El director insistió en que defender la visión del director siempre ha sido problemático frente a quienes financian las películas, sean los estudios tradicionales o las plataformas.
Cannes (Francia), 24 de mayo (EFE).- El Festival de Cannes ha acogido este martes un foro de reflexión de cineastas sobre el futuro del cine liderado por el mexicano Guillermo del Toro, quien ha advertido en el templo de la defensa de las salas de que «la próxima gran película puede venir de una plataforma».
«Cada vez que cerramos la puerta a algo perdemos, la próxima gran película puede venir de una plataforma, ¿no la vamos a ver?. Negarnos esa posibilidad en lugares que son templos del arte es un poco loco», afirmó el ganador de un Oscar por «La forma del agua» y que a finales de este año estrenará su «Pinocho» en Netflix.
Paolo Sorrentino, Michel Hazanavicius, Costa Gavras, Gaspar Noe, Claude Lellouch, Robin Campillo y Mathieu Kassovitz han sido algunos de los participantes en el debate, de dos horas, organizado por el festival con motivo de su 75 aniversario y que continuará mañana.
Para el mexicano, el mundo audiovisual afronta un cambio tan profundo como el que supuso la llegada del sonido. «No es solo el sistema de difusión lo que cambia, sino la relación con el público», ha dicho y ante eso lo importante no es tanto el medio de difusión como preservar «la visión cinematográfica» y la mirada del director.
Del Toro ha recordado que sacar adelante Pinocho le ha costado 15 años. «Cuando decía que quería hacer Pinocho, me contestaban que eso estaba hecho, pero cuando añadía que se desarrollaba durante el ascenso de Mussolini en Italia, se echaban atrás», dijo.
Y ha insistido en que defender la visión del director siempre ha sido problemático frente a quienes financian las películas, sean los estudios tradicionales o las plataformas: «Los obstáculos engrandecen el cine, si quitas los obstáculos, es la muerte del cine».
A este respecto ha recordado la conversación que tuvo en su día con Pedro Almodóvar, uno de los productores de El espinazo del diablo (2001). «Le dije a Pedro que mi única condición era garantizar el montaje final y él primero me preguntó qué era eso y luego me dijo: ‘por supuesto, tú eres el director’; casi lloro de la emoción».
Del Toro ha apelado a la responsabilidad de directores, exhibidores y cineastas para encontrar la manera de «invitar a nuevas generaciones» a la experiencia del cine, en una época en la que todo el mundo parece superado porque «se produce más que nunca» y la oferta desborda al público.
«Preservar el pasado no funciona y el futuro no nos pertenece», ha dicho y al mismo tiempo ha subrayado, con tono esperanzador, que si una cosa ha quedado claro tras la pandemia ha sido la necesidad de «comida, medicina e historias».
Paolo Sorrentino, en cambio, después encadenar dos temporadas de una serie para HBO –The young pope (2016) y The new pope (2019-2020)- y una película para Netflix – È stata la mano di Dio (Fue la mano de Dios en 2021)- ha dicho que quiere volver a hacer películas para la gran pantalla.
«Los cineastas nos hemos encontrado con una sobredosis de ofertas en los últimos años, para hacer películas, series, todo corriendo», ha afirmado, «pero son oportunidades falsas, es decir, puedes hacerlo pero no estoy seguro del buen resultado».
Para Sorrentino no ha sido bueno pensar en muchas cosas a la vez. «Una película requiere tiempo y estar centrado», ha añadido el ganador de un Oscar por «La gran belleza» que quiere volver al ritmo de «un filme cada dos o tres años».
El franco griego Costa Gavras, actual director de la Cinemateca francesa, ha considerado que el cine ha entrado en el final de un ciclo antes del COVID. «Todo va a ser diferente a partir de ahora, viene una nueva generación que ve de otra manera el arte del cine», ha dicho, «pero el cine va a seguir porque necesitamos historias».
Y Michel Hazanavicius, aunque ha valorado que el espectador acude a la sala de cine movido por un deseo y una predisposición más favorables que el que ve una película en el salón de casa, ha insistido en que el debate no puede limitarse a un enfrentamiento entre salas de cine y plataformas.