Desde 2015, en el Alto Golfo de California, hay una veda de pesca que comprende una compensación económica mensual a los pescadores impedidos de salir a la faena, una ayuda que el Gobierno del Presidente Manuel López Obrador suprimió a principios de año por considerar que no contribuyó en nada a la protección de la vaquita.
Por Isabel Saco
Ginebra, 27 sep (EFE).- La vaquita es el mamífero marino que más cerca está de la extinción tras haberse convertido en víctima colateral de la captura en aguas de México de la totoaba, un pez cuyo buche es comprado por sumas exorbitantes en China, pese a que su exportación es completamente ilegal.
Ambas son especies endémicas del Golfo de California (México), pero mientras la vaquita es un animal gracioso que algunos llaman «ballena enana», la totoaba es un pez enorme (puede llegar a medir dos metros), cuyo atractivo está en su buche o vejiga natatoria, a la que se atribuyen diversas propiedades en la medicina tradicional china.
Los destinos de uno y otro se han cruzado en los últimos años, cuando la pesca de la totoaba en el Alto Golfo de California ha provocado la captura incidental y la muerte de vaquitas –como también de tiburones, delfines, tortugas, entre otras especies– atrapadas en las redes.
«No tenemos tiempo que perder. Lo último que sabemos es que quedarían menos de veinte vaquitas. Tenemos la oportunidad de hacer crecer la población de esta especie si se ponen en marcha todas las medidas para eliminar la pesca ilegal», dice a Efe Ivonne Higuero, responsable de la convención de la ONU que regula el comercio internacional de especies amenazadas (CITES).
Desde 2015 en el Alto Golfo de California hay una veda de pesca que comprende una compensación económica mensual a los pescadores impedidos de salir a la faena, una ayuda que el Gobierno del Presidente Manuel López Obrador suprimió a principios de año por considerar que no contribuyó en nada a la protección de la vaquita.
«El gobierno comete un grave error al negarse a compensar a los pescadores sin ofrecerles una alternativa», explica a Efe Richard Ladkani, director del documental del National Geographic «Sea of Shadows», que denuncia la tragedia de la vaquita y a las redes criminales que se han tejido en torno a la explotación ilegal de la totoaba.
Los pescadores de la zona sufren por la veda y así se lo han hecho saber al Presidente López Obrador, en una carta que le dirigieron el pasado día 3 pidiéndole que se levante la restricción y autorice un nuevo tipo de red que reduciría el riesgo de captura de la vaquita, o que se les indemnice de nuevo.
Si ni una ni otra cosa ocurren, la Federación que representa a los pescadores ha advertido que saldrán a la pesca con sus redes tradicionales esta misma semana, según una copia de la misiva a la que Efe tuvo acceso.
Los trabajadores del mar denuncian que son los únicos afectados por la veda y que mientras tanto «la pesca ilegal se ha hecho dueña del Alto Golfo de California», a cuyas orillas cada totoaba es pagada alrededor de 5.000 dólares (4.600 euros)
Íntimamente vinculada al destino de la vaquita, la situación de la totoaba fue discutida el pasado agosto en una reunión de los 183 países que adhieren a la CITES, donde se decidió que México, Estados Unidos y China se reunirán antes de fin de año para buscar soluciones.
México participará desde la perspectiva de territorio de origen de la especie, Estados Unidos como país de tránsito y China desde su rol de generador de demanda.
El seguimiento de las mafias que controlan el tráfico ilegal de buche de totoaba ha permitido establecer que este producto transita por poblaciones chinas afincadas en EU, que las reenvían luego a China y Hong Kong, donde cada buche se vende por cantidades que oscilan entre 60.000 y 100 mil dólares, (55 mil y 91.¡ mil 500), según su tamaño.
Se teme que si a los pescadores se les sigue impidiendo pescar se conviertan en ilegales y caigan en manos del Cartel de Sinaloa, que controla este negocio criminal y utiliza a los descendientes de chinos que viven en Mexicali y Tijuana (ambos en la frontera con EEUU) como parte de la cadena de tráfico, afirma Ladkani, cuyo documental saldrá en España y Latinoamérica en las próximas semanas.
¿Pero cómo una especie originaria de México puede ser ingrediente de la milenaria medicina china?
Higueros explica que, en realidad, la medicina china utilizaba otro pez endémico de sus aguas, pero se extinguió hace una década por la sobreexplotación.
Fue entonces que se descubrió que la totoaba tenía una fuerte similitud con el desaparecido pez, particularmente en su tamaño y fuerza, por lo que se adoptó como un sustituto ideal.
De acuerdo a la creencia china, el buche de este pez es un ingrediente que da vitalidad y tiene efectos regenerativos en quienes lo consumen y, además, se ha empezado a utilizar en los últimos años como ingrediente de la alta gastronomía china y como una inversión.
Los especialistas en conservación han propuesto a los compradores chinos totoaba de criaderos, pero cuando ésos constataron que éste no crece de la misma forma que en estado salvaje, rechazaron la oferta.
«Las mafias son muy fuertes y es muy difícil pelear con ellas. Hay que evitar la corrupción y poner a la policía y a la marina a vigilar para que los barcos no entren a la zona protegida de la vaquita porque, como en cualquier otro tema de crimen organizado, las ganancias son enormes y se asumen riesgos», reflexiona Higuero.
El Gobierno mexicano se ha comprometido con CITES a informar a más tardar el 1 de noviembre próximo sobre las medidas de vigilancia y otros mecanismos puestos en marcha para evitar la captura ilegal de totoaba y ayudar a la supervivencia de la vaquita.
Como transmitió hace pocas semanas la Sociedad Americana de Mamíferos al Presidente López Obrador, no hay que prestar oídos a quienes afirman que no se puede hacer nada por salvar a la vaquita.
«Muchas otras especies se han recuperado a partir de pequeñas poblaciones similares gracias a programas de conservación sólidos y bien ejecutados, y esto incluye especies mexicanas como el lobo fino de Guadalupe, la foca elefante o la ballena gris», recuerda el presidente del organismo, Douglas Kelt.