Los datos ofrecidos el sábado por la noche confirman esas sospechas aunque, según Galindo, todavía no son definitivos. La capital mexicana registra oficialmente unas siete mil muertes confirmadas por coronavirus, con lo que la cifra ofrecida por Galindo casi las triplica.
Ciudad de México, 25 de julio (AP) — Este año, de mediados de abril a finales de junio —cuando la pandemia por COVID-19 pegaba con más fuerza en la capital del país–, murieron en Ciudad de México 17 mil 800 personas más que otros años, aunque las autoridades no pueden confirmar si todos estos decesos se deben al nuevo coronavirus.
Arturo Galindo, representante del Gobierno capitalino, presentó el sábado por la noche un “adelanto” de los datos elaborados por una comisión del Gobierno de la ciudad que tenía como objetivo analizar las causas reales de las muertes dictaminadas como sospechosas de COVID-19 ya que las propias autoridades habían estimado que las cifras de fallecidos reales por la pandemia posiblemente eran hasta tres veces más de las confirmadas mediante pruebas de laboratorio.
Los datos ofrecidos el sábado por la noche confirman esas sospechas aunque, según Galindo, todavía no son definitivos. La capital mexicana registra oficialmente unas siete mil muertes confirmadas por coronavirus, con lo que la cifra ofrecida por Galindo casi las triplica.
Según sus datos, el exceso de mortalidad en la capital entre el 19 de abril y el 30 de junio fue de más de 17 mil 800 personas. Si se toma en cuenta la muerte de personas residentes en la capital y de no residentes, la cifra supera los 22 mil fallecimientos.
La mayoría, dijo Galindo, sufría hipertensión, diabetes u obesidad —enfermedades crónicas que generalmente han hecho que la propagación del coronavirus sea más grave o incluso letal.
México superó el sábado más de 385 mil contagios con al menos 43 mil 374 decesos. Ciudad de México y sus alrededores han sido un gran epicentro de la pandemia, con más de 68 mil casos confirmados.
En la mayoría de la gente, el nuevo coronavirus provoca síntomas leves o moderados que desaparecen en dos a tres semanas. En algunas personas, sobre todos los adultos mayores y las que padecen trastornos de salud subyacentes, puede provocar enfermedades más graves, como la neumonía, e incluso la muerte.