Ante los altos costos y la escasez de medicamentos que enfrenta Venezuela, algunos habitantes de la capital están optando por recurrir a plantas como el toronjil, el hinojo y el limoncillo, y frutos como el limón, alegando que eso los ayuda a mejorar el sistema inmunológico y evitar el COVID-19.
Por Fabiola Sánchez
Caracas, 24 de marzo (AP).— Entre un laberinto de estrechos pasillos de un viejo y caótico mercado, enclavado en una barriada pobre del oeste de la capital venezolana, decenas de personas se aglomeran en un pequeño callejón, donde funcionan las tiendas de hierbas y brebajes curativos a base de serpientes, en busca de alguna medicina natural que les ayude a protegerse del coronavirus.
Ante los altos costos y la escasez de medicamentos que enfrenta la nación sudamericana, algunos habitantes de la capital están optando por recurrir a plantas como el toronjil, el hinojo y el limoncillo, y frutos como el limón, alegando que eso los ayuda a mejorar el sistema inmunológico y evitar el COVID-19, que ha contagiado a 84 personas y amenaza con generar graves estragos por el deterioro del sistema de salud, la falta de agua y las precarias condiciones del alimentación de la mayoría de la población.
Hasta ahora no hay medicamento, remedio occidental, tradicional o casero que pueda prevenir o curar el nuevo virus, ratificó recientemente la Organización Mundial de la Salud.
Científicos de diferentes países iniciaron en los últimos días las pruebas para una posible vacuna que podría demorarse varios meses en salir.
La enfermedad COVID-19 provoca síntomas leves o moderados para muchos y la gran mayoría se recupera. Algunas personas, especialmente ancianos o con problemas de patologías previas, pueden sufrir complicaciones como la neumonía.
El mandatario venezolano Nicolás Maduro salió el domingo en defensa de la medicina natural y compartió, durante una alocución al país, un “antibiótico natural” que está recomendando el médico local Sirio Quintero para el coronavirus.
“Con malojillo (limoncillo), sauco, jengibre, pimienta negra, conchas de limón, miel de abeja, y allí hacen un preparado que el (médico) dice que tiene cualidades antibióticas naturales”, dijo Maduro al explicar la receta que algunos seguidores difundieron luego en Twitter mientras que otros detractores del gobernante aprovecharon para criticarlo y señarlo de irresponsable.
El gobernante acusó el lunes a Twitter de eliminar los mensajes que él difundió sobre tres documentos de Quintero y su producto para combatir el coronavirus.
“Creo en la medicina ancestral, naturista”, afirmó Maduro tras confesar que ya inició el consumo de varias tazas al día del “antibiótico natural”, y preparó junto a su esposa Cilia Flores nueve botellas de la receta para repartirlas entre sus familiares.
El temor generado por la pandemia ha elevado las ventas de esas hierbas y el limón que luego que se reportaran los primeros casos locales tuvo una escalada en su precio que pasó de 2 a 6 dólares el kilo en una semana.
Médicos y organizaciones como la Academia Española de Nutrición y Dietética descartan que el consumo de hierbas y frutos puedan proteger a la población de la pandemia, pero en el imaginario de los venezolanos existe otra percepción.
Con el rostro cubierto con un tapabocas de tela azul un hombre fornido, de estatura media, revisa afanosamente con sus manos una montaña de diferentes hierbas mientras pregunta a un joven vendedor por el limoncillo. Luego que el vendedor le respondió que la planta estaba agotada, el hombre optó por llevarse un manojo de otra hierba llamada “sangría”, que adquirió por un monto equivalente a unos centavos de dólar.
“La gente lo que me está pidiendo son guarapos de esto para la nueva gripe”, afirmó Josman Sosa, un vendedor callejero de 36 años, mientras sostenía con su mano izquierda un fajo de pequeñas ramas de “sangría” que estaban envueltas en una hoja de papel periódico.
Sosa relató que ante la creciente demanda de bebedizos decidió reemplazar la venta callejera de café por hierbas.
Rodeada de decenas de velas, tabacos, esencias, palos de madera y grandes envases de vidrio llenos ron y serpientes, Lisbeth Gómez, una comerciante de 46 años que regenta uno de los locales de hierbas del mercado municipal de Catia, al oeste de la capital, indicó que tras la aparición del coronavirus en el país saltaron las ventas de toronjil, limoncillo, orégano, hinojo y jengibre, lo que aseguró que ha comenzado a generar problemas de escasez de esos productos.
Después de confirmados 84 casos de Coronavirus en el país y motivado a que la mayoría se encuentran en la Región Capital, reforzaremos la cuarentena social para que las medidas preventivas sanitarias se cumplan con mayor rigurosidad y efectividad. ¡Máxima Prevención Venezuela! pic.twitter.com/2MKiVUV6vT
— Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) March 24, 2020
Al hablar de los hábitos de consumo de la población, Gómez, quien heredó de su padre el local que ha funcionado en el popular mercado por tres décadas, admitió que entre los venezolanos es una tradición ancestral el consumo de bebedizos de hierbas cuando tienen alguna gripe, pero sostuvo que ante el coronavirus ella está recomendando a sus clientes protegerse mejor con tapabocas y el lavado de manos.
“Esto no es juego”, advirtió. “Es un tema de seguridad personal y todos tenemos que tomar previsiones”.
En Venezuela, el uso de hierbas se remonta a los años de la colonia cuando los indígenas recurrían a diversas plantas para tratar dolencias.
La Academia Española de Nutrición y Dietética afirmó en un estudio del 17 de marzo que “no existen pruebas para recomendar el consumo de ninguna hierba para prevenir o tratar el COVID-19”.
Así lo ratificó la médica Patricia Valenzuela, miembro de la junta directiva de la Sociedad Venezolana de Infectología, que indicó a The Associated Press que todas las recetas caceras, propias de la cultura de los venezolanos, “no tienen ningún fundamento científico y no tienen ninguna actividad contra el coronavirus”.
Valenzuela dijo que ante la pandemia los médicos están recomendando a la población una dieta balanceada, que incluya frutas, proteínas, carbohidratos y grasas y unos dos litros de agua al día, pero reconoció que en el caso de Venezuela existe un “escenario un poco delicado” de desnutrición, que eleva la vulnerabilidad ante el COVID-19, especialmente entre los mayoritarios sectores pobres que han sido los más golpeados por la crisis económica dominada por la hiperinflación, la escasez de alimentos y medicinas, y la recesión.
¡EL PUEBLO DE VENEZUELA UNIDO PARA LIBRAR LA BATALLA FRENTE AL COVID-19!
Vamos todas y todos a leer, descargar y compartir la edición Nº 194 de nuestro #BoletínInformativo AQUÍ https://t.co/BQQedz4oDW @NicolasMaduro @EduardoPinateS pic.twitter.com/Oh53Eh06gs
— PSUV (@PartidoPSUV) March 24, 2020
Una de cada tres personas en Venezuela está en inseguridad alimentaria, indicó el mes pasado el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas basado en una encuesta que realizó entre julio y septiembre pasado.
A las puertas de un mercado público, ubicado en el municipio capitalino de Chacao en el este de la ciudad, Marisol Arias, una psiquiatra de 71 años, afirmó, mientras acomodaba dentro de un carrito algunas bolsas de verduras y limones que acababa de adquirir, que no estaba en contra que los venezolanos recurran a productos naturales para fortalecer el sistema inmunológico y defendió la práctica asegurando que “es algo sano”.
Arias sostuvo que los productos naturales son la opción más barata que le queda a la población ante los altos precios de las vitaminas.
“Uno tiene que apelar a lo que el bolsillo alcanza”, sentenció.