El ex director de la CFE expuso que la información que tiene el Presidente López Obrador es equivocada, pues la ley de la industria eléctrica plantea que la dependencia no puede ser propietaria de los ductos y comercializadora del hidrocarburo que se transporta en los mismos.
Ciudad de México, 25 de marzo (SInEmbargo).- Enrique Ochoa Reza, ex director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) afirmó que las propuestas del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de que sea la dependencia propietaria y comercializadora del hidrocarburo.
“Este tema es equivocado por parte del señor Presidente”, dijo Ochoa Reza en entrevista con Joaquín López Dóriga el 21 de marzo pasado.
En un video publicado en su cuenta de Twitter, el también ex presidente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) expuso que “la ley de la industria eléctrica y la aplicación de la misma por los órganos reguladores obligan que no pueda tener una empresa, al mismo tiempo, propiedad de un ducto y comercializar gas dentro de él”.
Expuso que esta es una práctica internacional habitual para evitar que no se concentre el poder en una sola empresa para el transporte y comercialización del hidrocarburo.
Informó al periodista que los documentos en los que la CFE informó a la Comisión Reguladora del proceso exponen que se informó “oportunamente a los órganos reguladores del proceso licitatorio para los gasoductos y la autoridad contesta”.
Sin embargo, la Comisión reguladora contestó a la dependencia que por ley la comisión Federal de Electricidad no puede ser propietario y comercializador.
“En consecuencia, lo que le han informado al señor Presidente es equivocado”, afirmó, pues “la ley claramente lo señala y además hay oficios por parte de la Comisión que señalan que no se puede comercializar y ser propietario”.
Esta mañana, en conferencia de prensa, el Presidente López Obrador hizo referencia a los gasoductos y los contratos de la CFE y expuso que el hecho de que estos no sean propiedad de la empresa del Estado es herencia de gobiernos anteriores.
“Imagínense entregar contratos a empresas para hacer gasoductos. Si un gasoducto cuesta mil millones de dólares hay que terminar pagando hasta ocho mil millones de dólares”, dijo.
Planteó que el gasoducto no es de la CFE o público y que aunque se paga con dinero del Presupuesto, este pertenece a la empresa que lo construye.
“¡¿Qué es eso?! Bueno, así se heredaron muchas cosas y esto que estamos tratando”, confirmó.
El mandatario mexicano se comprometió, de nueva cuenta, a eliminar la corrupción y terminar con las simulaciones e hizo un llamado “para que todos ayuden y participen, que todos participemos en la transformación de la vida pública del país”.
PLANES DE RESCATE
El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador busca dotar a México de autonomía energética con una estrategia central: fortalecer a Petróleos Mexicanos (Pemex) y a la CFE, sin embargo, no hay tiempo ni dinero suficientes para grandes cambios y la urgencia obliga a la nueva administración a dar resultados a corto plazo.
Como documentó la Unidad de Datos de SinEmbargo, en semanas anteriores, entre las principales promesas del Presidente están no aumentar el precio de los combustibles más allá de la inflación, dejar de comprar energéticos al extranjero y reducir el costo de la energía eléctrica en la franja fronteriza.
El proyecto del nuevo Gobierno federal plantea generar autosuficiencia eléctrica y pretende transformar las termoeléctricas para hacerlas más eficientes y benignas con el medio ambiente, así como dar impulso a las hidroeléctricas y a las energías renovables.
Las propuestas de López Obrador –al menos en el discurso– son “buenas” y “ambiciosas”. No obstante, existe “una brecha entre la narrativa del Gobierno y las expectativas del mercado”, ya que “el fortalecimiento que plantea la nueva administración requiere de tiempo y dinero, que es lo que no tiene”, dijo a SinEmbargo el analista energético de la consultora Mercury, Arturo Carranza.
Según los analistas, el panorama que pinta el Presidente de México parece ser uno de “fobia a lo privado” en que el Estado “quiere asumir todos los costos de la generación”, aunque depende de la iniciativa privada para lograr el desarrollo pensado.
