Los esfuerzos del Gobierno de Colombia por controlar su reproducción no han funcionado y la cantidad de hipopótamos, que llegaron de contrabando al país en la década de los ochenta, subió de 35 a entre 65 y 80 en los últimos ocho años.
Ciudad de México, 24 de octubre (SinEmbargo).- Cuando el narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria introdujo a su país hipopótamos para formar parte de su zoológico privado, nunca se imaginó que décadas después se convertirían en un tema de discusión a nivel nacional por el aumento de la manada que ya llegó a ochenta.
Esta manada se convirtió en los últimos años en una pesadilla para la bióloga y veterinaria Gina Paola Serna, quien jamás pensó que estaría a su cargo la labor de castrar una manada invasora de hipopótamos que una vez perteneció al narco colombiano.
“La primera vez que trabajé con un hipopótamo estaba aterrorizado, estos son animales mucho más grandes de lo que estamos acostumbrados a trabajar en Colombia”, dijo Serna al periódico inglés The Guardian. “Estos son animales masivos y territoriales, por lo que todo es complicado a la hora de trabajar con ellos”.
EL DILEMA DE LOS HIPOPÓTAMOS
En la década de 1980 Escobar llevó tres hembras y un macho a su Hacienda Nápoles, de dos mil 225 hectáreas. Después de su muerte en un tiroteo con las autoridades en 1993, la mayoría de los animales exóticos fueron reubicados o fallecieron. Pero los hipopótamos fueron abandonados por el alto costo que representaba su cuidado y los problemas logísticos que plantea el transporte de animales de tres toneladas por una zona donde reinaba la violencia.
En los 26 años transcurridos desde la muerte de Escobar, el número de hipopótamos ha crecido constantemente hasta llegar a cerca de 80 animales, lo que amenaza con alterar los ecosistemas en Colombia. Serna pasa sus días rastreando y esterilizando a los mamíferos ribereños.
Hasta ahora se han esterilizado hasta 24 hipopótamos, utilizando Gonacon, una vacuna inmuno anticonceptiva, que funciona temporalmente pero puede causar infertilidad permanente. Originalmente, hubo llamamientos para eliminar la población de hipopótamos de Colombia, pero al final, se pensó que la esterilización era la opción más humana.
“Obviamente no se puede dejar que estos hipopótamos se sigan reproduciendo, que es lo que seguirán haciendo porque están en el paraíso”, dijo Enrique Zerda Ordóñez, profesor de biología de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, y agregó: “Ellos ‘ Siempre tendrán agua, todas las plantas que puedan querer comer, y podrán salir del río y comer pasto con las vacas «.
Los hipopótamos encuentran un hábitat favorable entre Medellín y Bogotá. Viven en los alrededores del río Magdalena y pasan la mayor parte del tiempo en lagos y otras fuentes de agua. De noche disponen de grandes extensiones para pastar. A diferencia de lo que ocurre en África, no deben lidiar con depredadores naturales en Colombia.
Los agricultores rurales se han encariñado con la manada errante, cobrando a los turistas por echar un vistazo a los hipopótamos que se bañan en sus tierras, aunque un aldeano resultó herido el año pasado después de acercarse demasiado. Los activistas por los derechos de los animales y los conservacionistas también han tratado de proteger a los hipopótamos, protestando con vehemencia por cualquier iniciativa para sacrificar a los animales.