Jorge Alberto Gudiño Hernández
27/05/2017 - 12:00 am
El enemigo invencible
El atentado en Manchester, durante un concierto de Ariana Grande, ha dejado más de una veintena de muertos y casi un centenar de heridos. Esta cifra fue provocada por el estallido de un aparato explosivo que mató al terrorista encargado de activarlo. El ISIS asumió la autoría del atentado.
El atentado en Manchester, durante un concierto de Ariana Grande, ha dejado más de una veintena de muertos y casi un centenar de heridos. Esta cifra fue provocada por el estallido de un aparato explosivo que mató al terrorista encargado de activarlo. El ISIS asumió la autoría del atentado.
Estoy lejos de ser un especialista en terrorismo. Sin embargo, me queda claro, como a muchos, que este tipo de noticias se han vuelto más frecuentes en los últimos años. Sobre todo, desde el anuncio en 2014 de que ISIS tenía la intención de fundar un kalifato.
Visto desde una lógica simplista, parecería sencillo terminar con ellos. Es un grupo ubicado que, además, no ha dejado de reivindicar ataques terroristas en los últimos tres años. ¿Por qué ningún gobierno ha terminado con ellos?
La respuesta, quizá (algún amigo especialista en el tema de seguro me criticará pronto por mi simplismo), va más allá del asunto geopolítico. Está relacionada, por el contrario, con su forma de operación. Al parecer, ISIS recluta cuadros por doquier, sin la necesidad de un entrenamiento específico. Basta con convencer a personas (en su mayoría jóvenes) inconformes con el funcionamiento del mundo. El resto es retórica, ilusión de poder, cierto grado de fanatismo llevado al extremo.
Entonces un buen día, un ciudadano que parecía normal a la vista de sus vecinos y gente cercana, diseña un plan para matar a los infieles, a todos aquéllos que no piensan como él. El resultado es un nuevo titular en los periódicos: decenas de muertos, mucho más heridos, un arma de fabricación casera con un alto potencial lesivo.
No hay forma de que los estados desmantelen este tipo de amenazas. Incluso cuando logran averiguar las intenciones de algunos, cuando aprehenden a terroristas potenciales, es imposible vigilar todos los frentes porque éstos son demasiados. Tal vez por cada ataque del que nos enteramos haya una veintena de atacantes potenciales siendo sometidos a procesos penales. Tal vez. Pero con uno basta para crear un gran daño.
Al parecer, el terrorismo de esta década ya no opta por atentados masivos y de gran impacto como el de las Torres gemelas. En su lugar, prefiere atacar muchas veces, donde menos se espera que esto suceda. ¿Había culpables en el recinto del concierto? Casi cualquiera podría asegurar que no. Cualquiera que no haya perpetrado el atentado ni lo hubiera asumido como propio. He ahí el gran desafío que representa el fanatismo llevado al extremo. Su estrategia es impecable. Y el daño, más allá de los muertos, también. Porque se genera justo lo que se busca: terror. Ya ninguna persona se puede sentir segura por más que viva en un país donde se respeta al ser humano, donde funciona el sistema de justicia, donde la democracia no es una impostura para el beneficio de unos cuantos. Todo eso no importa pues los atacantes están dispuestos a inmolarse ante la promesa de una vida eterna mejor.
Sí, las religiones nos han hecho mucho daño pero ése no es el tema. No por ahora. Tampoco el político. El asunto es más complejo: ¿cómo desarticular ataques que pueden provenir de cualquier parte, que pueden ser detonados potencialmente por quien sea? Al parecer no hay respuesta para ello y eso, justo eso, es lo que busca ISIS y es lo que lo convierte en un enemigo, de momento, invencible.
más leídas
más leídas
entrevistas
entrevistas
destacadas
destacadas
sofá
sofá