En Mad Max: Furia en el camino (2015), la nueva entrega de George Miller, predomina un personaje que no es el loco solitario de la carretera que da título a la saga: se trata de Emperatriz Furiosa (Charlize Theron), la heroína que se ha planteado la misión de salvar a un grupo de mujeres esclavizadas por el tirano Inmortan Joe en ese mundo post-apocalíptico. Furiosa las conducirá a través del desierto con destino a un edén que persiste en su memoria desde que era niña.
El trayecto se anuncia infernal en ese futuro propuesto por el director australiano desde la primera entrega: Mad Max (1979), en el cual los hombres pelean por la posesión de potentes máquinas de acero y el escaso combustible. En estos tiempos, a la guerra por el carburante se añadido la escasez de agua que raciona sin piedad el villano mayor. Un ejército masculino se lanza a la caza de Furiosa y el preciado tesoro femenino que resguarda en su poderoso camión cisterna. Ahí se desata la locura salvaje de velocidad sin tregua, en un páramo infinito y con la pericia técnica de un cine en estado puro que generó aplausos y reacciones entusiastas durante su presentación en Cannes 2015.
Tormentas de arena, paisajes agrestes, persecuciones intrépidas y la lucha de poderes en espectacular contienda corporal que significa el encuentro entre Max (Tom Hardy) y Furiosa. El ícono feminista declara su batalla como defensora de los derechos y dignidad de las mujeres; las más bellas son esclavas en el harén personal de Inmortan Joe (Hugh Keays-Byrne) con las que espera procrear hijos sanos; otras, son las nodrizas prisioneras que abastecen el consumo de leche de las hordas. Así que Mad Max cede el asiento del conductor a Furiosa mientras él se ajusta el cinturón del copiloto en esta aventura camino a la redención.
Es tal la fortaleza y presencia demoledora de Furiosa que varios sectores machistas se indignaron porque el Mad Max de Tom Hardy queda a la sombra, calificaron de feminista a la película e invitaron al público – o por lo menos a otros misóginos organizados que comparten su sentir-, a boicotear el estreno. Parte esencial del enfado es que Furiosa «da órdenes a Mad Max», óigame no. Y ni siquiera habían visto la película, ya sabrían después que tendrían furia para rato a cuenta del valeroso batallón de mujeres que confrontarán a los escuadrones del represor en la segunda parte del filme, cuando emprenden el regreso a la villa sometida para salvar a la sociedad entera.
George Miller abre las compuertas al poderío femenino, no sólo son las jóvenes sílfides las que empuñan las armas, otras heroínas ya peinan canas y sus hermosas líneas de expresión han sido marcadas por el sol inclemente y el mundo hostil. Montadas en veloces motocicletas descienden sinuosas colinas de arena, con temple suficiente para disparar un rifle, enfrascarse en una batalla cuerpo a cuerpo o ejecutar arriesgadas acrobacias en maquinarias en movimiento a fin consumar su misión. Cualquier parecido con las guerrilleras kurdas del mundo real no es mera coincidencia, es tributo.
A lo largo de 120 minutos, los mencionados grupos machistas habrán tenido que apechugar: en la pantalla son las mujeres las que inician la rebelión, las que detonan la acción, las que inician el éxodo lejos de la opresión, las que protegen la zona geográfica donde se ubicaba el último paraíso verde; son ellas las que confrontan a la soldadesca del mal y las que resguardan las semillas que harán reflorecer el Edén perdido, mensaje ecológico incluido. Claro, dicho con justicia, con el apoyo de Mad Max.
El comando femenino capitaneado por Charlize Theron es interpretado por las actrices Zöe Kravitz (hija del cantante Lenny K.), Rosie Huntington-Whiteley, Courtney Eaton, Abbey Lee, Megan Gale, la septuagenaria Melissa Jaffer y otras distinguidas veteranas que son las heroínas de esta odisea carburante. El filme de Miller consagra un perfil femenino de hierro en una larga carrera de mujeres de armas tomar.
En el Aniversario 25 del estreno de Alien: el octavo pasajero (1979) a la actriz neoyorkina Sigourney Weaver se le cuestionó sobre el rol protagónico de las féminas en el género de acción: «En cada mujer que ves hay una heroína de acción de identidad secreta», contestó. La intérprete de la teniente Ripley que le ha pateado el trasero al monstruo de las fauces viscosas es una de las más grandes representantes de las princesas que se salvan solas y que han ganado terreno en un espacio anteriormente dominado por los hombres.
La galería de fuerza femenina es extensa: Carrie Fisher en La guerra de las galaxias, Cynthia Rothrock en Lady Dragón, Linda Hamilton en Terminator: el día del juicio, Anne Parillaud en Nikita, Angelina Jolie en Lara Croft: Tomb Raider o Se busca; Milla Jovovich en Resident Evil o Ultravioleta; Carrie-Ann Moss en Matrix , Cameron Díaz y Lucy Liu en Los Ángeles de Charlie, Uma Thurman en la saga Kill Bill, Halle Berry en X-Men, Jennifer Garner en Elektra o Scarlett Johansson en Los vengadores.
Trono aparte merecen las reinas asiáticas que no se andan con cuentos: Angela Mao en Operación Dragón, Xu Feng en Dragon gate inn, JeeJa Yanin en Raging Phoenix, Brigitte Lin en Érase una vez en China, Michelle Yeoh y Cheng Pei-pei en El tigre y el dragón o Zhang Ziyi en La casa de las dagas voladoras. Emperatriz Furiosa se suma con honores a la liga, en tanto, los admiradores de Mad Max corroborarán gustosos que la esencia y la estética de la saga no se desvió del camino.