«Lorenzo Córdova es decepcionante», dice por lo claro Bernardo Barranco, ex consejero electoral del Instituto Federal Electoral (IFE), ahora Instituto Nacional Electoral (INE).
El también economista por la UNAM y Maestro en Sociología del Catolicismo Contemporáneo por la Escuela de Altos Estudios Sociales de París, revela en entrevista con SinEmbargo que el tenía en alta estima a Córdova Vianello, cuando el joven analista era asesor de José Woldenberg. Era fresco, con ideas democráticas, agudo en su análisis, imparcial y con ciertos niveles de objetividad, recuerda.
«Cuando él llega a la presidencia del INE me causó mucha confianza, por su trayectoria, por su padre, un gran analista, un hombre íntegro [Arnaldo Córdova, 1937-2014)], pero algo pasó con la llamada donde se burla de los pueblos autóctonos. A partir de ese momento, Lorenzo Córdova cambia totalmente. Se ha venido imbuyendo con este espíritu técnico y burócrata, de tal suerte que Lorenzo Córdova hoy reina en el INE, pero no lo gobierna. Quien gobierna, quien es factor de poder, es Marco Antonio Baños, que es un operador siniestro, al servicio del sistema político, discípulo de Manlio Fabio Beltrones y muy señalado por intervenir y manipular al INE. De manera clara y muy enfática, yo manifiesto mi decepción por Lorenzo Córdova», afirma el coordinador del libro «El infierno electoral», que recientemente fue lanzado por Grijalbo.
Ciudad de México, 24 de marzo (SinEmbargo).– Bernardo Barranco dice que está contento y sorprendido, pensó que el Papa Francisco iba a aguantar a Norberto Rivera Carrera por lo menos hasta que pasaran las elecciones. Pero no fue así. Por su libro «El pastor del poder», este economista y sociólogo no fue discutido, nadie le hizo una respuesta en desacuerdo, por lo que hay que pensar que Norberto Rivera en la cabeza de este analista en asuntos religiosos, se parece mucho al verdadero.
Ahora Barranco acaba de sacar el libro «El infierno electoral» (Grijalbo) que, entre diversos asuntos, describe a otro personaje que está en el centro de la polémica: Lorenzo Córdova Vianello, actual presidente del Instituto Nacional Electoral (INE).
El análisis, donde colaboran seis ex consejeros electorales, una consejera en funciones y un ex titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), destaca que el fraude sistémico que se vivió en el proceso electoral mexiquense puede repetirse ahora, el 1 de julio, en la elección presidencial.
“No es una simple hipótesis”, dicen desde las páginas no sólo el coordinador del libro, Bernardo Barranco, sino Gabriel Corona Armenta, Ana Vanessa González Deister, Eduardo Huchim May, Norberto López Ponce, Santiago Nieto Castillo, José Núñez Castañeda y Karina Vaquera Montoya.
Hay muchas razones para pensar en un fraude sistémico, que otra vez incline la balanza para el establishment, aunque México no sea el Estado de México y aunque haya un titular joven y atento en el INE.
“Lorenzo Córdoba es decepcionante. Reina en el INE, pero él no gobierna”, dice Bernardo Barranco con voz firme.
“Ya no se trata sólo de un multimillonario desvío de recursos, sino de la plena utilización de las instituciones para perpetuar al PRI en el poder. Ya no es únicamente el robo de urnas o la compra de votos, sino la manipulación de leyes, estructuras y nombramientos. Ya no se trata nada más de ganar una gubernatura a la mala, sino de perder todo un proyecto de nación merced a la impunidad y la corrupción sistemática”, dice el libro, que lleva un prólogo del prestigiado historiador, académico y politólogo Lorenzo Meyer Cossío.
“Ojalá que la lección que se saque de la experiencia mexiquense lleve a todos los responsables políticos y a los ciudadanos a aceptar que el camino que recorrió el poder en el Estado de México ya es inviable a nivel nacional y que no reconocer esa advertencia puede terminar en un despeñadero donde muy pocos saldrán indemnes”, dice el prologuista.
“Es una gran advertencia mi libro”, expresa con convicción al final de la entrevista Barranco, también Economista por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Maestro en Sociología del Catolicismo Contemporáneo por la Escuela de Altos Estudios Sociales de París.
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–El libro nos hace pensar lo que hace mucho venimos pensando, que va a haber fraude electoral. ¿Es así?
–La idea surge de los propios consejeros que tenemos una especie de frustración, porque el instituto electoral que surge en los años 80, se va perfilando en los 90 y estimulada por la gran presión ciudadana, que quiere hacer elecciones diferentes a como se venían haciendo. Muchos de nosotros estuvimos muy involucrados en la importancia de la lealtad electoral. A mí me tocó la alternancia de Vicente Fox en el 2000 y la apuesta era a que el ciudadano es un contrapeso a toda la estructura electoral, era una especie de tres patas, donde había un cierto equilibrio. Ese equilibrio se ha roto, hoy el polo ciudadano ya no existe. Lo que existe son más bien funcionarios electorales. Lo que es propiamente una ciudadanía se ha venido diluyendo y eso es un gravísimo peligro. Los consejeros que escribimos en el libro nos concebimos en esa lógica de contrapesos y hemos visto con mucha decepción que el INE ha venido siendo colonizado por los partidos políticos, ha venido siendo arrastrado por las cuotas de poder y que el INE se ha deformado y que por lo tanto la corrupción que existe en la vida política, en la vida empresarial, en las finanzas, está presente cada vez más en la vida electoral.
–El director del INE, Lorenzo Córdova, es muy joven. ¿Será por eso que ha sido colonizado?
–Lorenzo Córdova es decepcionante. Yo lo tenía en muy alta estima cuando era un analista, había sido asesor de José Woldenberg, joven, fresco, con ideas democráticas, agudo en sus análisis, imparcial, con ciertos niveles de objetividad. Participé con él en diferentes foros, en varios programas de televisión, en debates, y cuando él llega a la presidencia del INE me causó mucha confianza, por su trayectoria, por su padre, un gran analista, un hombre íntegro [Arnaldo Córdova, 1937-2014)], pero algo pasó con la llamada donde se burla de los pueblos autóctonos. A partir de ese momento, Lorenzo Córdova cambia totalmente. Se ha venido imbuyendo con este espíritu técnico y burócrata, de tal suerte de que Lorenzo Córdova hoy reina en el INE, pero no lo gobierna. Quien gobierna, quien es factor de poder, es Marco Antonio Baños, que es un operador siniestro, al servicio del sistema político, discípulo de Manlio Fabio Beltrones y muy señalado por intervenir y manipular al Instituto. De manera clara y muy enfática, yo manifiesto mi decepción por Lorenzo Córdova.
–Hubo mucha decepción con los candidatos independientes
–La corrupción ha manchado el proceso electoral, en 2014 se pensó que la opción por los independientes que iba a refrescar la atmósfera política del país y no ha sido así. Más bien todo lo contrario. Se ha envilecido, todos han hecho trampa, incluso hablamos del sistema electoral en el Estado de México, los candidatos independientes también hicieron trampa. Fíjese lo de Isidro Pastor. Primero lo dejan entrar, luego lo sacan, con todas las boletas hechas, 30 millones de pesos que costaron al erario y había dos versiones de boletas…¡hay desorden! En el caso de los actuales independientes, todos hicieron trampa y eso nos lleva a pensar que no es una alternativa de refresco, hay que repensar los condicionamientos, a lo mejor 800 mil firmas son un absurdo.
–¿Podemos esperar entonces un fraude electoral para Presidente?
–Es una pregunta corta pero durísima. Lo que nosotros hemos entendido en «El infierno electoral» son los fraudes sistémicos del Grupo Atlacomulco en el poder. Un grupo que no sólo es un club político, sino que hay grandes negocios detrás del Grupo Atlacomulco y una extraña mezcla entre política y negocio. Este grupo ha durado más de 90 años en el Estado de México, imponiendo una cultura política autoritaria, provinciana, excluyente y sobre todo una cultura política pobre en contenidos y rico en forma. Es muy importante vestirse bien, jugar por la apariencia, todos tienen enjuagues bucales porque se hablan de nariz a nariz, es un mundo muy particular que nos remite a los años 50 y 60 del siglo pasado, cuando la política era el estilo, la forma. El grupo que hizo un conjunto de trapacerías en el Estado de México es el mismo grupo el que está en el poder central y por lo tanto las inercias pudieran indicarnos que habría un conjunto de elementos irregulares en el proceso actual. Ya hay algunos síntomas, pero México como país no es el Estado de México. Eso hay que tenerlo claro.
–¿A qué llaman ustedes «El infierno electoral»?
–Uno de ellos es el más despreciable éticamente hablando es el tema de la utilización de los programas sociales. En varios Estados ya está la tarjeta rosa. El vocero de presidencia, Eduardo Sánchez, señaló que los programas sociales no se iban a frenar, porque había muchas necesidades de los pobres. Los fondos están blindados electoralmente. En el Estado de México el voto fue inducido por el comportamiento de los programas sociales. Es una falta de normativa, se viola la ley electoral y se viola la dignidad de la gente pobre. El otro es la guerra sucia planteada durante el proceso electoral. La PGR se encargó de golpear a las candidatas Josefina Vázquez Mota y Delfina Gómez Álvarez. A Josefina Vázquez Mota le sacaron unos fondos que el propio Gobierno le había entregado y vinculó a la familia, ella, al empezar el proceso electoral era la puntera y terminó siendo la cuarta. Ahí la PGR tuvo una actuación facciosa, lo mismo quiso hacer con Delfina pero no tuvo el mismo impacto. Tal es así que tres meses después de las elecciones la PGR dijo que no tenía pruebas, pero en el camino la destrozó. Lo mismo está actuando con Anaya, no sé si Anaya lo hizo o no lo hizo, pero lo que está haciendo es un desgaste mediático, sostenido, soterrado… Hay un uso faccioso. Es el segundo signo faccioso del infierno electoral.
–¿Y las maniobras del crimen organizado vistas durante las elecciones en el Estado de México?
–Ese es el tercer signo. Los levantones, las cabezas de cerdo, llamadas telefónicas en la noche, los volantes de narcos lanzados desde el avión, como bien lo marca Norberto López Ponce, fue un proceso electoral de miedo y terminó ganando Del Mazo. No fue una campaña generalizada, sino una campaña en aquellos distritos donde la oposición estaba fuerte. El maestro muestra con estadísticas el impacto de esta campaña de miedo que se instala, hecha con métodos del crimen organizado. ¿Qué estamos viviendo ahora? Van como 100 muertos en el proceso electoral, ¿qué nos está indicando? Hay una irrupción del crimen organizado, preocupante, hay una sombra bastante feroz que nos está llevando por rutas bastante inéditas que se abrieron en el Estado de México. El último síntoma tiene que ver con que el candidato José Antonio Meade estuvo con Alfredo del Mazo y con Eruviel Ávila en el Estado de México y planteo que se iba a inspirar en el triunfo mexiquense para conquistar la Presidencia de la República. Es una declaración tremenda, porque ha sido una elección sucia, manipulada, más tramposa que se haya tenido en la historia.
–Meade está cada vez más abajo, ¿qué debemos esperar?
–En el Estado de México, Del Mazo iba muy por debajo y Delfina muy arriba. Había un nivel desaprobación del PRI de un 60 por ciento y mira cómo terminó. Lo que hicimos con el libro fue una advertencia de que hay muchas irregularidades que podrían repetirse. La otra es una llamada de atención a los especialistas, a los periodistas, de que el proceso se está dando en los tejidos sociales y que están muy distraídos o embelesados con la lógica de los cuartos de guerra de los candidatos. No es todo el proceso electoral. Abajo, en los poros de la sociedad, ahí se está operando ya la elección.