La reivindicación de las lenguas indígenas fue otro tema eje en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO), por su riqueza cultural e importancia política. Mikeas Sánchez, escritora, docente y traductora zoque, explicó la trascendencia de rescatar las lenguas originarias en tiempos actuales.
En entrevista con Puntos y Comas, la autora detalló que la literatura en su lengua materna tiene una cualidad naturalmente poética, por su conexión espiritual con la naturaleza. Destacó además que las comunidades deben crear sus propios espacios, independientemente del Estado y las instituciones.
Ciudad de México, 26 de octubre (SinEmbargo).- Además de la paridad de género, otro tema eje en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) fue la reivindicación de las lenguas indígenas, por su riqueza cultural e importancia política. Mikeas Sánchez, escritora, docente, productora de radio y traductora zoque de la variante del norte alto, explicó la trascendencia de rescatar las lenguas originarias en tiempos modernos.
“Escuché de la viva voz de mi mamá y de mis abuelos, historias que son propias de la comunidad zoque. A pesar de que se menosprecia la literatura de tracción oral porque no tiene una escritura, tiene una riqueza que es mucho más bonita. Imagínate: tu abuelita te está contando, transmitiendo sus sentimientos, su tono de voz cambia, su mirada recuerda cosas, es algo energético bien bonito”, rememora con cariño la autora.
Mikeas detalló que la literatura en su lengua materna tiene una cualidad naturalmente poética, debido a que existe una conexión espiritual diferente con la naturaleza. “Es una relación simbiótica con la naturaleza. Se le canta, se le rinde pleitesía, se le pide permiso. Entonces hay un lenguaje ceremonial para dirigirse a eso que es superior a nosotros. La tradición poética viene de ese pensamiento, de lo que no puedes explicar, de lo que es más grande que nosotros”, apunta.
A continuación, te presentamos la entrevista que Puntos y Comas realizó a una mujer que lleva la literatura del zoque al español y de regreso. Una mujer que insiste en que las comunidades deben crear sus propios espacios, porque cuando el Estado y las instituciones los gestionan, los indígenas no se apropian de ese espacio por no sentirlo suyo.
–¿Cómo lograr que las lenguas indígenas no mueran? Independientemente de las labores institucionales, ¿qué podemos hacer como ciudadanos?
–Primero, enseñarle a los hijos, que las familias de grupos de hablantes entiendan que las lenguas son muy valiosas porque en ellas hay filosofía, medicina, gastronomía. Está el cocimiento de todo lo que existe en una civilización. En la medida en que una familia rural, que vive en el campo y a lo mejor no fue a primaria o no tiene una formación profesional, que entienda que hay una riqueza increíble en las lenguas indígenas. Esas familias alejadas deben comprender que sus lenguas tienen un valor que les permite entender el mundo y vivir en él, es otra forma de vida, otro pensamiento.
Si eso pasara, tendría un impacto mucho mayor de lo que puedan hacer las instituciones. Que un niño sienta orgullo de hablar su lengua, que cante, que practique la danza, que conozca el uso que se le da a la medicina herbolaria o cualquier otra actividad o conocimiento ancestral que tenga su cultura. Si aprende eso, está preservando la lengua de inmediato.
–¿Cuál es la mayor dificultad o reto al traducir el español?
–Conservar la esencia del texto es lo más difícil. Ciertamente como traductor, tiene que adaptarte a lo cultural, y la cultura es distinta. Cuando empecé a escribir en español, lo hacía con muchas metáforas, me encantan. Pero desde el zoque, no las uso porque ya están implícitas. Si hago una metáfora, resulta algo absurdo: hay metáforas que la misma lengua tiene naturalmente y esas sí las puedo traducir al español porque salen cosas muy bellas. Pero una metáfora desde el español, no me sale bien en zoque.
–¿Esto sólo pasa con el zoque o las lenguas indígenas tienen esta característica en general?
–Hay otras lenguas que tienen también ese lado poético. Mucha gente pregunta ¿por qué escriben tanta poesía los indígenas? Porque se nos da de manera natural, porque lo hemos escuchado en la música, en los rezos tradicionales, en las ceremonias de ritual. Hay musicalidad y la poesía es música. Lo traemos de manera nata. Aprendemos la estructura poética, pero ya tenemos un contenido que viene de herencia.
–¿A qué le atribuyes que tengan esta cualidad las lenguas indígenas? ¿Sólo es así en México o los pueblos originarios en Latinoamérica tienen esta característica?
–Porque hay una conexión importante con la naturaleza. Lo europeos, con el positivismo, tienen una tradición marcada dede lo racional, entonces desde su punto de vista nosotros estamos atrasados, creyendo que el rayo tiene un nombre, una energía ¡y qué bueno! En los pueblos indígenas no funcionó el positivismo, con los indígenas hay una metafísica inmersa en el pensamiento. Para ellos, la montaña y el río tienen una energía que los protege y cuida; a la tierra hay que hablarle, pedirle permiso; si tú haces una cacería furtiva, el animal que cazas se convierte en tu enemigo y te persigue en el inframundo.
Entonces hay una conexión espiritual diferente, hay un respeto con la naturaleza. Es inconcebible que una máquina taladre a la madre tierra. Por eso hay poesía, pues una relación simbiótica con la naturaleza. Se le canta, se le rinde pleitesía, se le pide permiso. Entonces hay un lenguaje ceremonial para dirigirse a eso que es superior a nosotros. La tradición poética viene de ese pensamiento, de lo que no puedes explicar, de lo que es más grande que nosotros.
–¿Cuál es la diferencia entre dialecto, lengua, idioma y lenguaje?
–Dialecto es una variante lingüística de una lengua. Una lengua puede tener muchas manera de hablarse. El español mismo tiene muchos dialectos: mexicano, argentino, cubano, caribeño… Son tonalidades diferentes que vienen de la misma lengua. Entonces las lenguas indígenas también replican esto. Escuche que el zapoteco tiene 52 variantes, es tremendo, muy rico. El zoque tiene siete en Chiapas, más los de Oaxaca, Tabasco y Veracruz. Hay muchísimo de una misma lengua, sobre todo en México.Lengua e idioma es más política esa diferenciación. Es algo confuso, mucha gente sigue diciendo dialecto para referirse a una lengua indígena, y creo que se ha quedado por una cuestión más de discriminación. A veces hasta entre académicos, que no son lingüistas, les cuesta y caen en ese lugar común.
–¿Crees que en algún momento las instituciones culturales y el sistema educativo volteen a ver las lenguas indígenas como parte de un temario o un programa serio de estudios?
–Lo están haciendo pero creo que va lento porque llevamos 500 años de retraso, esto se está haciendo a penas. Cuando se tomaron en cuenta las lenguas maternas no fue hace mucho, es muy reciente realmente. Sí se hacen cosas, en el INALI, en Culturas Populares, en el INPI, se hacen cosas pero es muy incipiente todavía.
A mí me queda claro algo: si las comunidades deciden crear sus espacios, funciona porque ellos quieren, lo piden, es una necesidad. Si el Estado lo pone, es entonces algo que el Estado pensó para los indígenas, pero ellos no se apropian de ese espacio. Pasó con la radios indígenas, que no están funcionando como deberían porque se crearon desde una visión de fuera; en campo las radios comunitarias funciona porque la comunidad se apropió de ese espacio. La comunidad participa, se siente representada, hay más confianza porque ellos mismos lo crean.
–¿Cuál es tu relación con el zoque? ¿Lo aprendiste de forma orgánica, por tu familia o lo estudiaste?
–El zoque es mi lengua materna, mis papás son monolingües y analfabetas también. Lo aprendí de manera oral, transmitido por mis padres.
–¿Qué es lo que te gusta más del zoque? ¿Nos puedes contar una anécdota o un recuerdo de esta lengua que te conecte a un nivel emotivo?
Yo recuerdo con mucho cariño las historias de tradición oral. Y no son sólo “esas cosas que te cuentan los abuelitos”, es una literatura completa que viene desde la oralidad. Los mismo hermanos Grimm tuvieron que ir a las comunidades en Europa para hacer esas recopilaciones de la Caperucita roja, la Bella durmiente, Cenicienta, de todas esas historias. En nuestras comunidades hay muchísimas historias más que esas. Yo leí a los hermanos Grimm, pero también escuché de la viva voz de mi mamá y de mis abuelos, historias que son propias de la comunidad zoque.
A pesar de que se menosprecia la literatura de tracción oral porque no tiene una escritura, tiene una riqueza que es mucho más bonita. Imagínate: tu abuelita te está contando, transmitiendo sus sentimientos, su tono de voz cambia, su mano se mueve, su mirada recuerdan cosas, es algo energético bien bonito. En cambio con un libro es la actividad más solitaria del mundo porque te sumerges en otro mundo que tú te imaginas, pero tú solito. No lo compartes, es algo individual, la narración oral se hace desde la colectividad y eso le da un toque diferente.
Si rememoro cuando mi mamá me contaba cierta, historia, me acuerdo bien, mi memoria lo graba más. Si me preguntas un pasaje de un libro que haya leído, quizá si me acuerde pero en su conjunto no te podría decir la novela tal cual, me se irían muchos detalles porque mi memoria no lo registró tal cual. En la narración oral hay una conexión, yo creo que es el cariño, la ternura, el amor con el que esa otra persona te está transmitiendo eso que sabe, esa historia que te marca y te hace parte de una comunidad.
–¿Qué opinas del uso de lo indígena como parte del marketing o las tendencias en la moda?
El mercado te va dictando qué cosa te debe gustar por una cuestión de consumo, tiene que ser así para despojarte de lo que tú eres para que puedas consumir lo que te dan. Y lo indígena estorba muchísimo para todo; estorba el capitalismo, estorba el mercado de consumo.
Estorba, pero lo apropian, como hicieron con Yalitza. La ponen en el mercado como “la indígena que triunfa en Holllywood”, y ella oferta el vestido de tal o cual marca. Es algo inconsciente pero alguien que lo vea pensará “ah, Yalitza es indígena y usa ropa de marca. Yo también puedo”. Yo ya tengo mi traje que uso en mi comunidad, no necesito ir a disfrazarme de otra cosa.
El capitalismo es un monstruo muy inteligente, muy astuto, que conoce las debilidades, la mente humana. En el mercado de consumo, todo es válido. Yo lo veo mucho con escritores originarios que tienen esas puertas que se abren y también se la creen. Y eso te aleja de tu comunidad y grave porque en la comunidad pasan cosas terribles y tú eres un genio, pero no estás ahí para echarle una mano a la gente.
Mikeas Sánchez es Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. En 2005 fue becada por la Fundación Ford para realizar una especialidad en Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Universidad Autónoma de Barcelona UAB. Obtuvo el Premio Estatal de Poesía Indígena Pat O’tan 2004 y el primer Premio de Narrativa “Y el Bolóm dice…” 2005. En 2014, fue nominada al Pushcart Prize, reconocimiento literario para las mejores publicaciones en Estados Unidos de América. Parte de su obra está traducida al catalán, italiano, alemán, maya, portugués e inglés.