Tomás Calvillo Unna
26/02/2020 - 12:05 am
Textos cercanos II
despreciamos el idioma de las criaturas
nos quedamos con nuestras palabras tartamudeando.
ELLA
Ella lleva la luna en sus bolsillos
la media luna
su cuarto creciente
y la luna llena
le gusta saber que la acompañan de país en país
ahora que creció viajando
que sus sentimientos son otros
y tantos
el mundo le daba vueltas
y ella quería detenerlo o bajarse
juntó su ropa y sus libros
en una maleta guardó su casa
pero no pudo caminar
le pesaba demasiado
más le pesaba saberse solitaria
– ¡qué palabra! –
como una liga a punto de romperse
entre las vocales
como el número de pulseras en sus muñecas
y el anhelado tatuaje de mariposa
en el conejo dormido de su brazo izquierdo
si supiera que esas alas
son un desliz del ánima
de pronto
ríe baila y canta
se acordó que
desde niña
lleva la luna en sus bolsillos
con sus
cuartos crecientes
abre su polvera
y la luna completa
alumbra el camino
cuando la noche llega.
TAL VEZ SEA MEJOR
Tal vez sea mejor así,
en esta indiferencia de las sombras,
estar a flote
sin hundirnos por completo;
ser ese número que se suma
para cualquier fin: habitantes,
edades, electores, ciudadanos,
qué más da
no importa
dónde nos encasillen,
en qué estadística quedemos
no encajamos
o no queremos hacerlo
aprendí
a caminar
sin orientación precisa
con el olfato de un exiliado
en su propia tierra;
encontré a otros,
compartimos nuestras pláticas,
son frazadas para soportar
los inviernos
dejamos los diplomas a un lado
con el humor como daga
cortamos los recuerdos
que nos adhieren aún
a esa burbuja de hipnosis e infamia,
de buenos propósitos y pésimas señales
va a reventar, lo sabemos,
y aunque estamos aquí,
haciendo de cada esquina
una madrugada,
no seremos ajenos
el fuego que nos reúne
y las palabras amigas
que nos fortalecen
tienen un sentido:
es la apuesta en terreno baldío
para dejar de ser jueces de nosotros mismos
Y después…
ya veremos.
PALPITA
El cuerpo del viento agoniza
no es ajeno a las guerras
a sus miles de muertos
al destierro
los estallidos hieren sus átomos
se derraman en luz y agua
en el rasgado lienzo
de la madrugada
rojas pulsaciones y ocres tejidos
blancas líneas y lejanos azules
disparamos sin sentido
asesinamos su tacto
su ambrosía
su instinto
porque no lo vemos
creemos que no está
que no es
oigo su grito doloroso
cada día más fuerte
irrumpe en mis sueños
y despierto me confronta
ya no vemos bien
siento un listón helado
en mis ojos
el viento da vueltas
sobre sí mismo
en otro idioma
el viento también es locura
y espíritu
ahora en nuestra lengua
sólo es locura
locura que desata
y se desata.
RUPTURA
Se parece a la primera guerra mundial
y a la segunda
por eso la preocupación mayor
la tercera es la vencida
la última
la inimaginable
la atroz
miles tal vez millones
envían sus imágenes
sus momentos que circulan
sin saberlo presagian
la tormenta de fuego
es un instinto de sobrevivencia
un mensaje al más allá
de los amigos y la familia
esos libros electrónicos de rostros
se han vuelto devoción pura
que aniquila la antigua fe
en los corazones adolescentes
las iglesias se derrumban
los dioses naufragan
con los hombres y mujeres de edad
los niños enseñan a los padres
los ancianos ya no existen
la tradición estalla
estamos sordos
busco con el tacto
reconocer la voz
las heridas nunca cicatrizaron
y queremos ignorarlo.
ORACIÓN CON H
Para A. y E.
I
Nos pintamos a nosotros mismos
fuera del cuadro
primero como hijos de Dios,
como ángeles caídos, después;
como hombres dioses, sabios
en las leyes de la vida
testigos y jueces
estamos aquí para definir
y decidir
hace ya siglos
que nos salimos de la naturaleza,
la sometimos a nuestro dominio
y la privamos de la palabra
escribimos sus nombres, los contamos
e hicimos las incisiones necesarias:
pedazos cada vez más pequeños
y minucias de segundos
para extraer su esencia
saqueamos su luz,
el oro de su sangre
la dejamos hueca y oscura
nadie nos expulsó del paraíso,
nosotros lo incendiamos con nuestro saber
II
los grandes bloques de hielo se colapsan,
llueve más y hace más sol
los ríos conducen el excremento de las ciudades;
el mar se irrita, no lo oímos más,
ni a los bosques ni las montañas
ni a las aves
perdimos las marcas de las tortugas,
sus pausados siglos
el galope de los caballos
es un lejano eco
las rayas de tigre sangran
en la densa neblina
donde se estrellan
las águilas
los lobos se desploman
entre las cuarteaduras del frío
en las pantallas líquidas
retocamos los paisajes:
olvidamos el camino para volver,
buscamos conservar su aroma
en pequeños frascos
y dejamos
sus cadáveres bajo nuestros lechos
tomamos nuestros huesos de tierra y plástico
y nos envolvemos en fuego
el barro de las palabras
son la última oración
es de noche, lo sabemos;
la pintura de las estrellas
se escurre por las ventanas.
TEMPORADA
Llega la tarde
y esta vez me gana
con sus vientos frescos
y la anunciada lluvia
permanezco en la intemperie
sintiendo
cómo va cubriendo la ciudad
con ese aire de jazmín que seduce
y su inclinada luz
que no lastima
se oyen sus truenos,
la tormenta que contiene en su vientre
son los preámbulos,
ese maravilloso momento que preside
el suceso, el evento,
su descarga de agua y rayos
son esos dos segundos
que debes esperar
antes de asumir cualquier acción;
dos segundos que se vuelven dos pasos
cunado más los necesitas
el respiro de reojo
al mirarla otra vez
a las orillas de la casa,
cómo acomoda sus nubes
y ese resplandor que advierte:
la precipitada agua
que gusta llamarse aguacero
tarde de aguaceros,
relámpagos, instantáneos flashazos
de allá arriba,
que no dejan de azorarnos
como si alguien se asomara a vernos
desde un inverosímil lugar que no alcanzamos a reconocer
aunque me equivoque,
siento que esta vez nos está cuidando,
recorre sus nubes y vientos:
protegidos por sus gotas
nos mojamos, nos empapamos,
sin paraguas la escurrimos;
la escucho en los árboles
y en el techo de la casa;
nos toca
somos agua, decía mi madre;
ella que prefería las tardes.
VACÍOS
Perdimos a los animales
y no sabemos bien todavía
qué perdimos
víctimas de la crueldad insaciable
y de nuestros apegos
nos apropiamos
de su tiempo sin preguntarnos
¿por qué compartimos la tierra?
bíblica es la respuesta
nacimos cuando ya habían partido
despojados en diáspora sin salvación
sometidos a la industria de los apetitos
los procesamos como objetos
masivas muertes preámbulo de genocidios
el león de piedra permanece
en el pedestal de la fuente
y las águilas de plástico
son papalotes en espera de viento
las jirafas dan vueltas en el carrusel
de hastiados niños
la res es acuchillada y su dorso crudo
cuelga de un arnés
la vaca ilustra historias inverosímiles
en su vientre y sus costados
ahí las nubes en su incompleto rompecabezas
confunden su retorno al cielo
los inventamos de mil maneras
les creamos nuestros circos:
la domada imaginación
que roba sus instintos
distribuimos el último aliento
para mantener encendido el carbón
de nuestro infierno
nos alejamos de su confidencia
y de su naturaleza
de ese misterio nuclear de la creación
despreciamos el idioma de las criaturas
nos quedamos con nuestras palabras tartamudeando.
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