El 34 por ciento corresponde a las plataformas de videos bajo demanda, es decir, servicios de streaming como Netflix o Amazon Prime, que son responsables del 7 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero de las tecnologías digitales. Youtube y Dailymotion suponen el 21 por ciento del video (4 por ciento de las emisiones), mientras que el porno representa el 27 por ciento (5 por ciento de las emisiones).
MADRID, de 27 de febrero (Europa Press).– Ver una película en Netflix o HBO se ha convertido en uno de los pasatiempos favoritos hoy en día, sin embargo se trata de una práctica que conlleva también una serie de consecuencias negativas para el medioambiente debido al alto consumo de energía que usan las compañías tecnológicas para ofrecer sus servicios.
Como explica el estudio realizado por The Shift Project, las tecnologías digitales producen cercan del 4 por ciento de las emisiones de carbono a nivel global, «más que el transporte aéreo civil», señalan, y su impacto se incrementa un 8 por ciento cada año.
Y en conjunto (terminales, infraestructura de red y centros de datos), consumen el 55 por ciento de la energía. Es decir, el consumo de datos «es responsable de la mitad del impacto global de la tecnología digital», advierte el estudio.
El volumen de datos a nivel global está en constante crecimiento. Solo el 20 por ciento de este flujo se corresponde con el correo electrónico, webs, mensajería instantánea, almacenamiento de fotografías o incluso videojuegos. El resto del trafico global, no obstante, lo ocupa el video.
El 34 por ciento se corresponde con las plataformas de videos bajo demanda, es decir, servicios de streaming como Netflix o Amazon Prime, que son responsables del 7 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero de las tecnologías digitales. Plataformas como Youtube o Dailymotion suponen el 21 por ciento del video (4 por ciento de las emisiones), mientras que el porno representa el 27 por ciento (5 por ciento de las emisiones).
El impacto medioambiental está relacionado con el consumo energético que demandan estos servicios. Solo Netflix, con una base de 167 millones de usuarios a nivel global, en 2019 tuvo un consumo directo de 94 mil megavatios-hora (incluye la red de transmisión de datos, pero también las oficinas y los estudios), si bien el consumo indirecto, que incluye los servidores que apoyan su negocio, de compañías como Amazon o Google, asciende a 357 mil megavatios-hora, como recoge su último informe.
REDUCIR EL IMPACTO DEL SOBRECALENTAMIENTO
Precisamente, son los servidores y centros de datos los elementos que más destacan en la relación entre servicio digitales e impacto en el medioambiente. Además de la demanda creciente de contenidos digitales, la lejanía de los usuarios de los centros de datos y la necesidad de crear infraestructuras que transmitan estos datos, dan explicación a la alta necesidad energética y su impacto.
«Cada byte que se genera en Internet implica que los datos viajen desde los centros de datos a nuestros aparatos, a través de cables, antenas y fibras ópticas», explica Maxime Efoui, el principal autor del estudio The Shift Project. «Cada uno de estos elementos consume energía y emite dióxido de carbono».
También destaca la necesidad de estos centros de datos de estar conectados y en funcionamiento las 24 horas del día, lo que hace que las compañías necesiten recursos para mantenerlos y para refrigerar los sistemas que almacenan toda la información.
En este sentido, el operador de punto de intercambio de Internet DE CIX ha recogido cinco bases de datos situadas en lugares peculiares del planeta para reducir el uso de energía y ser más respetuoso con el medioambiente.
En primer lugar hay que tener en cuenta que la refrigeración de los centros de datos es muy importante para la eficacia y gasto energético de estos edificios. Sabiendo esto, Noruega ha ubicado su Lefdal Mine DataCenter en una antigua mina con 120 mil metros cuadrados, que aprovecha l agua de los fiordos y energía procedente de fuentes renovables para refrigerarse. En España ya se han iniciado proyectos similares en la minas de la zona de Asturias.
Otra de las localizaciones peculiares es la de la catedral ortodoxa Uspenski, en Helsinki (Finlandia). Esta iglesia contaba con un refugio antiaéreo de la II Guerra Mundial, que ha sido reconvertido en un centro de datos debido a las bajas temperaturas del lugar.
Además, el calor que emite este centro se distribuye entre los sistemas de calefacción de alrededor 500 hogares de la zona. Por otras parte, la capilla de Salem en Leeds (Reino Unido) también fue convertida a una base de datos.
En 2008, la compañía Interxion abrió en Suecia el Bahnhof Pionen, en un antiguo búnker nuclear de la Guerra Fría situado a 30 metros bajo tierra. Interxion también va a reconvertir una base de submarinos de la Segunda Guerra Mundial en Marsella (Francia) a un centro de datos, para aprovechar la estructura y seguridad con la que fue construida.
Facebook también se ha enfrentado al problema de refrigeración. La compañía de Mark Zuckerberg instaló una base de datos en el Círculo Polar Ártico, en Lulea (Suecia). La baja temperatura exterior ayuda a refrigerar el interior y así depender menos de generadores adicionales.
Por último, Microsoft ha desarrollado un nuevo proyecto para enfrentarse a este problema. Aunque de momento solo se trate de una prueba, la compañía ha ideado centros de datos sumergibles en la costa de Escocia, Al estar debajo del agua la temperatura será mucho más baja lo que ayudará a reducir la emisión.