Mientras la Secretaría de Seguridad Pública estatal anunciaba este jueves que los 16 asesinatos se derivaron de una pugna entre grupos delincuenciales, pobladores de La Ceiba, cómo Saúl, regresaba de revisar que el poco ganado que dejó solo desde el miércoles estaba bien; otros pobladores analizan dejar sus viviendas.
Bagrecitos, Culiacán, 27 de junio (Noroeste).- A unas horas de que se registrara el peor hecho violento en esta zona, según coinciden los pobladores, en este extremo de la franja rural del municipio de Culiacán las familias ya comenzaron a desplazarse.
Mientras la Secretaría de Seguridad Pública estatal anunciaba esta mañana que los 16 asesinatos ocurridos el miércoles se derivaron de una pugna entre grupos delincuenciales, vecinos como Saúl -un nombre ficticio para identificarlo-, de un poblado cercano llamado La Ceiba, regresaba de revisar que estuviera bien el poco ganado que dejó solo desde el miércoles.
“Están bien, por allá, pero están preocupados, ya pensando en irse”, dijo.
En el pueblo, que conforman unas cinco casas, por lo menos tres ya están vacías.
“Sí, pues de todo le da miedo a uno. Yo no tenía pensado venir”, agrega.
Además, comentó que volvería a Culiacán para conseguir una camioneta y recoger a sus animales del rancho a otro lugar.
“Me vine como a las ocho, quiero ver si consigo un carro para llevarme los animales para allá para abajo”, señaló mientras preparaba su motocicleta para avanzar.
-¿También se va a ir, entonces?
Sí, me los voy a llevar para allá -sus animales-, mientras pasa esta cosa.
«Me voy para Culiacán, tengo un primo de nosotros allá trabajando, porque ya ve aquí cómo se puso todo».
Los vecinos de Bagrecitos señalan que la disputa bélica comenzó después de las 08:00 horas y se extendió hasta después de las 14:00 horas del mero día de San Juan.
“Esto es atemorizante, es cosa que no se sabe que mañana se va a acabar, es cosa que se atemoriza la gente, porque caen aunque tengan por qué o no tengan; entonces, ahí está uno que tiene la preocupación y así, familias que tiene uno por allá, que ‘vénganse’, ‘sálganse’, que esto que lo otro”, dijo Modesta, de 62 años, vecina de Bagrecitos.
“Yo, la verdad, yo sí me deseo salir, porque la vida es una, lo material usted lo puede conseguir, una casa, el caballo, la gallina puede volver a vivir, si las cosas ya no están así, puede volver a su casa. Yo creo que no es nada malo, pero de que sí está feo, está feo y hay que salir, pienso yo, que si tenemos que dejar aquí, por equis motivo, yo creo que hay que dejarlo”.
Otro vecino de El Barco, quien transportaba víveres en una cuatrimoto con su esposa, señaló que hasta ese momento podía regresar a casa.
«Nos agarró la balacera y nos tuvimos que regresar, así que apenas vamos a ver cómo están las cosas por allá”, relató.
Ellos también han considerado migrar, igual que otro vecino de El Vino, un pequeño poblado donde habitan cinco familias.
También tuvo que detener su motocicleta, en el lugar en donde aún hay restos de la masacre ocurrida el miércoles.
Este vecino había logrado limpiar una huerta de aguacate para comenzar a producir, pero tuvo que suspender el proyecto. Junto a su familia, han decidido dejar el lugar.
“Ahí vienen más de allá de arriba. Ahí hay cuatro (familias), pero se van a quedar dos, se me hace que están diciendo que no se iban a venir, es que se les hace más difícil para acá”, señala.
En las inmediaciones de Bagrecitos, un poblado a unos 30 kilómetros de Culiacán, donde se encontraron el miércoles ocho de los cuerpos, aún hay restos de sangre y guantes que utilizaron los peritos para levantar la evidencia.
También hay una colcha ensangrentada, la cinta amarilla con la que se cercó la escena del crimen y un par de veladoras aún encendidas.