuradora General de la República, Alery Gómez, esta semana”.
“Después de caer durante los primeros dos años y medio de la Presidencia de Peña, la tasa de homicidios a nivel nacional ha aumentado considerablemente este año. Las empresas se quejan del costo de la extorsión y del robo en carreteras. Debido a la debilidad de las fuerzas del Gobierno, vigilantes armados [autodefensas] ahora operan en 20 estados, según Eduardo Guerrero, consultor de seguridad”, dice la revista en su edición por Internet.
“Hay nerviosismo en Juárez, también, debido a un aumento de los homicidios de este año. Algunos culpan a la incertidumbre entre los grupos criminales, motivada por la elección de un nuevo Gobernador del estado [Javier Corral] y un nuevo Alcalde [Armando Cabada], y las tensiones entre ellos. Otros apuntan a la recaptura en enero de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, el jefe del Cártel de Sinaloa, que ha escapado dos veces de la cárcel. En espera de su extradición a los Estados Unidos, se encuentra recluido en la mayor parte de los torreones de una prisión federal en el desierto de Chihuahua, a las afueras de Juárez.
«El Gobierno no quiere correr riesgos: una docena de vehículos militares, algunos con armas montadas, resguardan la entrada de la prisión”, narra The Economist.
Concluye: “La detención de Guzmán parece haber desencadenado una nueva batalla por el territorio entre bandas rivales de narcotraficantes, que pueden estar detrás del resurgimiento de la violencia. En promedio, la mitad de los homicidios están vinculados con el crimen organizado, reconoce Guerrero. Eso es una mala señal para México. Juárez muestra que un esfuerzo político concertado y la participación de la comunidad pueden aportar mejoras, al menos por un tiempo. Pero en gran parte del país, los fundamentos del Estado de Derecho, una fuerza policial eficaz y una capacidad para procesar crímenes siguen desaparecidos”.