En 2011, miembros de la comunidad se dieron cuenta de que las millones de luciérnagas que aparecen entre junio y agosto podrían atraer a turistas de las grandes ciudades, en donde muy pocas personas las han visto en grandes números. De hecho, en todo el mundo, la deforestación y el crecimiento urbano amenazan a más de 2 mil especies de luciérnagas.
Ciudad de México, 23 de julio (AP).- En el poblado de Nanacamilpa, las pequeñas luciérnagas ayudan a salvar los enormes pinos y abetos a las afueras de la megalópoli de la Ciudad de México (CdMx).
Miles de ellas iluminan un espectáculo mágico al anochecer en los antiguos bosques y reservas como el parque Piedra Canteada, a unos 75 kilómetros (45 millas) de la ajetreada capital de México.
Piedra Canteada, en el estado Tlaxcala, no es un parque administrado por el Gobierno, sino una cooperativa rural que se las ingenió para salir de la pobreza y abandonar la tala con la ayuda de las luciérnagas.
Durante años, las fuerzas económicas que incluyen los bajos precios de los productos del campo, obligaron a comunidades como Piedra Canteada a talar árboles y vender los troncos. Luego, en 1990, el líder de la comunidad, Genaro Rueda López, tuvo la idea de que el bosque les podría generar ingresos turísticos de los campistas.
El negocio se mantuvo lento durante años. Pero en 2011, miembros de la comunidad se dieron cuenta de que las millones de luciérnagas que aparecen entre junio y agosto podrían atraer a turistas de las grandes ciudades, en donde muy pocas personas las han visto en grandes números. De hecho, en todo el mundo, la deforestación y el crecimiento urbano amenazan a más de 2 mil especies de luciérnagas.
Cinco años después, las cabañas del parque y los espacios para acampar están reservados con semanas de anticipación, para asistir a una atracción que es particularmente popular entre las familias con niños pequeños y las parejas que buscan un ambiente romántico.
«Ver la cantidad de luciérnagas que uno ve es impresionante», contó Carlos Landa, un turista en CdMx que visitó esta semana Piedra Canteada. «La sincronía del apagar y encender, es algo realmente impresionante, es como un bosque de Navidad, es un efecto de ese tipo».
La cooperativa de 42 familias aún tala algunos árboles, pero han preservado más de 630 hectáreas (mil 560 acres).
«Nosotros talamos, vivimos del bosque, de cortar árboles, pero en una forma ordenada», comentó Rueda López, uno de los fundadores de la cooperativa. «Es como un jardín, tú tienes que quitar las ramas, hay que quitar las partes secas, las partes enfermas para que realmente crezca».
Afirma que tienen planeado sembrar más de 50 mil pinos en las áreas que talan cada año.
El concepto se ha extendido a los lugares cercanos en Tlaxcala, un estado rural en su mayoría. Ahí está el ejemplo de Granja Interactiva Salma, cuyo negocio principal sigue siendo la siembra de maíz, trigo, haba y chícharo. Pero afirman que los tours de luciérnagas son una muy necesaria fuente de ingreso adicional.
«Estamos tratando de que en toda la zona de acá ya no se ocupen herbicidas, porque si es un insecticida, lógico va a afectar a la luciérnaga», comentó Hugo Brindis, guía certificado en Granja Salma. «Tratamos de ver junto con biólogos, y con los mismos que manejan los químicos para tratar de ver cuál es el que les afecta menos, sin afectar también en campo».
Señaló que su operación es un rancho exclusivo para reserva, y que intentan reducir el número de personas que visitan la zona a 250 personas máximo por fin de semana, y mantener así un espacio sustentable en el bosque.
En Piedra Canteada, la cooperativa adquirió un pequeño aserradero en 1998 para poder vender madera cortada a un precio más elevado, en lugar de los puros troncos. El aserradero da trabajo a los residentes y un ingreso que va más allá de la temporada de luciérnagas, que se extiende durante tres meses.
Pero actualmente, las luciérnagas son su principal fuente de ingresos.
«Hemos bajado, se puede decir en un 60 o 70 por ciento la producción de la madera, para preservar el bosque y tener un mejor sustento con el turismo», comentó el gerente del aserradero, Salvador Morale.