Pobladores de Tixtla, Guerrero, acusaron al sacerdote Sotero Sánchez Tizapa de amenazas de muerte y acudir a la Iglesia en estado de ebriedad, entre otras irregularidades. Dijeron que anteriormente el párroco fue expulsado de Mochitlán y Mazatlán por las mismas razones, sin embargo, dudan que en la comunidad pase lo mismo, pues sus denuncias no han sido atendidas.
Por Alfonso Marín Amezcua
Ciudad de México, 26 de mayo (SinEmbargo/El Sur).- Feligreses católicos de Tixtla, Guerrero, se reunieron afuera de la iglesia del Barrio de El Santuario de la Natividad para exigir la destitución del sacerdote Sotero Sánchez Tizapa, a quien acusan de amenazas de muerte, aumentar el costo de las homilías y acudir en estado de ebriedad a las actividades religiosas.
A las 20:00 horas de ayer, unos 50 pobladores acudieron a la parroquia y comenzaron a repicar las campañas para convocar a los feligreses y hacer extensa la denuncia de las anomalías del sacerdote.
De manera paulatina, arribaron a la Iglesia otros 100 feligreses, y antes de reunirse, el señor José Luis Castillo explicó que la inconformidad se debe a que en los últimos meses el párroco manifestó su falta de compromiso con los pobladores.
Detalló que Sotero Sánchez aumentó el costo de las homilías y encomendó a laicos sin autoridad eclesiástica a oficiarlas, además de que acude en estado de ebriedad a los servicios religiosos.
Asimismo, denunció que el sacerdote amenazó de muerte al sacristán, Jesús Navarrete Ranchito, que consta en una denuncia ante el Ministerio Público del fuero común de Tixtla, ya que fue encerrado en la sacristía y amenazado con una pistola, la cual el cura disparó al aire en una ocasión.
El denunciante aseguró que, en su declaración ministerial, el sacristán indicó que el encierro fue para darle “un susto” por orden del sacerdote Sotero Sánchez.
Otra irregularidad, dijo, fue que expulsó de manera arbitraria a tres trabajadoras de la Iglesia que vendían productos religiosos, además que con los feligreses demuestra una actitud déspota y distante.
Expresó que el 9 y el 10 de mayo cerró de manera sorpresiva la parroquia, con el pretexto de trabajos de remodelación, “sin embargo, en redes sociales nos enteramos que se fue de vacaciones”.
Indicó que debido a las anomalías, acudieron a la Diócesis de Chilpancingo para consultar al Obispo Salvador Rangel, pero no obtuvieron respuesta.
Finalmente, indicó que el párroco fue expulsado de Mochitlán y Mazatlán por las mismas irregularidades.