Los textos forman parte del título de la colección de Periodismo Cultural de la Secretaría de Cultura; este 22 de mayo se cumplen 92 años del natalicio del autor veracruzano
Ciudad de México, 27 de mayo (SinEmbargo).- “Contundente, brutal, aterrador, doloroso, definitivo, o dulce, estimulante, acogedor, divertido, pero escencialmente una experiencia que establece claramente un antes y un después; así es el teatro”, ésta última oración da título al libro de Alegría Martínez publicado en 2005 en la colección Periodismo Cultural de la Secretaría de Cultura donde trata la obra de diversos protagonistas del quehacer teatral, incluido Emilio Carballido (1925-2008) quien este 22 de mayo cumpliría 92 años.
“El presente volumen es sólo un fragmento de lo observado por un testigo adicto al juego escénico, un intento por atisbar en el proceso creativo, en la trayectoria de unos cuantos -muy pocos- de nuestros protagonistas escénicos para echar un vistazo a lo que hicieron en diferentes etapas de su vida artística con la subjetividad que esta temeraria acción necesariamente implica”, refiere Alegría Martínez, al tiempo que reconoce “la obligación de ceñirse a un criterio y a un número determinado de páginas” motivó la “ausencia de una larga lista de puestas en escena imprescindibles”.
Emilio Carballido (1995-2008) nació en Córdoba Veracruz y, a decir de la autora, se le ha considerado como “el patriarca de la dramaturgia mexicana contemporánea”. Especializado en arte dramático y letras inglesas estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México dándose a conocer con Rosalba y los llaveros. Es autor de El suplicante, Pastores de la ciudad, La triple porfia, La zona intermedia, La sinfonía doméstica, La hebrea de oro, Felicidad, El relojero de Córdoba, ¡Silencio pollos pelones, ya les van a echar su máiz!, Yo también hablo de la rosa, Te juro Juana que tengo ganas, Orinoco y Fotografía en la playa, entre otras.
Mediante una selección de artículos publicados en diversos medios, entre 1992 y principios de 2004, donde ha colaborado la periodista cultural, también trata el trabajo de Martín Acosta, Hugo Argüelles, Sabina Berman, Héctor Bonilla, José Caballero, Antonio Castro, Jaime Chabaud, Luis de Tavira, José Ramón Enríquez, Mario Espinosa, Francisco Franco, Mauricio García Lozano, Jesús González Dávila, Elena Guiochíns, Juan José Gurrola Iturriaga, Hugo Hiriart, Luisa Huertas, José Luis Ibáñez, Mauricio Jiménez, Vicente Leñero, Ludwik Margules, Héctor Mendoza, Luis Mario Moncada, Abraham Oceransky, David Olguín, Carlos Olmos, Raúl Quintanilla, Víctor Hugo Rascón Banda, Jesusa Rodríguez, Boris Schoeman, José Sanchis Sinisterra, Enrique Singer, José Solé, Iona Weissber y dedica apartados al Teatro Musical, Teatro Infantil y al Teatro Foráneo.
LA IDIOSINCRASIA NACIONAL DE EMILIO CARBALLIDO
Es así que en el apartado “Emilio Carballido tirador certero de la idiosincrasia nacional”, Alegría Martínez trata específicamente las puestas en escena Luminaria, Las cartas de Mozart, Escrito en el cuerpo de la noche, Zorros chinos y La prisionera. Se trata de los textos críticos que publicó en unomásuno, y en el suplemento Extravagancia de Milenio Diario.
En éstos ofrece las historias introduciendo al lector al espacio escénico, lo lleva de la mano para visualizar los espacios, la escenografía, los detalles de la iluminación, luego le presenta a los personajes y describe los rasgos de sus personalidades, lo adentra en la trama.
Luminaria, nos dice la autora, es “la sencilla anécdota de una vedette retirada que contrata a un joven escritor para que le escriba sus memorias, esconde difíciles circunstancias por las que ha tenido que transcurrir esta mujer anhelante de sueños y fantasías rosas, a manera de testimonio bibliográfico, y la árida realidad con que se topa el joven después de varias sesiones de trabajo con la mítica princesa”.
En el caso de Las cartas de Mozart, “la anécdota gira alrededor de una joven, heredera de tres mil pesos (en tiempos de Maximiliano y Carlota), hija de una madre egoísta, y sobrina de una tía solterona y avariciosa”, y Escrito en el cuerpo de la noche “es un espejote de la cotidiana existencia de clase media con una reminiscencia de nostálgica noche estrellada (magia y reflexión incluidas). La casa de espacios amplios que albergó a madre, esposo e hijo en otra época, requiere ser fragmentada para alquilar una habitación a cambio de trescientos nuevos pesos, hecho que abre la entrada a una joven inquilina y por tanto a una revelación…”
“Zorros chinos es un cuento vivo, una historia mágica con música, máscaras, muñecos y actores que nutren con su sensibilidad personajes ávidos de sueños. Más allá de la anécdota, la compañía de este montaje que dirige Carlos Corona, dispone el ánimo para el goce.” Finalmente, La prisionera “plasma la lucha la lucha de una joven y cultivada mujer por conseguir el voto para la población femenina, en un territorio machista en el que es acusada de terrorista y hecha prisionera en el faro de algún puerto, donde un militar y su esposa deben custodiar a la dama que goza de parientes ricos y poderosos”.
Una reflexión que ofrece la autora sobre el teatro y el ejercicio periodístico en su texto de introducción convida a comprender de mejor manera su significado: “Generar cada noche el milagro que nos resuma, unirá necesariamente el esfuerzo de más de dos cada vez que se requiera hacerlo, independientemente de que esté mal o bien hecho, bien o mal elegido, bien o mal reseñado; también sucede que así es el teatro”.