Angela Merkel, Canciller alemana, no pudo contener la risa cuando Donald Trump dijo que llevaba lo germano en las venas.
El mejor MOMENTO de la relación BILATERAL Alemania – EE.UU. en el segundo 0:36 del video de aquí abajo ?????????#TeAmoMerkel pic.twitter.com/U89zdVoQO5
— Risco (@jrisco) August 27, 2019
Por Rafael Cañas
Biarritz, Francia, 27 de agosto (EFE).-Donald Trump, Presidente de Estados Unidos, aseguró que lleva a Alemania en la sangre y provocó una espontánea risa de Angela Merkel, Canciller alemana.
El curioso momento ocurrió cuando ambos líderes hablaban ante medios de comunicación en la cumbre del G7.
Angela Merkel se burló, sin embargo, el magnate neoyorkino decía la verdad. Elizabeth Trump, su abuela, era alemana.
La cumbre del G7 de Biarritz ha visto un Donald Trump más moderado, con un tono más constructivo y positivo a pesar de las notables diferencias en buena parte de los asuntos tratados, en un esfuerzo por apuntalar la unidad del grupo.
Trump venía de una semana muy belicosa verbalmente, casi incluso más de lo habitual en él (duros ataques a la primera ministra danesa por la no venta de Groenlandia, a China por la guerra comercial, al presidente de la Reserva Federal y a los judíos estadounidenses que votan al Partido Demócrata).
Todo ello había alertado a sus aliados del grupo, que tal vez temían una repetición de anteriores experiencias.
Fuera porque en esta cita no tenía aliados claros, o tal vez porque ha buscado una estrategia más constructiva y conciliadora, estos tres días de reuniones han mostrado a un Trump mucho más sosegado en sus expresiones y modos, aunque se han mantenido igual de activo y locuaz.
TRUMP ELOGIA LA UNIDAD DE LA CUMBRE
La cumbre ha visto «unidad total» y «ha estado realmente bien», afirmó hoy de forma elogiosa el Presidente estadounidense.
Así, Trump acogió de forma deportiva la oposición de varios miembros del G7 a su propuesta de que Rusia retorne al grupo, lo que acabó trastocando sus planes.
Este tono lo ha mantenido incluso en sus reuniones bilaterales con dirigentes con los que había chocado en el pasado, desde el francés Emmanuel Macron a la alemana Angela Merkel pasando por el canadiense Justin Trudeau.
Por ejemplo, hace solo un mes dijo que la tasa digital francesa era una «estupidez» de Macron y aquí solo lanzó halagos hacia su anfitrión, con el que dijo mantener «una relación especial».
TRANQUILIDAD EN TWITTER
Un tono más presidencial y casi de estadista, con lenguaje moderado sobre Irán, China o la citada tasa digital francesa, y con muy pocos de sus habituales tuits hiperventilados, salvo los habituales para criticar como es normal en él a los medios de comunicación de su país. Pero ni insultos, ni las faltas de respeto de otras veces.
Sobre Irán, y a pesar de su salida del pacto nuclear con ese país, hizo grupo con Macron y afirmó claramente a la prensa de su país que la invitación al ministro iraní de Exteriores, Yavad Zarif, contó con su visto bueno dentro del intento de mantener vivo el diálogo con Teherán.
Hasta dijo que Irán «tiene un gran potencial» y se mostró dispuesto a reunirse con el Presidente de ese país si se dan las circunstancias precisas.
Aparte de eso, todas sus declaraciones han resaltado el espíritu de cooperación y la unidad del grupo de líderes, lo que de paso le ha servido para criticar a la prensa de Estados Unidos que insistía en los días previos a la cumbre en las fuertes discrepancias en torno a cuestiones comerciales, la tasa digital o el retorno de Rusia al G7.
MACRON DESVELA SU «MÉTODO» CON TRUMP
Macron explicó en la rueda de prensa final cómo parece haber conseguido un nexo amistoso y productivo con su colega estadounidense: «creo que con Trump funciona la relación directa, la explicación respetuosa y la construcción de compromisos eficaces».
«Trump es alguien que dice las cosas de forma muy directa y a quien le gusta llegar a acuerdos. He privilegiado un intercambio transparente, y lo seguiré haciendo», añadió.
Tal vez sea porque Macron le dedicó dos horas a un almuerzo de trabajo el sábado, antes del inicio de la cumbre, para establecer un guión común.
Aún así, varias de sus intervenciones no han carecido de exageraciones e hipérboles, como cuando hoy dio a entender que es gracias a él que los fabricantes japoneses de automóviles han construido fábricas en su país (actualmente hay 11, y todas preceden a su llegada al cargo).
La presencia de Trump causaba inquietud entre algunos de sus colegas de Biarritz, teniendo en cuenta su díscolo historial en las dos primeras cumbres del G7 en las que había participado, en Italia y Canadá.
Tal vez sea porque quería llevar la contraria a la prensa que le critica, o porque busca mejorar su imagen de cara a la cumbre del G7 que le toca organizar el año próximo en Estados Unidos (y que quiere llevar a una de sus propiedades turísticas de lujo), el caso es que Trump esta vez se ha comportado.
Incluso se despidió con un «¡Gracias Francia¡».