Lula, quien abandonó la cárcel después de 580 días beneficiado de una decisión del Tribunal Supremo brasileño, aguarda en libertad el recurso a dos condenas que suman 20 años de prisión por corrupción y lavado de dinero que le impedirían ser candidato en las elecciones de 2022.
Por Antonio Torres del Cerro
Sao Paulo, 24 abr (EFE).- Para algunos, es un metalúrgico que llegó a presidente y sacó de la pobreza a 36 millones de brasileños; para otros, el izquierdista corrupto que pasó 580 días en la prisión. En una entrevista con Efe, el controvertido ex mandatario de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva alertó que durante esta pandemia «la pesadilla del hambre» ha regresado a América Latina.
Recluido desde hace más de un mes en su domicilio en Sao Bernardo do Campo (afueras de Sao Paulo), Lula da Silva, de 74 años y sobreviviente de un cáncer, se mantiene muy activo, físicamente y mentalmente.
«Estoy trabajando más que cuando iba a la oficina, pero estoy un poco ansioso porque me resulta extraño hacer política por teléfono».
Durante la entrevista realizada por videoconferencia, el jefe de Estado de Brasil entre 2003 y 2010 acusó a Jair Bolsonaro de escuchar «las tonterías» de Donald Trump sobre el coronavirus antes que combatirlo y vaticinó que la pandemia resultará en un nuevo orden mundial con China como primera potencia económica por delante de EU.
Asimismo, pidió al presidente de la Cámara de los Diputados, Rodrigo Maia, que tramite alguna de las varias peticiones para la destitución política de Jair Bolsonaro, porque el mandatario «ya cometió varios delitos» que justifican su cese.
Lula, quien abandonó la cárcel después de 580 días beneficiado de una decisión del Tribunal Supremo brasileño, aguarda en libertad el recurso a dos condenas que suman 20 años de prisión por corrupción y lavado de dinero que le impedirían ser candidato en las elecciones de 2022.
«Si no soy candidato no hay ningún problema, ya lo fui muchas veces (…) aunque ahora no estoy pensando en 2022 y sí en sobrevivir (a la pandemia de COVID-19)», señaló.
Hasta este jueves, Brasil registró casi 50 mil infectados y 3 mil 313 muertes por culpa del patógeno.
P. ¿Por qué no existe una unión nacional entre ayuntamientos, regionales y Gobierno federal para luchar contra el COVID-19 en Brasil?
R. Lo que pasa es que el Presidente de la República (Bolsonaro) carece de una orientación. No tiene una política correcta para luchar contra el coronavirus porque no creía en él; prefería creer en las tonterías que Trump decía. Prefirió decir que el coronavirus era una gripecita y que si él resultase infectado no le pasaría nada porque era un atleta. Llegó a decir que era una tontería, una cosa de terrorismo, construido por China. Pero Trump rápidamente aprendió la lección: no se bromea con lo que no se conoce (…). El Estado brasileño debería además garantizar que las personas que necesitan estar aisladas y las que no tienen dinero reciban de parte del Estado una contrapartida. El mundo entero lo está haciendo.
P. Pero eso cuesta caro y endeuda un país.
R. Estamos en una época de guerra. ¿Sabes cuánto gastó Brasil en la guerra con Paraguay? El equivalente a 11 presupuestos de Estado de la época (1864-1870) (…). La única cosa que tengo que tener en cuenta es la siguiente: no me interesa cuánto cuesta salvar una vida; yo quiero primero salvarla y después discutimos. No puedo discutir el valor monetario de un ser humano.
P. Bolsonaro todavía tiene un tercio del electorado brasileño fiel.
R. Lo que sucedió con Bolsonaro es que ganó vida. Es como si fuese un virus que apareció. Estaba quieto, no se manifestaba y se manifestó. Y, actualmente, sus seguidores salen a las calles a decir idioteces, provocar e insultar a las personas, a hacer percusión (batucada) en la puerta del hospital (…). Estas personas festejaron la muerte de mi nieto (Arthur, en marzo de 2019). El día que murió mi nieto, de 6 años, esos canallas llegaron a producir ‘fake news’ diciendo que la mejor noticia del día fue la muerte del nieto de Lula.
P. El domingo pasado, Bolsonaro participó en una protesta cuyos manifestantes pedían, entre otras cosas, la vuelta a la dictadura militar (en Brasil hubo una entre 1964 y 1985). ¿Cómo interpreta ese episodio?
R. Me entristece porque las personas sabían quién era. Nunca negó sus groserías, la defensa de la dictadura, de la tortura, las ofensas hacia las mujeres, los negros, los indios, la oposición, los comunistas. Él ganó el pleito (en 2018) gracias al clima político creado en Brasil y en el mundo de la antipolítica (…). Y cuando se niega la política lo que viene es peor, es así como se creó el caldo de cultivo para Hitler.
P. Su figura y la de su partido (el de los Trabajadores, PT) quedaron muy asociadas a la corrupción. ¿Cómo es posible persuadir a los electores progresistas y los evangélicos (estos últimos son un cerca de un tercio de los votantes)?
R. Hay muchos pastores evangélicos que son del PT, que son tucanos (como se conoce al centro-derecha). Votaron a Bolsonaro porque había un clima de antipolítica, un clima creado para elegir a ese sector de derecha, pero eso puede cambiar en dos o tres años.
P. ¿Qué orden mundial va a emerger después de la crisis del COVID-19?
R. Creo que China saldrá de esta crisis como la economía más importante del planeta, por delante de Estados Unidos, porque China está gobernada con más seriedad. El otro día escuché a la prensa decir que el presidente estadounidense contaba 11 mentiras diarias. Un país no puede ir bien así.
P. Usted siempre ha defendido la democracia, pero China no es un régimen propiamente democrático.
R. China es lo que es. Y Estados Unidos es lo que es. Yo soy un ciudadano que cree en el ejercicio de la democracia como regla de vida. Pero es cierto que China estableció un modelo político para ellos e hicieron con que funcionase. Ellos están alternando de presidente, pero de lo que estamos hablando es de economía. El Estado-mercado no funcionó, acumuló riqueza. Miren (Mauricio) Macri la deuda que dejó en Argentina (…) ¿Por qué derrumbaron a Evo Morales en Bolivia, con sus reservas y políticas de inclusión? Espero que cuando salgamos de esta crisis discutamos el papel del Estado, de un Estado que debe ser más fuerte, inductor del crecimiento, con una política social, que cuide de la salud. No quiero un Estado sometido a los intereses del mercado.
P. Hay ambiente para un proceso de destitución política (impeachment). La Cámara de los Diputados ya recibió al menos 24.
R. Creo que el impeachment no nace listo, nace lista la petición; se va trabajando. Trump tuvo uno, la Cámara lo aceptó, pero el Senado, no. Aquí en Brasil se comienza discutiendo. Creo que Rodrigo Maia (presidente de la Cámara) debería aceptar porque Bolsonaro ya cometió muchos delitos graves. Este Congreso Nacional que tuvo la osadía de destituir a una presidente (su sucesora Dilma Rousseff en 2016) por una mentira, no debería tener miedo de colocar el impeachment de Bolsonaro encima de la mesa. Y en la discusión que él se defienda. Tenemos que tener mucha preocupación en América Latina. Nuestro continente necesita mejorar en la calidad de vida de nuestro pueblo. No es posible que después de soñar tanto, entre 2000 y 2014, regresamos a la pesadilla del hambre en América Latina, tener mucho desempleo, a gente durmiendo en la calle. Es muy triste. Y vemos la cantidad enorme de gobernantes insensibles que tratan a los seres humanos como si fuesen números.
P. Los gobiernos del PT tuvieron una estrecha relación con constructoras como Odebrecht salpicadas por la corrupción.
R. Estoy convencido que hubo una acuerdo entre Ministerio Público (de Brasil) y el equipo especial de investigación con las autoridades de EU para destruir a las constructoras y a la Petrobras. Porque si el problema fuese corrupción, arrestabas al dueño de la empresa y dejabas funcionando a la compañía, preservando empleos (…). El problema es que lo que querían era destruirlas. Las empresas de ingeniería de Brasil eran muy fuertes y estaban venciendo muchas licitaciones. El aeropuerto de Miami lo hizo Odebrecht (…). También intentaron destruir a la Petrobras. Ella estaba encargada del mayor yacimiento de petróleo del siglo XXI. Nosotros determinamos que el 75 % del dinero de las royalties del petróleo fuese destinado a la educación, ciencia, tecnología y salud. Los estadounidenses y las multinacionales nunca lo aceptaron.
P. ¿Estima que no existió la caja B de Odebrecht, cuyos dirigentes han sido condenados por sobornar en varios países de América Latina?
R. Hoy están probadas muchas mentiras. Si tienes acceso a mi defensa, se va a dar cuenta de cuántas mentiras se han contado (…). Quien practicó corrupción, tiene que ir a la cárcel. Las personas lo que necesitan es un juicio digno, con derecho de respuesta, que no sean tampoco juzgadas por la prensa (…). Todo lo que el PT hizo fue para combatir la corrupción, pero no contábamos con un juez mentiroso y maquiavélico (Sergio Moro, actual ministro de Justicia).