Martín Moreno-Durán
24/06/2015 - 12:01 am
Mancera: el disparate
+ Ninguneado, frívolo, temeroso, delirante… + Una tragedia para el DF… y para la izquierda – Yo no voy a ser el pendejo que pierda y entregue la ciudad de México a otro partido…-, tronó la voz de Marcelo Ebrard ante jefes delegacionales e integrantes de su gabinete. Corrían los días de 2010 y el […]
+ Ninguneado, frívolo, temeroso, delirante…
+ Una tragedia para el DF… y para la izquierda
– Yo no voy a ser el pendejo que pierda y entregue la ciudad de México a otro partido…-, tronó la voz de Marcelo Ebrard ante jefes delegacionales e integrantes de su gabinete. Corrían los días de 2010 y el Jefe de Gobierno blandía encuestas que, desde entonces, vaticinaban derrotas para el PRD en su corazón político, económico, social y electoral: el DF.
Los capitalinos comenzaban a reflejar disgusto y desánimo por el trabajo poco efectivo de los jefes delegacionales, la mayoría perredistas. Por ello, Ebrard – un animal político hoy caído en desgracia-, les ordenó redoblar esfuerzos, atender conflictos en sus respectivas delegaciones, reforzar programas sociales, ponerse las pilas ante la inconformidad que, seguramente, se reflejaría en las urnas.
-Yo no voy a ser el pendejo que pierda…-, remarcaba Ebrard.
Y no lo fue. El PRD y su estructura – más que el candidato Mancera-, prácticamente tuvo carro completo en 2012 en el DF. Ebrard entendió las señales de alerta, corrigió, regañó y ganó.
Hoy, la pregunta se impone:
¿Quién será el pendejo (parafraseando a Marcelo) que pierda la ciudad de México para el PRD?
*****
Año 2013.
Jefes delegacionales se acercaron al jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, para plantearle que las políticas sociales universales se intensificaran en el DF para apoyar a ciudadanos y, de paso, apuntalar la imagen del PRD, y le pusieron un ejemplo: en sus respectivas demarcaciones, el programa de entrega de lentes para niños con debilidad visual, había sido un éxito. Le propusieron hacerlo integral y aplicarlo en todas las delegaciones. La inversión sería de 400 millones de pesos, que podría ser erogada sin ningún problema por el GDF.
Mancera los oyó, pero no los escuchó. Se despidió de ellos. Y nada se volvió a saber de su propuesta.
Miguel Ángel Mancera – un híbrido político desleal con el PRD a quien, quiera o no reconocerlo, le debe haber llegado a la Jefatura de Gobierno-, ya no gobierna, si acaso algún día lo intentó. En la praxis político-social-electoral, su lugar lo ha ocupado Héctor Serrano, un personaje surgido de las cañerías políticas de la delegación Venustiano Carranza.
¿Quién es, en realidad, ese híbrido llamado Miguel Ángel Mancera Espinoza?
Su característica más grave: proclive a fabricar culpables cuando fue procurador de Justicia del DF. (A mayor detalle y bajo investigación periodística, ver libro Abuso del poder en México. Capítulo “Mancera, el fabricante de culpables”. Edit. Aguilar. Martín Moreno).
Y hoy, es un mandatario –por llamarlo de alguna manera-, ausente, vacío, frívolo, rayando en la irresponsabilidad.
Mancera no suele reunirse con jefes delegacionales, como sí lo hacían Ebrard y López Obrador.
Mancera rara vez convoca a su gabinete. “Es prácticamente imposible acordar con él”, dicen perredistas.
Mancera ha evitado hacer recorridos por el Centro Histórico, como acostumbraban realizarlos Cárdenas, Robles, AMLO y Ebrard. Le tiene fobia al contacto popular.
Y así se atreve a declarar que quiere ser candidato presidencial en 2018. Es el delirio de Nerón.
Ha enloquecido. Bien harían Serrano y los hermanitos Serna en dejar de calentarle la cabeza con cantos de sirena prósperos en mentes débiles. Los capitalinos lo agradecerían.
*****
Mancera, el ninguneado.
Así lo escribió Roberto Rock en El Universal el pasado 8 de mayo:
“(Ebrard) cuestionaba su capacidad (de Mancera), su escaso conocimiento de la ciudad e incluso su estilo de hacer bromas en momentos incómodos. ´Deberías ser más serio´, le sentenció Ebrard en más de una ocasión, ante testigos, cuando Mancera ya era jefe de Gobierno electo”.
Mancera, el frívolo.
Así lo escribió Roberto Zamarripa el lunes pasado en Reforma, en columna titulada “Carmelito”, comparando a Mancera con “Carmelo Vargas”, el personaje patético y corrupto de la película “La Dictadura Perfecta”, encarnado por el admirado Damián Alcázar:
“Cuentan que el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, peca de lo mismo. Uno de sus allegados confió que hace unos meses cuando apenas entraban en campaña electoral, la preocupación de Mancera no era el proceso comicial sino encontrar a alguien de confianza que le presentara a una actriz sudamericana, estrella de la telenovela cimera. Imploró: no quería que se la ganara otro político…
“…El problema es que Mancera no es tomado en serio. Más allá de sus veleidades – que serían irrelevantes si no fuesen cometidas o presumidas con todo el peso de su investidura gubernamental-, el jefe de Gobierno parece haber perdido el sentido de su responsabilidad… distraído, ajeno a la operación política, frívolo, distante de los ciudadanos…”.
*****
¿Quién está gobernando a la ciudad de México?
Tras la contundente derrota del PRD el 7 de junio pasado, Mancera no entendió o no ha sido capaz de entender o no quiere entenderlo o no está capacitado para entender, que el voto en contra de los amarillos también fue un voto de rechazo a su catastrófico gobierno. A cómo se ha devaluado el DF. A su desgobierno. A su envilecimiento como gobernante. A su entreguismo a Peña Nieto. Al vacío de autoridad. A su traición a la izquierda. Todo ello explotó en la elección intermedia.
Mancera, en lugar de recurrir a la autocrítica del estadista, se refugió en la traición y horas después de la debacle electoral, culpó del fracaso al PRD. Para él no hubo autoculpa. Dio media vuelta, se encerró en su oficina, y se echó en brazos de Serrano y de los Serna para que lo consolaran. ¡Vaya tipo!
¿Quién es realmente Miguel Ángel Mancera?
En esta columna muy pronto seguiremos exhibiendo – siempre con pruebas y testimonios-, la clase de político, y de persona, que es Mancera.
Y si no, que le pregunten a inocentes a quienes envió, sin pruebas, a prisión. Como el caso canalla en contra de Lorena González Hernández, encarcelada bajo fabricación por Mancera cuando era procurador de Justicia capitalino.
De ello, escribiremos en breve.
Twitter: @_martinmoreno
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