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Redacción/SinEmbargo

26/09/2017 - 5:56 am

La ruta después del sismo

A una semana del terremoto de magnitud 7.4 que dejó graves daños en Morelos, Puebla y Ciudad de México, las labores de rescate continúan y las evaluaciones de las pérdidas materiales también. Sin embargo, en medio de la tragedia es necesario considerar que la parte más difícil apenas comienza, y es que la reconstrucción de las ciudades afectadas es en proceso lento y costoso que dejará en la calle durante meses a aquellos que lo perdieron todo. Si bien, esta tragedia mostró el rostro de la solidaridad de la sociedad, este rostro solidario debe mantenerse en los meses siguientes, mismos en los que se definirá el camino a seguir después del sismo

La ruta después del sismo
A una semana del terremoto de magnitud 7.4 que dejó graves daños en Morelos, Puebla y Ciudad de México, las labores de rescate continúan y las evaluaciones de las pérdidas materiales también. Sin embargo, en medio de la tragedia es necesario considerar que la parte más difícil apenas comienza, y es que la reconstrucción de las ciudades afectadas es en proceso lento y costoso que dejará en la calle durante meses a aquellos que lo perdieron todo. Si bien, esta tragedia mostró el rostro de la solidaridad de la sociedad, este rostro solidario debe mantenerse en los meses siguientes, mismos en los que se definirá el camino a seguir después del sismo. Al respecto en El Universal, su Editorial, asegura que: «las tareas de rescate poco a poco darán paso a otras fases más largas e igual de importantes: remoción de escombros y reconstrucción. Bien se advertía a uno o dos días de la tragedia, cuando se llegó a decir que en ese momento no hacían falta víveres: ‘Esto no se termina en unos días y la ayuda se seguirá requiriendo en los próximos meses’. Para el futuro son muchos los aspectos a considerar, además de la reconstrucción. -La seguridad […]. En estos momentos la revisión de inmuebles dañados […] es prioritario. El retorno a hogares y aulas debe darse en un entorno de seguridad y transparencia debidamente verificadas. La correcta realización de estas acciones permitirán también conocer la cifra exacta de personas que perdieron su hogar. -En materia de apoyos la ruta que tiene que predominar es la de la ayuda desinteresada —sin condiciones— por parte de autoridades y gobiernos, así como de partidos. No se trata de que estos últimos entren en una especie de competencia por ser los que más dinero aporten a la reconstrucción. Los recursos, no hay que olvidar, provienen de los bolsillos de los ciudadanos. Empresarios se han comprometido a hacer aportaciones, pero aún faltan las grandes constructoras que han obtenido cuantiosos beneficios de la obra pública. -La aplicación de la ley serán fundamental, pues poco a poco van saliendo historias de sobrevivientes, de manera principal en la Ciudad de México, que denuncian que el edificio que habitaban estaba prácticamente recién construido […]. Las inmobiliarias tienen que dar la cara ante señalamientos puntuales y, de ser necesario, asumir responsabilidades […]. -La participación ciudadana mostró su músculo y tiene que mantenerse […]. La actual generación de jóvenes, que muchos consideraban apática, mostró capacidad de reacción, que debe durar para la ayuda futura. Como hace 32 años, el sismo de este 2017 marcará un antes y un después».

El incierto futuro de la ciudad de México luego del sismo del 19 de septiembre habrá de tornarse en crisi asegura en Milenio, el periodista Joaquín López Dóriga, quien escribe que: «al gran desastre seguirá la crisis. ¿Cuál? No lo sé. Pero vendrá. Y no se trata de aplicar la analogía ni de que se repita la historia que atribuye a aquel desastre la escisión del PRI en 1987, con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas, el resultado de la elección presidencial de 1988, cuando se denunció el fraude electoral en el proceso en el que compitió por el Frente Democrático con Manuel Clouthier, por el PAN, y Carlos Salinas, por el PRI, que llevaría al surgimiento del PRD y a partir de 1996, con la reforma política de aquel año, a la debacle del partido único al perder por primera vez, en 1997, su control histórico en el Congreso y tres años después, la Presidencia de la República que recuperaría 12 años más tarde Enrique Peña Nieto. No, la historia, por más que me digan no se repite, los errores sí, pero éstos no son de ella, son de los hombres y, sobre todo, de los hombre del poder o en el poder. Hoy […] nadie puede prever cómo se expresará la crisis que venga. Esa es la incógnita que hoy no se puede despejar, nadie puede descifrarla […]. La sociedad, sobre todos los jóvenes que vivieron el primer terremoto de su vida, ha tomado las calles y espero que ya no la dejen. De esta desgracia tiene que surgir algo mejor de lo que tenemos, que no es muy difícil, porque sería inaceptable que tras este movimiento, y no me refiero al telúrico, todo siguiera igual. Eso ya no. Me resulta imposible de aceptar. Pero el tiempo, el muy breve tiempo, las semanas y, sobre todo el proceso electoral que ya inició, lo demostrarán».

La solidaridad y el nivel de organización de la ciudadanía tras el sismo, han dejado la vara a las autoridades, quienes las encargadas de la siguiente etapa de esta tragedia. La primera respuesta fue de los ciudadanos mexicanos que sorprendieron a todo el mundo, de manera inmediata y desinteresada salieron a las calles a brindar apoyo a los afectado, y pronto comenzaron a exigir acción de las autoridades en la misma medida. Al respecto en El Universal, el periodista Carlos Loret de Mola, escribe que: «la tragedia que vino con los sismos de este mes produjo también una respuesta social potente, espontánea, sin mediaciones y sin reservas. Miles y miles de jóvenes se movilizaron de inmediato. No sólo en la Ciudad de México, donde en cuestión de minutos había manos para ayudar en todos los lugares en los que hubo derrumbes. En el resto del país las iniciativas para llevar ayuda a los afectados del 7 de septiembre en Chiapas y Oaxaca se intensificó y adaptó a lo que exigía el terremoto del día 19. Muchos viajaron para ayudar en la emergencia. Muchos más se organizaron para el traslado de víveres, herramientas, lonas, catres, lo que hiciera falta. Y, en medio de la profunda desconfianza al gobierno, se convirtieron también en vigilantes de que esa ayuda no cayera en manos equivocadas o interesadas. Es verdad que no sólo los jóvenes respondieron. Hubo y sigue habiendo estos días acciones de solidaridad de todos los sectores, estratos y edades, pero lo de los jóvenes, lo de los milenials […] ha rebasado todas las expectativas. Conmovieron a todo el país imágenes como las de los rescatistas improvisados trabajando con los de las fuerzas armadas y organizaciones especializadas, los puños en alto que pedían silencio en busca de vida, los gestos de respeto a los caídos en los lugares de desastre, el flujo incesante de personas acarreando ayuda a pie, en bicicletas, en motos, en vehículos […] La sociedad estaba desenamorada de sí misma. La violencia, la inseguridad, la corrupción hicieron mella. Pero la emergencia hizo que de nuevo los ciudadanos se reconocieran, se unieran y respondieran dejando asombrado al mundo entero […]. Ahora viene una etapa más compleja: la de las soluciones permanentes, la reconstrucción, la búsqueda de responsabilidades donde las hubo. Los gobiernos de todos los niveles y todos los colores tienen un reto enorme para cumplir con lo que les toca. Es demasiado temprano para avizorar en qué culminará esta impresionante movilización de los jóvenes de una generación que era tildada de egocentrista y absorbida por la autovaloración tecnológica. ¿Surgirá una, muchas organizaciones políticas? ¿Se mantendrán fuera de la arena partidista? […]. Nadie lo sabe a estas alturas. Lo que es un hecho es que los gobernantes tienen enfrente a una sociedad que si bien es solidaria y desinteresada, hoy más que nunca será exigente, vigilante y hasta desafiante. Ha descubierto su propio poder».

En esta ruta marcado por la exigencia ciudadana, se encuentra también o referente al dinero para reconstrucción de la ciudad, el cual, de acuerdo se espera provenga de la eliminación del prepuesto que el INE otorga a los partidos políticos y que en 2018 será el más alto de la historia. Por ello en el diario Reforma, su columna de trascendidos Templo Mayor, asegura que: «el reclamo ciudadano para que cedieran sus millonarias prerrogativas a los damnificados, los partidos políticos actuaron rápido… como si de verdad les importara el respetable público. Sin embargo, hay quienes dicen que aquí hay gato partidista encerrado. De entrada porque el PRI estaría haciendo una carambola de tres bandas: renunciar al subsidio público para engordar la bolsa del Fonden y así el gobierno podría verse generoso reconstruyendo las zonas afectadas antes de las próximas elecciones, con el consiguiente beneficio para sus candidatos. Y, por el otro lado, el trancazo en cuestión de recursos sería durísimo para Morena, pues no es lo mismo quitarle unos millones a un partido que recibe miles que a uno que recién obtuvo su registro. Todo eso, claro, sin contar con que los tricolores tienen muuuchas más fuentes de financiamiento, tanto público como privado… ¡o ilícito!»

Parte de lo que viene después del sismo no sólo es la reconstrucción, sino las elecciones presidenciales de 2018, y sobre ello en el Excélsior, la periodista Yuriria Sierra, escribe: «me impacta que ningún político está logrando leer lo que ha ocurrido con la sociedad desde hace una semana, cuando el sismo de 7.1 grados de magnitud le recordó a una gran y maravillosa mayoría, que en sus manos se teje, también, el futuro de nuestro país […]. Ésta es la oportunidad perfecta para que aquellas manos y las que forman al Estado se estrechen de nuevo y se sienten a dialogar. Y es que ese diálogo es parada obligada si lo que queremos es que México sea un mejor país a partir de esta tan desafortunada experiencia. ‘La reconstrucción va a tomar meses y años, tenemos que empezar a cuidar desde ya los recursos que vayan para la reconstrucción de las viviendas en la Ciudad de México, Morelos y en otras entidades, haciéndolo con absoluta integridad. Tenemos que asegurarnos que nadie que haya sido dañado, sea condicionado recurso alguno por razones políticas u otras razones…’, me dijo Eduardo Bohórquez, Director de Transparencia Mexicana, hace un par de días en Imagen Radio. Y no es paranoia. Ya ha pasado en otras ocasiones: los damnificados se convierten en clientelas políticas, y a la pena por los daños, le tienen que sumar el suplicio para la obtención de los recursos prometidos que les ayuden a recuperar algo de lo que perdieron. Y bueno, si en la víspera tenemos una elección… ¡peor aún!  […]. ‘Tenemos que organizarnos de una manera distinta los ciudadanos, para que esos recursos sean monitoreados con el tiempo, porque en tres meses habrá algún Diputado local, un síndico y algún Secretario de Estado que van a tratar de lucrar políticamente con esto, irán a decirle a las comunidades ‘yo te apoyo si tú me apoyas…’, para construir relaciones clientelares de las que ya queremos deshacernos. No encuentro otra manera de contrarrestar esto, que no sea una buena organización de la sociedad civil…’, agregó Bohórquez. Y es que debe haber más de dos que ya estén babeando por lo que les significaría entregar ayuda a los damnificados con su nombre en una estampita. Aunque la ayuda no haya llegado, precisamente de su bolsa, sino de la de los ciudadanos solidarios […]. Justo, en los últimos días, en redes sociales se cuestionó la manera en que el gobierno de Morelos canalizó la ayuda que llegó para los afectados del sismo […]. Y será gracias a la organización ciudadana y al trabajo que junto con organismos como Transparencia Mexicana puedan lograr, que ni Graco ni ningún otro funcionario convierta esta tragedia en una ventana de oportunidad política».

En el futuro de la Ciudad de México, no sólo se augura crisis, sino más sismos. pues de acuerdo con la columna del periodista, novelista e historiador Héctor Aguilar Camín en el diario Milenio, eso fue lo que auguró Cinna Lomnitz, sismólogo, que aseguraba que la capital del país «no es una zona de ‘riesgo sísmico’, sino de ‘certeza sísmica’. Explicó las razones en un pequeño ensayo de título apocalíptico, ‘El próximo desastre sísmico de la Ciudad de México’ […]. En Ciudad de México temblará por el resto de los tiempos, explicó Lomnitz, por razones que remiten a la noche de los tiempos, a la época en que un vasto acomodo geológico, de hace quizá 100 mil años, cerró la cuenca de México y dio lugar a la formación de la gran laguna en cuyo islote dominante creció la Gran Tenochtitlan. Sobre los lechos de esa laguna, y luego sobre sus amplias riberas se construyó la Ciudad de México en que hoy vivimos. La historia registrada de los grandes sismos de la capital del país permite establecer con precisión que la zona de las catástrofes sísmicas actuales corresponde al contorno de las antiguas aguas. Escribe Cinna Lomnitz: ‘La parte baja de la Ciudad de México está construida sobre una capa de lodo que tiene un espesor de 30 metros en promedio. Esa zona estaba cubierta originalmente por las aguas de una extensa laguna, de la que emergía apenas la isla donde se asentó la capital azteca. El sismo (de 1985) produjo la destrucción de casi 400 edificios de siete a 18 pisos de alto, pero solamente en la zona baja, la llamada Zona III’. Lo mismo sucedió en el sismo de 2017: solo hubo afectaciones dentro de los contornos de la antigua laguna […]. A saber: que un factor decisivo de los grandes daños ocasionados por los sismos a la ciudad de cemento y acero en que vivimos es el subsuelo arcilloso de la vieja ciudad lacustre. Esto quiere decir que no toda Ciudad de México es zona de desastre sísmico, solo la zona baja de la antigua laguna, la llamada Zona III. Y que el subsuelo no es todo, que hay mucho que hacer para disminuir al mínimo la zona de desastre. Nuestra fatalidad no es fatal».

En esta ruta a seguir tras el sismo, la línea entre la oportunidad y el oportunismo parece ser muy delgada, así lo comenta en El Universal, el periodista Salvador García Soto, quien escribe que: «la velocidad de la tecnología y las redes hicieron a la sociedad movilizarse casi de inmediato en la emergencia del 19 de septiembre; pero esta vez el gobierno federal, aunque superado por momentos por el empuje y la iniciativa social, no estuvo ausente en los momentos inmediatos de la tragedia. Con fallas de comunicación y desorden inicial, la estructura gubernamental asumió el control paulatino de las labores de rescate y remoción de escombros, concentró la información sobre muertes y daños, y lo más importante, ayudó a encauzar la enorme energía social volcada a las calles, en su mayoría de jóvenes, a los puntos de necesidad en los estados afectados […]. Hoy Peña Nieto reaccionó ante la dimensión de la tragedia. Sin estar exento de muestras iniciales de indignación, su gabinete, apoyado en los planes de emergencia y equipos especializados de la Defensa y Marina, se movilizó rápido a las zonas de desastre, incluso de forma más efectiva el 19 de septiembre en la capital y centro del país, que con las primeras acciones que tuvo el 7 de septiembre en Oaxaca y Chiapas, donde hubo reclamos por la lentitud de la ayuda federal. En los gobiernos estatales la reacción varió. Más organizado y con mejor infraestructura, el gobierno de la Ciudad de México activó de inmediato planes de emergencia y concentró, en el moderno C5 toda la operación, información y acciones ante la devastación. A Miguel Ángel Mancera le cuestionaron en un principio que no apareciera en medios con mensajes de aliento a una ciudad herida, pero nunca lo acusaron de ausencia porque siempre estuvo al frente de la emergencia. No es el caso de otros gobernadores. Una soberbia decisión llevó a Graco Ramírez a dar un protagonismo dañino a su esposa, Elena Cepeda, quien centralizó y acaparó toda la ayuda del país o el extranjero para la destruida Jojutla […]. Las redes y medios denunciaron un desvío con fines proselitistas, cuando la señora ordenaba rotular cualquier apoyo con el logo ‘DIF Morelos’, apropiándose de ayuda enviada por otros gobiernos y sociedad civil. En tragedias como ésta, la línea entre oportunidad y oportunismo es delgada […]. Al final, todo desastre es oportunidad de demostrar fortaleza. La sociedad mexicana ya demostró con acciones, no palabrerías ni discursos, que está unida y fuerte para sobreponerse a la tragedia. Falta ver si el gobierno y los políticos están a la altura de una destrucción cuya magnitud apenas aflora y, sobre todo, de la necesaria y cabal reconstrucción que tendrá que seguir al desastre».

En este contexto, lo que sigue para el Presidente Enrique Peña Nieto, será una gira por el país, asegura en Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, donde señala que el Jefe del ejecutivo «continuará con sus visitas a los estados afectados por los sismos y dará a conocer, antes de que concluya esta semana, los montos que serán entregados a los afectados de Oaxaca, que gobierna Alejandro Murat, y Chiapas, a cargo de Manuel Velasco, para ser cobrados vía monederos electrónicos implementados en coordinación con las autoridades estatales».

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