México no necesita más partidos políticos mientras nuestro estado de Derecho no sea de hierro y la clase política (toda) evolucione hacia formas más civilizadas de asociación. El caso emblemático ahora es el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que pelea por el registro para competir en las elecciones de 2015. Hay que recordar (otra vez) que el PRD fue formado por disidentes del PRI, quienes sintieron traicionados sus “ideales”. El PRD, con el tiempo, y la izquierda misma, ya lo vemos, se fragmentaría y de ahí se erigiría Morena, prácticamente con el único rostro que le da validez e identidad: Andrés Manuel López Obrador. Historias -éstas de la formación de nuevos partidos- que parecen atender más a ambiciones personales que a sociales, más a resentimientos de minorías que a glorias de mayorías, más a ajusticiamientos individuales que a beneficios colectivos. Por lo menos en Colima, no hay manera de que Morena pueda ofrecer una opción real de cambio, pues está formado, en su mayor parte, por los residuos del priismo más embustero y por carretonadas de gente impreparada que ayudará con el registro pero apenas contribuirá al desarrollo de la democracia y el bienestar que auguran. Además, los militantes de Morena-Colima son de un sectarismo radical y se han graduado en arrojar escupitajos, pero no en sacar el pañuelo para limpiarlos. Por si esto fuera poco, la elección del candidato a la gubernatura la hizo López Obrador justamente como ya ni siquiera la hace el priismo que critica: por dedazo. López Obrador empieza a parecerse a Napoleón, aquel chancho que comandaba a los animales luego de la rebelión contra los humanos, en aquella pequeña obra maestra de George Orwell, Rebelión en la granja. Siempre me ha causado sorpresa cómo esta obra de Orwell es evocada cuando se habla de emancipaciones (como la de Morena del PRD), pero me da la impresión de que quienes la evocan han leído sólo las primeras páginas y, quizá por eso, no pueden evitar reproducir su desenlace. A Morena le está pasando lo mismo: se emancipó del PRD, lo cual está muy bien pues se le ha criticado de ser comparsa del PRI en la reforma energética, pero ahora el líder de Morena se está convirtiendo en Napoleón, sobre todo en ese momento en que, por un lado, se hacía custodiar por perros vehementes (que agredían a todo aquel que le diera la contra) y, por otro, cuando ya fue imposible distinguirlo de los humanos que tanto aborrecía, con quienes jugaba pókar. López Obrador ha culpado al Instituto Nacional Electoral de intentar sabotear el registro de Morena para las elecciones de 2015. Mal hecho: si leyera detenidamente Rebelión en la granja,sin embargo, se daría cuenta de que el verdadero fracaso de su movimiento lo lleva en sus propias entrañas.
@rogelioguedea