#MetaDatos | De acuerdo con académicos del Instituto Tecnológico y de estudios Superiores de Occidente (ITESO), entre 2017 y 2018, dos casos –el feminicidio de Mara Castilla a manos de un chofer de taxi en Puebla, y la brutalidad policiaca ejercida en contra del joven Marco Antonio Sánchez– sentaron precedentes en la capacidad de respuesta de la sociedad empleando a las redes sociales como herramienta para confrontar la crisis de violencia y las versiones oficiales de las autoridades, plagadas de inconsistencias.
Ciudad de México, 27 de enero (SinEmbargo).– El contexto violento, la crisis de feminicidios y personas desaparecidas son problemáticas que han modificado el paisaje sociodigital en México, pero ha sido un proceso de largo despertar y de configurar nuevas formas de resistencia, según un nuevo estudio publicado en la revista académica deSignis.
Los usuarios de redes sociales mexicanos han aprendido a utilizar estas plataformas a medida de las necesidades que surgen del contexto violento que afecta al país. En los últimos años, estas plataformas se han configurado como herramientas para denunciar el feminicidio y para activar operaciones en tiempo real de búsqueda de personas desaparecidas.
Rossana Reguillo, Víctor Hugo Ábrego y Yann Bonna, académicos del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) concluyen en el texto “Resistencias en red: Tecnopolítica y violencias”, publicado por la revista académica deSignis, que la capacidad de coordinación y la producción crítica de datos que se está generando en el contexto mexicano han contribuido a nuevas forma de denuncia, que permiten a los usuarios de redes sociales participar en las construcción de versiones sobre determinados acontecimientos que siguen aristas paralelas a versiones gubernamentales –las llamadas «verdades históricas«– o de algunos medios de comunicación.
Estas nuevas formas de participación en las redes sociodigitales no surgieron de un día para otro. De acuerdo con los académicos, la manera en que detonan las movilizaciones en la esfera digital de México en torno a la crisis de violencia tienen como detonante diversos procesos de respuesta colectiva que han hecho frente a la violencia y la manipulación de la información, una práctica que prevaleció por décadas en medio de una esfera pública cerrada donde sólo unos pocos tenían derecho a construir las versiones oficiales y narrar acontecimientos.
Esto, aunado a otros procesos que durante años mantuvieron al sector de población más vulnerable, tanto en lo económico como en lo social, y sumido en la descalificación de sus puntos de vista, han sido el caldo de cultivo que impulsa dinámicas desde la Red para hacer frente a la crisis de violencia de la que los usuarios de redes sociales se han resistido a ser un ente pasivo.
La forma en que los mexicanos han utilizado las redes sociales para hacer frente a la violencia y la inseguridad que prevalece en México, han surgido también a raíz de una crisis de orden político que entre sus causales tiene la desestabilización del monopolio de la fuerza pública y que, en el caso mexicano, tiene como principal referente la llamada «guerra contra el narcotráfico» que inició a partir del Gobierno del ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa, estrategia que visibilizó los excesos de fuerza en que incurre el Estado y que tuvo resistencia de gran parte de la población.
“Felipe Calderón en su mandato en 2006, como una estrategia para combatir al crimen organizado, lejos de apaciguar los ya intolerables niveles de violencia en esos momentos, fue incrementando, diversificando y expandiendo la brutalidad y el horror en el país”, expone en el texto.
RESISTENCIA ORGÁNICA
Si bien los académicos no niegan que la participación de bots y de otras prácticas de manipulación del debate han contribuido a crear cajas de resonancia en la Red, la organización de los usuarios para hacer frente a la violencia ha contribuido a la creación de una agenda política emergente en las mismas plataformas donde tienen lugar operaciones automatizadas.
Cuando se activa una movilización a partir de un acontecimiento violento, los académicos han identificado prácticas que articulan estas expresiones, entre estas: los procesos de replicación, es decir aquellos que se generan a partir de la construcción de versiones de eventos fuera de la agenda mediático-gubernamental y, por otro lado, los procesos de inmersión crítica, que son aquellos que surgen cuando la participación de usuarios contribuye a la memoria colectiva y a crear distintas formas de táctica política.
Estos procesos tienen lugar a través de pequeñas acciones como compartir contenido, comentarlo o producirlo, acciones que en colectivo pueden llegar a generar reacciones en las autoridades.
MARA Y MARCO ANTONIO, EL DESPERTAR
Los académicos también señalaron que estos procesos tienen en México dos referentes: el feminicidio de Mara Castilla, en septiembre de 2017, y la desaparición y el maltrato del estudiante Marco Antonio Sánchez por parte de elementos de la policía, en enero de 2018.
En el caso de Mara, la revictimización del caso encontró una fuerte resistencia en el esfera digital donde se produjeron críticas a la normalización de prácticas que culpan a las mujeres por ser víctimas de violencia, es el caso de las críticas que recibió un periodista local que culpó a la joven de su asesinato a manos de un chofer de la empresa Cabify.
«Tres días después del hallazgo del cuerpo de Mara, con la fuerte discusión en medios locales y nacionales, un periodista local Arturo Rueda, dijo en un programa de radio que la chica “había tenido la mitad de la culpa”, puesto que, en palabras del periodista, o había perdido el conocimiento, o se había puesto de acuerdo con el chofer para irse a un motel”.
De acuerdo con los académicos, el feminicidio de Mara provocó un estallido en la Red que alteró la pasividad con la que los mexicanos enfrentaban la violencia que se ejerce en el país en contra de las mujeres.
Además de que durante los días previos a la aparición del cuerpo de la joven, la movilización en la Red fue tan intensa que marcó un precedente en el tratamiento de los casos de personas desaparecidas.
“Este es un evento en apariencia ‘pequeño’, pero que sienta precedentes, ya que por primera vez una tecnología pensada para recopilar información con fines comerciales fue utilizada como una herramienta de búsqueda de personas desaparecidas”.
EL CASO DE MARCO ANTONIO
En el caso de Marco Antonio, su desaparición estuvo vinculada a la violencia policiaca que en México se presenta con tal frecuencia que se había normalizado. No obstante, la respuesta que se produjo en torno a este caso dejó precedentes en torno a la capacidad ciudadana para hacer frente a las versiones oficiales que intentan manipular la realidad a su favor, las llamadas “verdades históricas”, cuya ausencia de credibilidad se vuelve asunto de dominio público.
“El caso de Marco Antonio se suma a una larga lista de casos de abusos y detenciones arbitrarias por parte de las fuerzas de seguridad del estado. Pero resalta la visibilidad de las consecuencias de ese abuso y maltrato especialmente por tratarse de un menor de edad, y especialmente también por la capacidad de las redes para desmentir o cuestionar en tiempo real las explicaciones ofrecidas por la Secretaría de Seguridad Pública, el jefe de gobierno de la Ciudad de México, la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos cometidos por Servidores Públicos”, concluye el estudio.