El motivo científico que confirma que los adolescentes toman malas decisiones se debe a que existen áreas del cerebro que controlan la toma de decisiones y que no se desarrollan completamente hasta la fase adulta más temprana.
Por Cristina Fernández Esteban
Ciudad de México, 25 de enero (TICbeat/SinEmbargo).- Los adolescentes a menudo hacen cosas que parecen estúpidas. Todos hemos sido adolescentes y todos en aquella época hemos actuado de una manera que ahora nos resultaría ridícula o ingenua.
Pero más allá de esta creencia popular, ahora la ciencia ha confirmado que existe una justificación para este comportamiento, según informa Business Insider.
Se ha descubierto que los niños y los adolescentes toman peores decisiones si se sienten presionados, estresados o solo quieren llamar la atención del grupo.
El motivo científico que confirma que los adolescentes toman malas decisiones se debe a que existen áreas del cerebro que controlan la toma de decisiones y que no se desarrollan completamente hasta la fase adulta más temprana.
Los estudios cerebrales muestran que el lóbulo frontal, que es responsable de la toma de decisiones, el control de los impulsos, la búsqueda de sensaciones, las respuestas emocionales y el pensamiento consecuente, no termina de desarrollarse hasta nuestros primeros 20 años.
DIFERENCIA ENTRE LO QUE SABEN Y LO QUE HACEN
Pero esto no significa que no sean capaces de diferenciar entre el bien y el mal o lo correcto e incorrecto de cada situación.
La mayoría de los niños demuestran una comprensión del comportamiento “correcto” e “incorrecto” desde una edad temprana. A medida que se desarrolla el lenguaje, los niños pueden dar razones claras de por qué ciertos comportamientos son indeseables o son adecuados.
Pero se ha descubierto que los niños y adolescentes son los que peor toman las decisiones en situaciones de mayor tensión emocional.
Por ello, ejemplificando esta teoría, se puede esperar que un niño de 15 años sepa que no debe robar, pero que en presencia de compañeros persuasivos a los que desean impresionar, sea menos propenso a escoger no hacerlo.
La diferencia entre lo que los adolescentes saben y lo que eligen puede explicarse en términos de situaciones que se han descrito como “frías” o “calientes”. Las situaciones de frío son elecciones hechas durante tiempos de baja excitación emocional. Durante estos períodos, los adolescentes pueden tomar decisiones razonadas y racionales.
Las situaciones candentes se refieren a elecciones durante periodos de alta excitación emocional (sentirse excitado, ansioso o molesto). En estos casos las posibilidades de que los adolescentes participen en conductas de riesgo y con poco autocontrol se disparan.
El impacto de la activación emocional en la toma de decisiones explica por qué los adolescentes pueden discutir, por ejemplo, las consecuencias negativas asociadas con el consumo de alcohol y las drogas, pero luego se involucran en esos mismos comportamientos cuando están con sus amigos.
Las investigaciones han demostrado que los jóvenes de 12 a 17 años son significativamente menos maduros psicosocialmente que los de 18 a 23 años que a su vez lo son menos que los adultos de 24 años en adelante.
En general, la inmadurez psicosocial de los adolescentes los hace más propensos a a tomar decisiones por impulsos, centrarse en ganancias a corto plazo, ser susceptibles a la presión del grupo o no anticipar las consecuencias de sus lecciones.
CÓMO AYUDAR EN SUS DECISIONES
En cuanto a la manera en que los adultos pueden contribuir a ayudar a los adolescentes a llevar a cabo una mejor toma de decisiones existen algunas habilidades que se pueden trabajar.
Tener en cuenta los posibles eventos que pueden requerir importantes decisiones en los adolescentes y plantear escenarios posibles les puede ayudar a visualizar consecuencias y mejores opciones en estados de calma.
Animar a los adolescentes a detenerse y pensar cuando deban llevar a cabo una decisión resulta clave para que puedan reconocer momentos en los que es más adecuado alejarse del grupo o no dejarse influir por la presión de este.
Y sobre todo hacerles siempre presente la opción de poder pedir ayuda o consejo cuando lo necesiten. No tienen que tomar decisiones solos y consultar con su familia y entorno más cercano puede servir para mejorar sus decisiones en el futuro.