Ciudad de México, 24 de mayo (SinEmbargo).– La construcción de grandes obras en la capital del país, como los segundos pisos en tramos del Anillo Periférico, la Supervía Oriente, las líneas de Metrobús o más recientemente la Fase 2 del Deprimido Vehicular Insurgentes Mixcoac, ha provocado la tala de al menos 56 mil 553 árboles durante las tres últimas administraciones.
Los proyectos que más derribo de árboles han implicado han sido los de infraestructura de transporte, dijo Miguel Valencia Mulkay, coordinador de la organización Ecomunidades, Red Ecologista de la Cuenca de México. “Ha sido, el transporte, siempre el motor de la tala”, expuso.
Pero no ha sido el único, como el propio ecologista explicó: también están los desarrolladores inmobiliarios, las empresas de anuncios publicitarios exteriores y hasta los dueños de negocios que para quitar árboles que les “estorban” les tiran ácido para matarlos.
La tala de árboles para la construcción de obra, ya sea pública o privada, está permitida en la Ciudad de México, conforme a lo dispuesto en la Norma Ambiental para el Distrito Federal NADF-001-RNAT-2012.
Dicha norma, que establece los requisitos y especificaciones técnicas para la poda, derribo, trasplante y restitución de árboles y fue publicada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 10 de febrero de 2013, es la más reciente adecuación de una regulación impulsada en la gestión de Andrés Manuel López Obrador como Jefe de Gobierno, a través del Comité de Normalización Ambiental del Distrito Federal.
Del trabajo de ese Comité surgió la primera norma relativa a la poda y derribo de árboles, la NADF-001-RNAT-2002, que desde su publicación el 1 de abril de 2003 estableció que los árboles podrían ser derribados cuando estuvieran inclinados, avejentados, con débil anclaje de raíces, con riesgo de desplomarse, muertos, plagados, enfermos o con crecimiento reprimido en sitios saturados de árboles. Respecto a obras públicas o privadas estipulaba que procedía la tala cuando los árboles dañaran infraestructura aérea, subterránea, obras de servicio público, inmuebles privados y accesos.
Sin embargo, en la siguiente versión de la norma –la NADF-001-RNAT-2006– ya se contempló el derribo de árboles por la construcción de obra pública y privada, lo que implica que se pueden talar árboles para construir desde puentes peatonales o vehiculares hasta desarrollos inmobiliarios; para instalar redes subterráneas de agua, luz o drenaje o para construir centros comerciales; o lo mismo para hacer edificios públicos como deportivos y centros recreativos particulares.
A pesar de que la norma avala la tala de árboles por esas causas, dado que en la mayoría de los casos la decisión de las autoridades de derribar árboles para obra pública o privada se ha enfrentado a la oposición vecinal, el Gobierno local suele recurrir al argumento de que los árboles se tiran porque están enfermos, planteó Valencia Mulkay.
Un ejemplo reciente de ello es el caso de la Fase 2 del Deprimido Vehicular Insurgentes-Mixcoac, proyecto para el cual la Secretaría del Medio Ambiente capitalina (Sedema) autorizó la tala de 855 árboles en el camellón de Río Mixcoac.
Desde el año pasado los vecinos de las colonias aledañas a la obra habían manifestado su rechazo al derribo de árboles. La Sedema no sólo no atendió su reclamo, sino que el inicio de la tala los tomó por sorpresa el pasado 8 de marzo, al comenzar de madrugada y en domingo.
Ante las protestas vecinales que esa acción generó, la Secretaria del Medio Ambiente, Tanya Müller García, aseguró un día después que de los 855 árboles que se retirarían “el 74 por ciento tiene alguna plaga o enfermedad y el 20 por ciento son eucaliptos, que es un árbol de riesgo”.
Pero eso no era cierto. De acuerdo con el Censo del arbolado afectado, que forma parte de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) del proyecto y que SinEmbargo consultó, sólo 73 de los árboles, es decir menos de la décima parte, estaban en malas condiciones y sólo uno estaba registrado como “plagado”.
GRANDES OBRAS, MUCHAS TALAS
Desde la gestión de Andrés Manuel López Obrador, en la Ciudad de México han sido varios los grandes proyectos de obra pública que han implicado la tala de árboles. Aunque en todos los casos la restitución de árboles es una obligación, la suspicacia por el cumplimiento de dicha medida y el rechazo vecinal han permeado las decisiones del gobierno capitalino de derribar árboles.
En el Gobierno capitalino de López Obrador, una de las obras que llevó a la tala de árboles fue la construcción de la Línea 1 del Metrobús, a lo largo de Avenida de los Insurgentes. En la primera fase de ese proyecto se tiraron mil 794 árboles.
De acuerdo con una nota del diario Crónica, del 6 de junio de 2006, para entonces en la gestión del tabasqueño se habían talado más de 36 mil árboles, miles de ellos correspondían a proyectos de obras viales.
La información que el medio obtuvo de documentos oficiales del gobierno capitalino daba cuenta de que en el Distribuidor Vial San Antonio se habían talado 606 árboles; en el Segundo Piso del Periférico, mil 299; Vialidad de Liga, mil 683; en las avenidas Tamaulipas y Centenario, así como la adecuación de las avenidas Centenario y 5 de Mayo, 267; los puentes vehiculares del Oriente, 614; el Eje 5 Poniente, 937, más 442 por su ampliación; y la remodelación de la avenida Paseo de la Reforma, mil 300.
En total, 7 mil 148 ejemplares a cambio de siete proyectos de vialidades.
A esos se sumaban los 15 mil 348 árboles que fueron talados como parte del plan maestro de recuperación integral del Bosque de Chapultepec y 12 mil más por la rehabilitación del Bosque de Aragón.
En esos años, la entonces Diputada independiente Martha Delgado Peralta acusó a la administración de López Obrador de que por las grandes edificaciones estaba talando más árboles de los necesarios, que existía una falta de criterio de los estudios de impacto ambiental de la Sedema y que las autoridades ambientales incumplían las medidas de mitigación para reparar el daño ecológico.
Delgado Peralta incluso promovió una denuncia contra el gobierno capitalino ante la Procuraduría Ambiental y de Ordenamiento Territorial por la tala indiscriminada de árboles considerados como patrimonio urbanístico y arquitectónico de la ciudad.
Después, Delgado se convirtió en la Secretaria del Medio Ambiente en la administración de Marcelo Ebrard Casaubón. Ya como funcionaria, fue también la encargada de autorizar el derribo de árboles para los distintos proyectos de obra que impulsó el entonces Jefe de Gobierno.
Durante la gestión de Ebrard Casaubón uno de los mayores proyectos de obra fue el “Sistema vial de puentes, túneles y distribuidores Sur Poniente de la Ciudad de México”, que contemplaba un sistema de puentes y túneles para unir Avenida de los Poetas con Avenida Luis Cabrera, entroncar esa vía con las avenidas Centenario, Las Águilas, Las Torres y Luis Cabrera y entroncar la avenida Carlos Lazo con la autopista México-Toluca, así como hacer dos nuevos puentes vehiculares en Luis Cabrera.
En la Manifestación de Impacto Ambiental que la empresa Controladora Vía Rápida Poetas –filial de la empresa Obrascón Huarte Lain Concesiones México (OHL)– entregó sobre el proyecto, señalaba que por el desarrollo de las diversas obras se podrían afectar hasta 10 mil 160 árboles.
Este proyecto incluía al de la llamada Supervía Poniente, obra para la cual se derribaron árboles del Área Natural Protegida de La Loma. De acuerdo con una nota de La Jornada, sólo para ese proyecto se avaló el derribo de mil 179 árboles.
El “Sistema vial de puentes, túneles y distribuidores Sur Poniente de la Ciudad de México”, a su vez, forma parte de un proyecto mayor, la Autopista Urbana Querétaro-Cuernavaca, que contempla otras dos obras: la vialidad elevada Periférico Norte y la vialidad elevada Periférico Sur.
Para la construcción del segundo piso del Periférico Norte o Viaducto Elevado Bicentenario, la empresa OHL había solicitado el derribo de mil árboles. Sin embargo, de acuerdo con una nota de El Universal del 13 de mayo de 2013, la cifra se redujo a 580. La empresa tenía que reponer 17 mil 400 árboles, que serían usados para reforestar el Parque Nacional de Los Remedios.
Para septiembre de 2014, la construcción de la Autopista Urbana Sur provocó la tala de árboles en el cruce de Periférico y Viaducto Tlalpan. Vecinos dijeron que habían sido derribados al menos 150 árboles. Las autoridades no les habían informado cuándo y dónde serían repuestos.
Otro proyecto que implicará el derribo de árboles es la Autopista Urbana Oriente, que contempla la tala de mil 437 árboles; de esos, 604 están dentro de un Área Natural Protegida. En un análisis realizado por la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad se señala que el derribo de los árboles se contrapone con la Ley de Salvaguarda del Patrimonio Urbanístico y Arquitectónico del Distrito Federal, según la cual la única razón por la que los árboles decretados monumentos urbanísticos pueden ser talados es si mueren.
Las líneas del Metrobús también han significado el derribo de árboles en distintas partes de la ciudad. De acuerdo con una declaración del Diputado del Partido Verde Ecologista de México, Tonatiuh González Case, para las líneas 3 y 4 se habían talado mil árboles.
Respecto a la Línea 3, que corre de Tenayuca a Etiopía, vecinos denunciaron en su momento una “indiscriminada” tala de árboles, pues los árboles habían sido derribados supuestamente para introducir en su lugar tubería de semáforos, de lámparas públicas, cableado público y drenaje. Pero la tubería finalmente no fue usada.
El caso más reciente es el de la Línea 6, respecto a la cual las autoridades habían dicho a los vecinos que sólo se talarían 650 árboles. Pero al hacer un recorrido por la zona por donde pasará la obra, que conectará el Rosario con Aragón, los vecinos contabilizaron mil 386 árboles previstos para su derribo.
Otro proyecto que implicó la tala masiva de arboles fue la construcción de la Línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro –que desde marzo de 2014 se mantiene parcialmente suspendida–, para la cual se derribaron 3 mil 250 ejemplares.
Más recientemente, como parte de los trabajos de edificación del nuevo estadio de béisbol para el equipo de Diablos Rojos, en la Unidad Deportiva Magdalena Mixhuca, se han talado al menos 500 árboles desde diciembre pasado, de acuerdo con la organización civil Ecoactivistas.
El proyecto de Tren México-Toluca también llevará al derribo de mil 800 árboles, de acuerdo con el dictamen de impacto ambiental autorizado por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales y revisado por el diario Reforma.
TALA POR OFICINAS, CENTROS COMERCIALES, MOTELES…
Los grandes proyectos de obra pública no son la única causa que ha llevado a la tala de árboles en la ciudad por razones distintas a una condición de riesgo.
La Sedema también ha autorizado derribos para la construcción de conjuntos habitacionales, oficinas, centros comerciales y hasta de moteles.
En respuesta a una solicitud de información, la Sedema entregó a SinEmbargo un listado de los proyectos sobre los que la Dirección General de Regulación Ambiental de la Sedema emitió resoluciones autorizando el derribo de árboles.
Se trata de 121 casos, de 2011 a abril de este año, entre los que figuran el Conjunto Residencial Príncipes, el Conjunto Habitacional Met-Pedregal, el Conjunto residencial Scala Lomas, el Condominio residencial Paseo de los Laureles 270, el Conjunto habitacional Enksa Azcapotzalco, el Conjunto Habitacional Vista Al Bosque, Residencial Gran Sur, el Conjunto residencial Terrazas Santa Fe, y Residencial Mozaiko Lindavista.
También están el Centro Comercial Patio San Rafael, Patio Revolución, Plaza Comercial Patio La Raza, la ampliación del centro comercial Parque Delta, City Towers Coyoacán 5, Centro Comercial Desarrollo Picacho, Centro Comercial Patio Tláhuac, Centro Comercial Terrazas Arenal y la ampliación del centro comercial Galerías Insurgentes.
Además se han autorizado derribos de árboles para la ampliación del estacionamiento de las oficinas de Banorte Tlalpan, de un proyecto de Médica Sur y de un Motel en Tláhuac, cuya superficie de construcción será de 3 mil 891.64 metros cuadrados.