La cinta está pensada especialmente para el público más joven que no tiene en mente la película original, esta Rebeca, dirigida por el británico Ben Wheatle, estará disponible en la plataforma el 21 de octubre.
Por Magdalena Tsanis
Madrid, 26 de octubre (EFE).- Ochenta años después de abrirle las puertas de Hollywood a Hitchcock y brindarle su único Óscar a la mejor película, el fantasma de Rebeca revive en Netflix, en una adaptación más ambigua y ligera, con Kristin Scott Thomas como la ahora no tan maléfica señora Danvers, junto a Lily James y Armie Hammer.
Pensada especialmente para el público más joven que no tiene en mente la película original, esta Rebeca dirigida por el también británico Ben Wheatley (High Rise) se estrenó el 16 de octubre en «cines seleccionados» y dentro de cinco días, el 21 de octubre, estará disponible en la plataforma en todo el mundo.
«El juicio sobre los personajes es más gris en nuestra película, creo que hay más empatía hacia ellos», defiende Wheatley que dice haber tomado como referencia la novela original de Daphne du Maurier y rechaza hablar de remake del célebre largometraje protagonizado por Joan Fontaine y Laurence Olivier.
«Bastante difícil es hacer una película, como para tener que pensar en la película de otro», sostiene en declaraciones a Efe. De la novela, fue precisamente esa ambigüedad moral lo que le atrajo y la combinación de géneros. «Empieza como un viaje agradable, unas vacaciones y se convierte en una historia de fantasmas y de asesinatos», describe.
La historia arranca en Mónaco con el romance entre una joven humilde (Lily James) y el apuesto viudo Maxim de Winter (Armie Hammer) y cambia de tono cuando, tras el matrimonio, llegan a Manderley, la finca familiar custodiada por una siniestra ama de llaves y el fantasma de la esposa fallecida.
LAS FRUSTRACIONES DE SER MUJER AYER Y HOY
El personaje más inquietante sigue siendo el de la retorcida señora Danvers, que Scott Thomas trata de humanizar sin hacerle perder su carácter malévolo.
«Cuando haces una adaptación tienes dos opciones, ser muy fiel al material original o permitirte licencias poéticas, como hicimos con El paciente inglés en su día y es lo que hace Ben aquí», explica la actriz británica.
«La señora Danvers lo perdió todo al morir su marido, su estatus se desplomó, pero ella siente que tiene el derecho a ser la dueña de su casa, por eso cuando aparece esta chica siente que le está usurpando su lugar», sostiene.
Esa obsesión y la rabia por ser desplazada de lo que considera su sitio es lo que más le interesó del personaje, dice la actriz, que tiene en estos momentos en preparación otros cinco largometrajes y prepara su salto a la dirección.
«En una carrera larga como la mía, hay momentos en que te cansas un poco de hacer lo mismo; a veces tienes que esperar para que la gente decida ponerte bajo una luz diferente, y extrañamente a medida que me hago mayor los papeles que me ofrecen son más interesantes».
LILY JAMES Y ARMIE HAMMER, EL RENOVADO MATRIMONIO DE WINTER
Lily James, protagonista de la Cenicienta (2015) de Kenneth Branagh y la lady Rose en la serie Downton Abbey, cuenta que leyó la novela de Du Marier a los 18 años y le dejó huella. «Era una historia que te enganchaba, porque tenía romance, terror gótico, suspense…».
Y aún siendo una novela de los años 30 cree que tiene alcance actual. «Hay temas interesantes para las nuevas generaciones, sobre las relaciones entre hombre y mujer, ser una víctima, y especialmente en la era de las redes sociales, hoy Rebeca es esa mujer de vida perfecta que te hace sentir pequeña y mal pero que no es real sino una imagen falsa», describe la actriz.
Y aunque la imagen de la mujer moderna hoy pueda tener más que ver con la de Rebeca, «independiente y liberada», está convencida de que muchas se han sentido alguna vez como la nueva señora De Winters, «inseguras en busca de su propia voz».
Hammer, lanzado a la fama por Call me by your name, también dice haberse mantenido deliberadamente apartado de la película de Hitchcock antes y durante el rodaje, aunque sí la vio después para constatar, dice, que la interpretación de Olivier era más fría y distante que la suya.
«Al parecer la realidad es que Laurence Olivier odió hacer esa película, se sentía abatido todo el tiempo y es ese enfado lo que ves en la película, no estaba actuando», asegura.