Detectan un preocupante incremento en últimos 5 años; mayoría de personas atendidas son jóvenes de entre 10 y 29 años de edad.
Saltillo, 24 de octubre (Vanguardia).- En los últimos cinco años se incrementó en la Región Sureste el número de pacientes atendidos por consumo de metanfetaminas [cristal] y otros estimulantes, de acuerdo con las cifras de primer ingreso en los Centros de Integración Juvenil (CIJ) de Saltillo y Ramos Arizpe.
En 2016, el porcentaje de tratamientos por consumo de estas sustancias solo era del 8.3 por ciento (45 casos de 542 en el año), mientras que en 2021 alcanza el 58.6 por ciento (119 de un total de 203, hasta el mes de septiembre). Se trata de personas con edades entre 10 y 29 años, en su mayoría.
El aumento se refleja año con año. En 2017 estos pacientes representaron el 17.62 por ciento; en 2018, 25.56 por ciento; en 2019, 38.26 por ciento; y en 2020 el 48.65 por ciento.
Al respecto, Norma Alicia Pérez, directora del CIJ en Saltillo, señaló que a nivel nacional y en la región “se tiene un grave problema de consumo de metanfetaminas, conocido como cristal o foco, que además tiene un alto porcentaje de recaída, que dificulta la rehabilitación”.
Las metanfetaminas, junto a las anfetaminas y la heroína, se les considera entre las sustancias catalogadas como estimulantes, que en su conjunto han sido las drogas de mayor crecimiento entre los casos atendidos por el CIJ en la Región Sureste durante estos años.
COMIENZAN REHABILITACIÓN EN ETAPAS MUY AVANZADAS
A la par, en el último lustro también se observa un alza en los ingresos de pacientes con alta dependencia a las drogas. En 2016, las personas adictas tratadas por primera vez en los CIJ de Saltillo y Ramos Arizpe representaban el 50.92 por ciento, mientras que en 2021 llegan al 81.28 por ciento.
“Hay varios tipos de pacientes. Están los de etapa experimental, que apenas inician el consumo de drogas; así como los de etapa social, que ya comienzan a tener cierta periodicidad en el consumo, pero todavía no desarrollan una dependencia. Ambos pueden ser catalogados aún como usuarios de drogas.
“Y luego están los consumidores funcionales, que son personas que para llevar a cabo sus actividades cotidianas requieren ya de las sustancias; y los de etapa disfuncional, cuyas vidas giran por completo en torno al consumo y empiezan a perder otras actividades, como el empleo, y tienen problemas familiares y sociales. Estos casos se catalogan como dependientes, hablamos de dependencia física y psicológica, a la par”, detalló Pérez Reyna.
Y, en contraparte, los pacientes que entran en la clasificación de usuarios de drogas (que aún no desarrollan dependencia), disminuyeron del 31.18 por ciento del total de atenciones, en 2016, al 7.88 por ciento en 2021. Lo cual dificulta la atención y rehabilitación.
“Se requiere que las familias se involucren, que estén atentas. Que canalicen los casos ante las primeras señales de consumo y no cuando ya hay una alta dependencia. Generalmente, cuando el paciente ya no tiene control sobre sí es cuando la familia lo quiere ingresar a rehabilitación. Y no debe ser así, la rehabilitacion debe comenzar desde las primeras etapas para que sea más efectiva”, apuntó la directora del CIJ. Con información de Paloma Gatica y Andrea Palacios