¿Quo vadis?, izquierda latinoamericana

27/05/2016 - 12:02 am
La Presidenta De Brasil Dilma Rousseff Fue Recientemente Separada Del Cargo Y Ahora Espera En Su Casa El Proceso De Juicio Político Foto Cuartoscuro
La Presidenta De Brasil Dilma Rousseff Fue Recientemente Separada Del Cargo Y Ahora Espera En Su Casa El Proceso De Juicio Político Foto Cuartoscuro

La izquierda latinoamericana manifestó una expansión sin precedente en los últimos 15 años, y en cosa de meses, ha perdido mucha influencia política.

Cristina Kirchner fue relevada por el conservador Mauricio Macri; Evo Morales no pudo reformar la constitución para postularse nuevamente al cargo de Presidente; Dilma Rousseff fue separada del cargo y ahora espera en su casa el proceso de juicio político, mientras Lula Da Silvia está indiciado por corrupción en el caso Petrobras y de plano, Rafael Correa decidió no postularse para un cuarto mandato.

¿Estamos en la antesala del fin de este ciclo de gobiernos de izquierda?, el cual dio inicio en 1999 cuando Hugo Chávez asumió el poder en Venezuela y desde ahí empieza un camino de triunfos electorales de ésta corriente, y hacer realidad el mito bolivariano de la integración latinoamericana.

Fidel Castro y Hugo Chávez, proactivos y expectantes de este ciclo, lanzaron en 2004 una fuerte ofensiva comercial “contra la pobreza y la exclusión social”, mediante una alternativa al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que estaba siendo promovida por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica y por esta vía buscaba ampliar el Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado con Canadá y México.

La Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), en cambio pretendía estrechar los vínculos con países que en ese momento eran gobernados por distintas expresiones, procedencias e identidades de la izquierda: Hugo Chávez, su principal promotor gobernaba ya Venezuela con una mayoría cómoda y lo haría hasta su muerte en 2013; Lula Da Silva había llegado en 2003 a la Presidencia en Brasil, y Néstor Kirchner, en ese mismo año, asumió también el cargo de Presidente en Argentina.

Evo Morales y Daniel Ortega por su parte llegarían al poder en Bolivia y Nicaragua en 2006; mientras el ecuatoriano Rafael Correa lo haría en 2007 para permanecer hasta hoy en el cargo de Presidente. El uruguayo José Mújica hizo lo propio en 2010, para continuarlo Tabaré Vázquez y los gobiernos socialistas de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, de la Concertación de partidos, gobernaron Chile desde 2000, con una interrupción de 2010 a 2013, cuando fue derrotada y gobernó el conservador Sebastián Piñeira.

El escenario político además era propicio para reforzar este nuevo proceso de integración latinoamericana. Sin embargo, a la Alternativa Bolivariana solo se sumaron Ecuador, Bolivia y Nicaragua, más otros países pequeños de la región de las Antillas menores (Granada, Santa Lucía, etc.) y ante la ausencia de las grandes economías de América Latina, su fuerza fue desvaneciendo en medio de la crisis económica y política.

La explicación más socorrida de esta expansión de los gobiernos de izquierda en la región latinoamericana es aquella asociada a la oferta política, es decir, gobiernos pensados en clave de favorecer a los sectores más pobres. Y esto sucedió en un momento decisivo para los precios de las materias primas que estaban muy bien cotizadas en el mercado internacional, lo que significó ingresos extraordinarios para las economías de la región.

Solo por poner un ejemplo, las exportaciones de Brasil, Argentina, Venezuela y Bolivia a China crecieron más de un 25 por ciento, con ello se pudo sacar de la pobreza a millones de latinoamericanos, y eso presentaba a los partidos de izquierda como imbatibles electoralmente –incluso, hay serias dudas sobre la derrota de López Obrador en 2006, que de haber ocurrido el triunfo del tabasqueño las principales economías hubieran estado gobernadas por la izquierda.

Esto traducido en políticas públicas redistributivas permitió el fortalecimiento y continuidad de estos gobiernos que fueron teniendo grandes clientelas electorales, sin embargo, cuando aparece la contracción de precios de las materia primas en el mercado internacional empezaron los problemas de liquidez gubernamental y el sostenimiento de aquellas políticas de bienestar social.

Más aún, simultáneamente en varios de estos países los medios de comunicación ventilaron casos de corrupción política que involucraron a miembros de partidos en gobierno y familias de gobernantes que se habrían beneficiado.

Son los casos de petistas brasileños en los escándalos del mensálao y Petrobras; el del hijo de Michelle Bachelet que presuntamente utilizó información privilegiada que le dio un rendimiento de dos millones de dólares, o los alquileres sin ocupar del hotel de la familia Kirchner en Bariloche que ha sido considerado como un intercambio de favores con uno de los contratistas favoritos del kirchnerismo.

La incapacidad de producir bienes públicos y el aura de corrupción desmedida minaron las bases de credibilidad y legitimidad de una parte de esta izquierda, incluso, su base de apoyo fue sensible pues sentían que perderían parte de lo ganado en los años de bonanza económica.

Ha sido el caso de segmentos de la nueva clase media brasileña que han ido a la calle a manifestarse en contra de Lula y Dilma, y en Argentina los votos triunfadores a favor de Mauricio Macri.

La desaceleración de la economía mundial exhibió que la mayoría de estos gobiernos habían cometido el error de no integrarse para obtener los beneficios compensatorios, y no diversificarse de manera que aquellos que le apostaron a los negocios con China. Cuando viene la contracción económica se quedaron literalmente colgados de la brocha y esto exhibió los pies de barro de algunas políticas sociales, como es el caso de las pensiones que no contaban con la sustentabilidad necesaria y ese segmento es de los más molestos con el estado de cosas.

Hoy la situación es lamentablemente crítica, hay malestar en varios países y en Venezuela están al borde del precipicio que llevaría al gobierno de Maduro a tomar medidas de excepción que complicaría más la situación en lugar de conciliar las diferencias políticas y económicas.

En tanto esto sucede, en Cuba se ha abierto un diálogo, no sin desconfianzas mutuas, con el gobierno de Barack Obama. Se busca mediante este diálogo el levantamiento al embargo de casi 60 años y que el flujo de inversiones lleguen a la isla, una forma inteligente de buscar salidas a sus problemas y evitar caer en una nueva autarquía económica de la que ya saben sus costos.

En definitiva, la forma en que cada uno de estos países resuelva su inscripción en un mundo global hablará de la inteligencia de sus líderes y sus sucesores en la izquierda, habrá que inventarse un nuevo camino más consistente y duradero.

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Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.
Ernesto Hernández Norzagaray
Doctor en Ciencia Política y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I. Ex Presidente del Consejo Directivo de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales A. C., ex miembro del Consejo Directivo de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política y del Consejo Directivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política A.C. Colaborador del diario Noroeste, Riodoce, 15Diario, Datamex. Ha recibido premios de periodismo y autor de múltiples artículos y varios libros sobre temas político electorales.
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