Aunque Malick está fascinado por el cielo nocturno, el cual contempla con el telescopio que armó él sólo a sus 12 años, quiere observar las estrellas en vez de ser astronauta.
Ciudad de México, 26 de noviembre (SinEmbargo).– Malick Ndiaye adoraba hojear un libro viejo que le pertenecía a su padre y explorar el contenido de sus páginas: el universo, las estrellas, los planetas. Así aprendió a identificar estrellas como Sirio, Betelgeuse o Aldebarán a sus ocho años de edad.
El libro había sido un regalo al padre de Malick por parte del expresidente de Senegal, Abdou Diouf, de quien era chófer personal.
Su amor por la astronomía fue creciendo, y decidió construirse un telescopio con sus propias manos para poder observar el universo desde su casa en Senegal.
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Encontró unos lentes viejos de su padre, y lo juntó con la lente de una cámara, papel, alambre, latas de refresco y una caña para crear un telescopio que pudiera utilizar en tan sólo dos semanas. A sus 12 años, el joven Malick ya podía ver aquello que había visto en el libro de su padre, con una imagen más nítida y detallada.
“Cuando enfoqué al cielo nocturno y vi los detalles de la superficie de la Luna me pareció que podía tocarla con la mano”, dijo al periódico El País.
Su historia conmovió a un vecino, quien compartió la historia en redes sociales. A raíz de eso, el profesor Maram Kaire, presidente de la Asociación Senegalesa para la Promoción de la Astronomía, le ofreció un telescopio profesional a cambio de que él construyera el trípode.
A pesar de ya contar con equipo profesional, Malick sigue cuidando y utilizando su telescopio casero también, y aunque no sueña con convertirse en un astronauta, está atento al cielo nocturno y a las estrellas.
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