La ciudad transparente es como una cárcel, adaptarse a las circunstancias será difícil. «Si pensamos en una sociedad perfecta, las causas no comunes merecen perecer. Esa es una diatriba moral, sobre todo para un individuo, para un hombre solo», dice Ray Loriga.
Ciudad de México, 24 de junio (SinEmbargo).- «¿Qué maldad se esconde en el alma de quien no se reconoce como uno más entre sus semejantes?»
“Sorprende darse cuenta de cómo el amor alimenta y calma aun en las peores condiciones o precisamente y con más razón en las peores condiciones”
“La gente que sabe contar historias siempre tiene compañía”
“No hay cosas muy distintas en ningún lugar del mundo y por eso la gente se viste de colores diferentes y canta canciones distintas para soñar por un segundo que algo distintos son”
Las frases de la novela Rendición se suceden en esta tarde magra una tras otra con los tintes de una historia contada por Philip K.Dick, con la moral instituida por esos grandes maestros del pensamiento.
¿Habrá rendición? Unos refugiados se ven obligados a abandonar su casa, su campo, sus hijos que se perdieron en la guerra, ¿tal vez su amor eterno, ese por el que el protagonista dice haber encontrado a su mujer ideal?
La vida es aquello que duele, que nos obliga a levantarnos de nuestros despojos y salir a vencer aunque más no sea la respiración cotidiana. Ese consenso común que busca lo mejor para todos y traza una ciudad prohibida, una ciudad transparente por donde se ve hasta los excrementos, tiene a un hombre que se adapta a todo, que nunca va a decir un no y que sin embargo aprende a desconfiar de la felicidad.
“Estaba tranquilo presentando esta novela a concurso. Nunca había presentado ninguna novela a concurso y esta novela me gustaba, pensaba que premiada o no premiada mi trabajo estaba todo hecho”, dice Ray Loriga a propósito del Premio Alfaguara con que tan justamente ha ganado su Rendición.
Está satisfecho, viene de firmar su novela en la Feria de Madrid y “el libro sale”, dice este autor nacido en la capital española hace 50 años y conocido novelista por obras como Lo peor de todo, Héroes, Caídos del cielo y Tokio ya no nos quiere, entre otras. .
Cree en la discrepancia, en ese valor individual que le da un carácter humano a un hombre, mucho más que la rebeldía y descree de lo que llama “peligro de vivir en público”, ese protagonizar las redes sociales con opiniones gratuitas y anónimas.
Escribió la novela Rendición mientras escribía Zaza El emperador de Ibiza, hasta que hace tres años volvió a su novela inicial y encontró esa voz que le permitió contar la historia. “Era una voz delicada y una estructura delicada, creo que Zaza protegió a Rendición”.
Una ciudad transparente es como un Facebook, como un Instagram: allí conviven los buenos padres con las madres devotas, los hijos impecables, todo allí es consenso, hay mucha gente alrededor que casi no nos vemos, que casi no sabemos cómo nos llamamos fuera de esa ciudad.
“En la ciudad impera un orden riguroso, una calma autoritaria y una absoluta transparencia: no están permitidos los secretos ni las paredes opacas. La temperatura es constante y los olores no existen. Los recuerdos desaparecen; no existe intimidad, ni siquiera se puede sentir miedo. Hasta el momento en que la conciencia despierta y se impone asumir las consecuencias”, dice la presentación de la novela.