El mandatario estadounidense y su esposa expresaron su tristeza frente a la muerte del activista Desmund Tutu, quien fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1984 por su trabajo contra el apartheid y el racismo.
Washington, 26 dic (EFE).- El Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la Primera Dama, Jill, lamentaron este domingo la muerte del arzobispo sudafricano Desmund Tutu, al que describieron como «un verdadero siervo de Dios y del pueblo».
«En esta mañana después de Navidad, nos parte el corazón saber que ha fallecido un verdadero siervo de Dios y del pueblo, el arzobispo Desmund Tutu de Sudáfrica», manifestó la pareja presidencial en un comunicado distribuido por la Casa Blanca.
El arzobispo emérito sudafricano y Premio Nobel de la Paz falleció hoy a los 90 años de edad en Ciudad del Cabo y personalidades y líderes de todo el mundo han elogiado su obra en vida y lamentado su muerte.
Los Biden recordaron que el «valor» y la «claridad moral» de Tutu «inspiraron» a Washington para cambiar su política hacia el sistema de segregación racista del «apartheid».
También rememoraron su «calidez» y «alegría» cuando visitaron Sudáfrica para la Copa Mundial de fútbol en 2010 y dijeron sentirse agradecidos por las ocasiones que pasaron juntos en los últimos años.
«Hace solo unos meses, nos unimos al mundo para celebrar su 90 cumpleaños y reflexionar sobre el poder de su mensaje de justicia, igualdad, verdad y reconciliación mientras enfrentamos el racismo y el extremismo en nuestro tiempo», afirmaron los Biden.
Y, por último, terminaron enviando sus condolencias a la familia de Tutu y al pueblo de Sudáfrica por la muerte de uno de sus «padres fundadores más importantes».
«Su legado trasciende fronteras y resonará a lo largo de los siglos», concluyeron.
Galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1984 por su lucha contra la brutal opresión racista del apartheid en Sudáfrica, a Tutu se le considera una de las figuras clave de la historia contemporánea del sur de África.
Su trayectoria estuvo marcada por una constante defensa de los derechos humanos, algo que le llevó a desmarcarse en numerosas ocasiones de la jerarquía eclesiástica para defender abiertamente posiciones como los derechos de los homosexuales o la eutanasia.
En los últimos años se mantuvo alejado de la vida pública debido a su avanzada edad y a los problemas de salud que arrastraba desde hacía años, incluido un cáncer de próstata.