Virginie Despentes nació y vivió gran parte de su vida en Francia. Muchas de sus experiencias fueron y son en este lugar. ¿Qué tan diferente es para una mujer vivir en Francia que en otra parte del mundo? ¿Es distinto ser mujer en Europa que en América Latina? Según Teoría King Kong no. Evidentemente hay diferencias, el contexto social y económico influye y modifica la vida de las personas pero, en esencia, es lo mismo.
Por Andrea Tamayo
Ciudad de México, 26 de abril (La Langosta Literaria/SinEmbargo).– Cuando iba en la secundaria yo debía llegar a casa antes de que oscureciera, mi hermano, en cambio, podía llegar más tarde y no había consecuencias. Cuando le pregunté a mi madre por qué ella respondió: él es hombre. En ese momento no lo reflexioné, pero con los años lo he hecho, vaya que lo he hecho.
Él es hombre y yo mujer. Por eso el mundo es completamente distinto para mí que para él. La mayoría de las mujeres, si no es que todas, crecemos en un ambiente similar, los hombres cumplen cierto papel y las mujeres otro, si no lo hacemos somos juzgados por la sociedad e incluso excluidos. ¿Pero por qué? y ¿hasta cuándo? Virginie Despentes también se lo pregunta en Teoría King Kong.
Este libro fue publicado por primera vez en 2006, hace más de diez años y, sin embargo, nada ha cambiado, o muy poco. Los temas sobre los que reflexiona son, sin lugar a dudas, controversiales, pero también importantes en el contexto social en el que vivimos. Comencemos con un concepto abstracto pero sobre el cual se establece, y se ha establecido, cómo debemos ser las mujeres: la feminidad.
La feminidad, esa construcción ¿social?, ¿cultural?, ¿política? Virginie Despentes profundiza sobre la noción de cómo debemos ser las mujeres, qué podemos y no hacer, nuestra sexualidad y la forma en que la manejamos, el empoderamiento, la maternidad y muchos otros aspectos sobre los que las mujeres, a lo largo de la historia, hemos podido opinar mucho menos que los hombres. Raro, porque se trata de temas inherentes al género femenino, pero así ha sido y no es ningún secreto.
La mujer debe ser agradable, benévola, tranquila, modesta, sencilla, silenciosa, pasiva y un enorme etcétera que nos ciñe a una criatura complaciente, casi invisible. Los hombres, por el contrario, deben ser extrovertidos, agresivos, energéticos, orgullosos, fuertes, activos, ruidosos, vivaces, es decir, deben hacerse notar porque ¡hombres! (Recordemos esas películas en donde el hombre salva a su damisela, no sin antes gritar endemoniadamente porque, así deben ser los hombres.)
“Estar acomplejada, he aquí algo femenino. Eclipsada. Escuchar bien lo que te dicen. No brillar por tu inteligencia. Tener la cultura justa como para poder entender lo que un guaperas tiene que contarte. Charlar es femenino. Todo lo que no deja huella. Todo lo doméstico se vuelve a hacer cada día, no lleva nombre. Ni los grandes discursos, ni los grandes libros, ni las grandes cosas. Las cosas pequeñas. Las monadas. Femeninas. Pero beber: viril. Tener amigos: viril. Hacer el payaso: viril. Ganar mucha pasta: viril. Tener un coche enorme: viril. Comportarse, no importa cómo: viril.”
Si una mujer o un hombre decide no cumplir con este perfil, la sociedad encontrará la manera de ponerlo en su lugar. Por ejemplo, cuando una mujer decide no ser esa criatura silenciosa sino al contrario, ser ruidosa, escandalosa, agresiva y energética, es muy probable que sea descalificada. Un caso muy claro es cuando una mujer decide utilizar su sexualidad para ¿conseguir lo que quiere?, ¿llamar la atención?, ¿divertirse? ¡Para lo que sea! Es suya y debería poder usarla como quiera. Cuando esto pasa la sociedad la juzgará y hará menos por no cumplir con el perfil de “mujer silenciosa pero guapa pero tranquila pero extrañamente sensual”.
Una situación así ocurre con la prostitución. Virginie Despentes fue prostituta durante varios años y ella claramente lo dice: me acostaba con hombres por dinero, ¿y qué? Esto podría escandalizar a alguien, y no pide disculpas si así lo hace, pero cuando lo leí sinceramente fue como un balde de agua fría sobre mi cabeza. Excluyendo por completo a las mujeres que son obligadas a prostituirse y que no tienen libertad, que haya mujeres como Despentes, que son prostitutas porque quieren serlo, porque la mayoría de los trabajos están pésimamente pagados y explotados, porque es dinero rápido, porque quieren explorar su sexualidad, y simplemente porque eso desean, me dio una nueva perspectiva sobre lo que una mujer quiere y puede hacer.
Sin embargo, la sociedad no ve con “buenos ojos” que haya mujeres prostitutas porque eligen serlo. Despentes explica que por eso la prostitución no está regularizada y, lo que podría ser un sector de trabajo organizado y seguro, continúa siendo una actividad realizada en la oscuridad. Pero eso sí, permitida, porque Despentes cuenta cómo las prostitutas fueron desplazadas a los bosques de los suburbios de Francia donde todos sabían que trabajaban y nadie les decía nada. La única condición era que no estuvieran en las calles de las bellas ciudades francesas ofreciendo sexo por dinero. Doble moral.
Una mujer debe ser calmada, agradable, sencilla, y por supuesto, madre. Si no lo es entonces no cumplió con su objetivo en la vida, el único: parir. Porque las mujeres que no son madres nunca están completas. Mucha gente piensa así y es increíble que hoy en día a la mayoría de las mujeres de cierta edad se les felicite en el día de las madres sin saber con anterioridad si lo son. Como si ser madre fuera lo único que puedes ser como mujer.
“La maternidad se ha vuelto una experiencia femenina ineludible, valorada por encima de cualquier otra: dar la vida es fantástico. La propaganda «promaternidad» nunca ha sido tan martilleante. Menudo camelo, el método contemporáneo y sistemático de la doble obligación «tened hijos, es fantástico, os sentiréis más mujeres y más realizadas que nunca» pero hacedlo en una sociedad decadente en la que el trabajo asalariado es una condición de la supervivencia social, aunque no está garantizado para nadie, y menos para las mujeres.”
Lamentablemente poco ha cambiado en estos trece años desde que fue publicado por primera vez Teoría King Kong. Virginie Despentes cuenta que fue violada mientras regresaba de un concierto con una amiga. La agresión, la violencia, la falta de respeto hacia las mujeres sólo por ser mujeres. Un peligro latente para cualquier mujer, incluso en 2019. Sobre la violación, Despentes narra cómo se sintió completamente vulnerable frente a los hombres que la violaron. Cuenta, incluso, que tenía una navaja en su mochila y que pensó en utilizarla para defenderse pero no pudo, se sentía débil, frágil, pequeña, todo por ser mujer y estar frente a hombres.
Podría decir “lo más grave” pero no, lo más grave es, en definitiva, que un grupo de hombres en un auto en la carretera ofrezcan a dos mujeres acercarlas a la ciudad sólo para violarlas entre todos. Eso es lo más grave. Entonces diré: otro aspecto muy grave es que, luego de que Despentes fue violada, se sintió socialmente obligada a sentirse mal por ello durante los años siguientes. Cuenta que sentía la presión social de mantenerse al margen, de vivir excluida por haber sido violada, de no superarlo, porque si lo hacía entonces la sociedad la juzgaría a ella y le echaría la culpa: “claro, ya superaste la violación porque te gustó, porque tú la provocaste.”
¿Cuántos casos no conocemos así? De mujeres que son asesinadas, violadas, golpeadas y maltratadas pero, de alguna u otra manera, la sociedad asume que fue su culpa. No podría contar las veces en que he escuchado: “pues por qué andaba con ese tipo”, “¿qué hacía tan noche fuera de su casa?”, “seguro estaba borracha” y el famoso “se lo buscó”.
Virginie Despentes habla con sinceridad y soltura desde su experiencia. Desde joven ella se ha identificado como punk y ha vivido bajo esos estándares. A los 17 años salió de su casa para vivir sola, era libre y quería seguir siéndolo. La violación que vivió la acercó al feminismo, después de esa experiencia reflexionó sobre qué significaba ser mujer y sobre distintas autoras con múltiples perspectivas sobre la feminidad.
Despentes publicó a los 25 años Fóllame, su primera novela, y ganó fama de inmediato. El libro fue adaptado al cine y posteriormente publicó más novelas. Durante toda su vida se ha encontrado con hombres que la cuestionan por ser cómo es, por no cumplir con las expectativas sociales que se tienen sobre y para las mujeres. Ella cuenta que no es fácil, que muchas veces ha querido ceder, pero simplemente no puede, ella no es así.
Despentes nació y vivió gran parte de su vida en Francia. Muchas de sus experiencias fueron y son en este lugar. ¿Qué tan diferente es para una mujer vivir en Francia que en otra parte del mundo? ¿Es distinto ser mujer en Europa que en América Latina? Según Teoría King Kong no. Evidentemente hay diferencias, el contexto social y económico influye y modifica la vida de las personas pero, en esencia, es lo mismo.
Pese a que hoy en día existan movimientos liderados por mujeres que buscan denunciar y cambiar la manera en que vivimos, la realidad es que poco se ha logrado. Continuamos viviendo en una sociedad machista en donde la mujer es forzada a cumplir cierto papel que la limita durante toda su vida. Seguimos viviendo en un mundo en donde es probable que una mujer nunca gane lo mismo que un hombre. Todavía leemos noticias sobre feminicidios, violaciones y violencia hacia las mujeres, ya sea física o psicológica. Hoy en día sigue siendo normal que las mujeres deban regresar temprano a casa, porque en la calle están en peligro.
Es por esto que libros como Teoría King Kong son infinitamente valiosos, porque incomodan, señalan, denuncian, calan hasta los huesos. Y ¿por qué se llama Teoría King Kong? Lo descubrirán sólo si leen el libro.