En este acervo se pueden encontrar primeras ediciones de escritores de gran relevancia como el español Federico García Lorca -en concreto su obra Poeta en Nueva York-, o el mexicano Carlos Pellicer, entre otros ejemplos.
Por Julito Martínez
México, 27 de julio (EFE).- Primeras ediciones, novelas, obras escritas en diferentes idiomas y códices son algunos de los tesoros custodiados en El burro culto y La mula sabia, dos librerías «secretas» ubicadas en Ciudad de México de las que solo ciertos lectores avezados conocen la dirección exacta.
Ellos son los únicos que pueden acceder a una riqueza de más 8 mil volúmenes, atribuidos a unos 7 mil 500 autores diferentes.
En este acervo se pueden encontrar primeras ediciones de escritores de gran relevancia como el español Federico García Lorca -en concreto su obra Poeta en Nueva York-, o el mexicano Carlos Pellicer, entre otros ejemplos.
Pero, además, existe la posibilidad de hallar títulos de una gran variedad de temas, entre los que destacan la historia de México, el exilio español, el arte, la filosofía, el derecho o la fotografía.
Eso sí, todas estos compendios tienen en común la buena calidad en su edición. «No me importa si es una obra rusa, un libro alemán o una cartografía inglesa. Lo que me interesa es la manera en que está trabajado el papel», asegura a Efe Maximino Ramos, propietario de estas librerías.
Pero el recorrido por el acervo de El burro culto y La mula sabia no finaliza en los libros. También se pueden encontrar códices mexicanos y periódicos de época, entre los que habría varios ejemplares de Regeneración, publicación dirigida a inicios del siglo XX por los hermanos Flores Magón, precursores de la Revolución mexicana.
Toda esta riqueza se ha ido conformando gracias a las adquisiciones por parte de los gestores de estas librerías, que muestran gran rigor al hacerse de los materiales que posteriormente ponen a la venta.
Al fin y al cabo, el libro se ha vuelto «material patrimonial» del lector, ya que «poseer una primera edición de una obra de García Lorca da carácter a tu casa y, además, se trata de un bien que va a seguir teniendo valor», indica Ramos.
¿CÓMO SALVAR EL SECRETO?
Sin embargo, la entrada a El burro culto y La mula sabia no es libre. Se accede por invitación tras acudir previamente a las librerías El hallazgo o Jorge Cuesta, también propiedad de Ramos y ubicadas en Ciudad de México.
Normalmente, los seleccionados son clientes que buscan ediciones muy concretas. Justo en ese momento se concierta una cita con ellos para que puedan conocer cualquiera de los dos complejos ignotos.
«Buscan lo raro, lo que no se consigue cotidianamente. Mucha de la gente que viene hasta El burro culto y a La mula sabia son coleccionistas muy minuciosos», dice a Efe Roberto Villagómez Aguilera, trabajador de la primera librería.
Salvador González es un cliente habitual estos complejos, en los que pregunta por aquellos autores literarios que escasean en otros lugares pero que, normalmente, consigue en los mencionados establecimientos.
«Soy muy celoso del secreto de El Burro culto porque se presta a mucho al esnobismo y esta librería tiene que ser como un templo laico», explica González a Efe.
De hecho, la razón de mantener estas librerías en el anonimato tiene que ver con el mantenimiento de una cierta familiaridad entre el lector y la obra, con el fin de que se pueda crear un vínculo íntimo y especial entre ambos.
Por tanto, «hay que entrecerrar la puerta pero dejar libre el pestillo para que la persona pueda pasar sin ningún problema», explica Maximino Ramos.
Pero, al mismo tiempo, asegura que también «habría que preservar algunos materiales». No en vano, en El burro culto existen otras piezas de valor, como primeras ediciones o una colección de figuras precolombinas.
Estas últimas, que no se encuentran a la venta, se consiguieron gracias a un convenio por el cual Ramos brindó a los propietarios una biblioteca sobre diversos aspectos de cultura mexicana. A cambio recibió las mencionadas figuras.
Pero, en cualquier caso, Ramos insiste que el secreto de El burro culto y La mula sabia tiene más que ver con la intimidad del visitante que con la seguridad. De hecho, asegura que el librero «debe trabajar en una mutua confianza» con el lector, pues de lo contrario «viviría sin dormir».
Y, como curiosidad, en el suelo de El burro culto existe enterrado un baúl que contiene 50 obras representativas de la literatura mexicana del siglo XX, entre las que destacan trabajos de Juan Rulfo, Carlos Fuentes o Mariano Azuela.
El cofre fue sepultado hace casi una década, cuando se abrió la mencionada librería, y la idea es que permanezca indefinidamente en el lugar, aunque el negocio cese su actividad.