Desde su columna en el Pulso de San Luis, Oswaldo Ríos Medrano celebra la genialidad de Adrián Dargelos, el líder de Babasónicos, quien declaró una vez que «no quiero tiempo para hacer canciones, quiero más tiempo para leer». El columnista, además, reseña el nuevo disco de la banda sudamericana, expresión de lo que el periodista Roque Casciero ha llamado «arrogante rock»
Por Oswaldo Ríos Medrano
Ciudad de México, 25 de junio (SinEmbargo/Pulso).-Los escuché por primera vez en 2003. Una frase de la canción «Irresponsables» me pareció deslumbrante: “Que en el remanso de la noche impostergable, nos avergüenza seguir sintiéndolo”. Me atrajo que usaran con prestancia y elocuencia un léxico tan poco usual para una canción “radiable”.
Su música, la recreación de una atmósfera original y sugerente para cada canción. El periodista Roque Casciero escribió un libro de entrevistas a la banda y lo llamó Arrogante Rock. Su estilo no se podría describir mejor.
Conocí a Adrián Dárgelos en mayo de 2010. Fue en un concierto CoronaFest en el estacionamiento de las instalaciones de la FENAPO. Una acreditación de prensa (para escribir una nota que apenas hoy hago) y suficiente habilidad para escabullirme del equipo de logística me permitieron adelantarme unos minutos al lugar donde se llevaría a cabo la conferencia de prensa.
La fortuna me sonrió y pude tener unos minutos de charla con el mítico frontman de la banda de rock en español que más admiro. Adrián Rodríguez sustituyó su apellido paterno por el mitológico Dárgelos, elegido en honor del sui géneris personaje de la novela de Jean Cocteau Los niños terribles. La malicia inocente del nombre de guerra, pinta de cuerpo entero a uno de los rockeros más adictos a la literatura.
Me acerqué a él con un obsequio en la mano: un libro de Jorge Volpi, Insomnio de Bolívar, ensayos desde una perspectiva latinoamericana que entre otras cosas, abundan sobre el estado actual de la política, las ideologías y la literatura. En cuanto lo vio ya no fue posible hablar de otra cosa.
“El autor es mexicano y escribe un extraordinario análisis sobre el legado de Roberto Bolaño como último escritor latinoamericano”, le dije. “No lo conozco” se intrigó, para en seguida preguntar: “¿Es contemporáneo de Bolaño?” “No. Es una generación de relevo, la del Crack”, le respondí.
Abrió el libro y comenzó a leer, le causó gracia el famoso chiste de Nuria que Bolaño contaba siempre (muy mal y cada vez de forma diferente). Musitó algo así como: “Se ve re’ interesante”, me firmó el póster del DVD Luces, me dio un abrazo y acto seguido regresó al camerino a leerlo sin levantar la mirada. Mariano que iba con él dijo: “Ya no va a estar en la conferencia. Se va a poner a leer sin parar”. Y así fue, Dárgelos no volvió hasta que anunciaron a los Babas en el escenario y el hermoso caos comenzó.
Durante el concierto pensaba que el estilo glam del baile dargeliano y su muy escasa comunicación verbal con el público contrastaban con el extraordinario conversador que es. Pensé en la gratitud poética de regalarle un libro a un rockstar. De alguna manera tenía que agradecerle que leyendo sus entrevistas pude conocer sus libros y autores predilectos, como Rodolfo Fogwill, Alasdair Gray, Jonathan Lethem, y al imprescindible Roberto Bolaño.
CÓMO ENSEÑAR A LA MTV A HACER UNPLUGGED
El motivo de estas líneas es que ayer fue lanzado a nivel mundial Desde adentro. Impuesto de fe, el nuevo disco en el que le enseñan a MTV a hacer conciertos “Unplugged”. La contemporaneidad del sonido es un deleite extraordinario para un grupo que se sigue programando con naturalidad en la radio y que este año cumple 25 años ininterrumpidos de carrera. La mejor manera de celebrarlo era sorprendiéndonos una vez más como solo ellos saben hacerlo.
El disco es una grabación en vivo de algunos de sus éxitos más representativos («El colmo», «Yegua», «Putita», «Camarín», «Los calientes», «Rubí», et al), más dos canciones nuevas («Vampi» y «El Maestro»). Las canciones más que re-versionadas están reinventadas. El tracklist de Desde Adentro es una sumersión de preciosismo y vértigo.
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El nuevo álbum incluyó en sus estrategias de promoción la transmisión en un canal de paga del show completo. Ya antes habían marcado tendencia con la comercialización digital en celulares con su disco Mucho. En el show, el look de Babásonicos es un nuevo desplante de desgarbo y sofisticación. “Lo peor que puedes hacer con la gente que te ama es darles lo que esperan de ti”. La sorpresa es lo único predecible en su historia.
Vale poco la pena hablarles de un extraordinario disco que podrán apreciar y valorar por sí mismos. Preferiría charlar más sobre Dárgelos. Ese genio que alguna vez dijo en una entrevista: “Yo no quiero escribir canciones, quiero más tiempo para leer” y cualquiera que como Borges se defina más por las páginas leídas que por las escritas, comprende que la oración no es un ardid sino un ardor.
Escribir canciones es un proceso similar a la composición poética. Una contención en la que la belleza de la forma puede ser el mensaje en sí mismo. Quizá por eso la banda se dio el lujo de grabar como canción el poema «Falsario», de Marcelo Cohen. Componer para que la magia de las palabras sea el summum y el autor pueda diluirse en la fantasía. “Hago mis canciones para desaparecer”, Adrián dixit. El interlineado de sus letras provoca que todo sea un juego de implícitos o sobreentendidos, por eso el juego es tan seductor. Nada está dicho.
La fuente de la eterna juventud es la música que es tan intemporal y etérea. El auditorio de Babásonicos aglutina a jóvenes de los ochenta, noventa y millennials. Todos convocados por canciones que tienen la virtud de decir lo que cada quien quiere pensar.
Alguna vez dijo Dárgelos que: «El rock es vigor, y el vigor no dura para siempre. Sé que lo que hago es finito, no voy a poder hacer rock toda la vida. Por eso nunca hablo de estas cosas. Porque cuando me retire me voy a ir a mi vida privada, que es mi silencio». Y vaya que si hay alguien en verdad receloso de sus espacios íntimos es él. Hace muy pocos años que nos enteramos que fue padre y que su primogénito se llama Eneas. ¡Claro! Los guiños son así, caprichosos solo para quien no los conoce, pero certeros y asertivos para quien comprende el código.
Heráclito de Efeso dijo que: “Difícil es luchar contra el deseo, lo que quiere lo compra con el alma”. Y henos aquí en el deliquio de escribir no de lo que debemos y sí de lo que adoramos.
Dos canciones nuevas forman parte del nuevo disco de Babásonicos: «Vampi», soliloquio que da cuenta de las aflicciones de un vampiro que quiere morir de amor y «El Maestro2, envío de gratitud para esa persona de la que aprendemos la lección más importante, conocernos a nosotros mismos. “Y si acaso podría deberte algo como un impuesto de fe, saber que no hay dinero para pagarte esto, tú me enseñaste a ver a través, tu me enseñaste a ver, a ver quien soy”. Gracias, Dárgelos por predicar nosce te ipsum en la Sinagoga de los Iconoclastas.
El impuesto de fe que te tributamos, es el delirio.