¿Cómo hace uno para saber si algo es realmente hecho a mano o qué porcentaje de ese dinero va a parar a las manos de los artesanos? No siempre es fácil saberlo.
«No hay nada mejor que preguntarle a una persona a la que le está comprando algo: ¿Cuánto recibe el artista?, ¿De dónde viene esto? ¿Han estado en ese sitio?”, señaló Keith Recker, integrante de la junta de directores de la International Folk Art Alliance, cuya feria anual atrae a los diseñadores para explorar las ofertas artesanales de más de 50 países.
Por Alexandra Olson
Nueva York, 25 de enero (AP). — Mujeres guatemaltecas expertas en técnicas tradicionales producen almohadones y fundas para West Elm. Artesanos indios usan pétalos de arreglos florales de los templos hindúes que han sido descartados para hacer bufandas para Eileen Fischer y Anthropologie. Canastos tejidos a mano en Ruanda son parte de la colección de artículos hogareños decorativos de Macy’s.
Artesanos de algunos de los rincones más pobres del planeta están penetrando mercados más allá de las tiendas de los museos y de las ferias artesanales. Una tendencia que comenzó hace varias décadas está ganando popularidad a medida que el creciente turismo internacional genera demanda de productos de todo el mundo.
Las exportaciones de artesanías de países en desarrollo aumentaron de los 9 mil millones de dólares del 2002 a 23 mil millones en el 2011, según las cifras más recientes de un informe de la UNESCO sobre economías creativas en todo el mundo.
La era digital, por su parte, facilitó el surgimiento de numerosas iniciativas pensadas para vender artesanías online. Productos exóticos han despertado el interés de tiendas grandes que buscan nuevas formas de competir con Amazon. Muchas apuestan a que artesanías tradicionales y los relatos del impacto social que tienen esas ventas atraerán a compradores con conciencia social, interesados en el origen de los artículos y la forma en que son hechos.
“Creemos que es uno de los elementos que nos distingue de los demás y que tiene buena demanda”, expresó Doug Guileuy, vicepresidente de West Elm, tienda en la que el 20% de sus productos son hechos a mano.
No siempre es fácil saber si un artículo está hecho realmente a mano ni qué porcentaje del dinero va a parar a las manos de los artesanos. En una era de producción masiva y compras online, aquí van algunos consejos sobre cómo adquirir productos artesanales extranjeros:
-APRENDA CÓMO SE APLICA LA EXPRESIÓN “COMERCIO JUSTO”
No hay certificados de “comercio justo” -expresión usada para garantizar que los productores de países en desarrollo reciben una tajada justa y promover el cultivo sustentable- para los productos hechos a mano porque los procesos de producción son muy variados.
Organizaciones como Fair Trade U.S.A. ofrecen esos certificados a algunos artículos, como ropa y alfombras, pero las normas de seguridad y las prácticas laborales pueden ser irrelevantes para el artesano que hace canastas en una zona rural.
Algunas tiendas dan la categoría de “fair trade” a artículos hechos a mano que son distribuidos por organizaciones afiliadas a grupos como la Fair Trade Federation.
Macy’s hace negocios con Global Goods Partners, miembro de la Fair Trade Federation. Target ofreció el año pasado artesanías exclusivas de Kenia, Ecuador y Guatemala a través de una sociedad con Accompany, empresa que vende productos online y no pertenece a ninguna organización que garantiza un comercio justo, pero trabaja con varias que sí lo hacen.
Cada vez más organizaciones se especializan en maximizar las ganancias de los artesanos. Busque detalles de cómo se compensa a los artesanos y qué hace una organización para vigilar las prácticas laborales y la seguridad de los trabajadores.
– PRODUCTOS CON LA MEJOR HISTORIA
Algunas tiendas usan la categoría “hecho a mano” siguiendo la definición de la UNESCO, que dice que “la contribución manual del artesano” debe ser “el componente más importante del producto acabado”. Si no hay una etiqueta que diga hecho a mano, trate de ver si el producto va acompañado de la historia del artesano que lo hizo.
Las ventas online hacen que esto resulte más fácil que nunca.
Novica se precia de incluir historias muy personales como la de una mujer de Ghana que produce joyas para un artesano de Bali, que comenzó vendiendo de puerta en puerta y terminó abriendo un taller con 28 empleados.
Algunas marcas grandes hacen del relato sobre los fabricantes un aspecto central de la comercialización de un producto.
Eileen Fisher ofrece relatos de tejedoras etíopes y de artesanos de la aldea japonesa de Narumi que tiñen telas a mano. West Elm invita a sus clientes a ver videos sobre filipinos que hacen canastos de plantas marinas y talladores peruanos que fabrican espejos usando técnicas de la era colonial.
En las tiendas, pregunte al vendedor sobre el fabricante.
«No hay nada mejor que preguntarle a una persona a la que le está comprando algo: ¿Cuánto recibe el artista?, ¿De dónde viene esto? ¿Han estado en ese sitio?”, señaló Keith Recker, integrante de la junta de directores de la International Folk Art Alliance, cuya feria anual en Santa Fe, Nuevo México, atrae a los diseñadores de casas como Donna Karan para explorar las ofertas artesanales de más de 50 países.
– ESTÉ PREPARADO PARA RELATOS COMPLEJOS
Las historias de la fabricación de un producto no siempre involucran un fabricante, ni un solo país, pues los artesanos se esfuerzan por adaptarse a los gustos modernos y a las expectativas del comprador en cuanto a la producción y la entrega.
Uno de los principales productos de West Elm son almohadones de seda tejidos a mano en la India. El proceso empieza en una localidad rural de la India donde mujeres de la región de Bihar transforman capullos en hilos y termina con la fabricación propiamente dicha en un taller de Nueva Delhi. Esa cadena acelera la producción y la distribución.
Global Goods Partners, por su parte, encontró una solución para aprovechar las aptitudes de tejedoras de la región de Kandahar, en Afganistán, donde no abundan las telas, indicó Joan Shifrin, cofundadora de la empresa. Las mujeres producen pequeños bordados que son enviados a Colombia, donde artesanos locales los adosan a manillas bañadas en oro diseñadas por Global Goods Partners.