La periodista Carmen Aristegui fue víctima, hace unos días, del más arbitrario poder represor del gobierno de Peña Nieto.
Esta represión de Estado, que se ha intentado encubrir con la apariencia de unos cambios en la reglamentación del medio de noticias MVS, ha tenido como causa esencial los reportajes que pusieron al descubierto la corrupción que vive la pareja presidencial y sus colaboradores más cercanos, como Luis Videgaray.
La evidencia que dio la vuelta al mundo (y la sigue dando) fue el caso de la Casa Blanca, que no pudieron disolver.
Derivado de esto, el poder represor del gobierno federal se activó de dos formas: primero para desacreditar a Carmen Aristegui y, luego, para amordazarla.
Como a la emisora del mensaje (Carmen Aristegui) no pudieron acallarla, el gobierno de Peña Nieto buscó a su canal, la empresa de noticias (MVS), a la cual, como ya vimos, lograron ponerle una cinta canela en la boca.
¿Quiénes fueron los personajes que, en mayor o menor medida, pudieron ayudar a que el aparato represor se activara? Doy sólo dos nombres, de los muchos que puede haber: Felipe Chao y Andrés Chao, ambos hermanos. El primero, alto directivo de MVS; el segundo, influyente funcionario de la Secretaría de Gobernación. Cualquiera con un poco de entendimiento de la condición humana y de la forma en que se arreglan los asuntos en este país no dudaría en resolver el acertijo.
La represión contra Carmen Aristegui, la periodista mexicana más emblemática de este momento, representa la mayor evidencia de que vivimos, ya, en un estado despótico, donde el gobierno empieza a convertirse en el único responsable de los crímenes cometidos contra la libertad de expresión.
Todo esto sin que nadie, lamentablemente, pueda hacer nada para evitarlo.
@rogelioguedea