Pablo Ruíz Galindo Covarrubias
24/03/2014 - 12:00 am
A 20 años de Colosio
Luis Donaldo Colosio, candidato a la presidencia de la República por el PRI en 1994, quien encabezaba las preferencias electorales en ese entonces, fue asesinado en Lomas Taurinas, Tijuana, el 23 de marzo de ese año, ayer hace 20 años. Eran las épocas del “viejo” PRI, si es que acaso hoy se puede hablar de […]
Luis Donaldo Colosio, candidato a la presidencia de la República por el PRI en 1994, quien encabezaba las preferencias electorales en ese entonces, fue asesinado en Lomas Taurinas, Tijuana, el 23 de marzo de ese año, ayer hace 20 años. Eran las épocas del “viejo” PRI, si es que acaso hoy se puede hablar de un “nuevo” PRI. No los años de “oro” del partido, porque esos ya habían pasado, sino todo lo contrario, pero seguían en el gobierno, y seguirían por 6 años más.
A pesar de haber sido el candidato del PRI en aquellas épocas del famoso “dedazo”, fuentes internas revelaban que más de una persona dentro del partido y de Los Pinos no estaba contenta ni convencida de su candidatura. Figuras como Camacho Solís se oponían “abiertamente”. Eran momentos complicados para el país y para el PRI. Los conflictos en Chiapas, los problemas de desigualdad, las rupturas dentro del partido oficial y el descontento de algunos militantes, tensaban el panorama. Dicen los que lo conocían y las personas más cercanas a él, que Colosio era un hombre de palabra, demócrata, entregado al trabajo, bondadoso y honesto. Una carrera política por lo menos respetada. Esas cualidades que a veces nos cuesta trabajo creer que forman la personalidad y la forma de ser de un político, principalmente si estamos hablando de alguien como Colosio, con una trayectoria política de casi 10 años que comenzó en sus jóvenes 30´s.
El asesinato de Colosio, aún con Mario Aburto en la cárcel, sigue siendo un misterio. Para muchos fue hasta un complot dentro del propio partido. Lo que es una realidad es que su muerte abrió los ojos de varias personas y marcó una pauta dentro del PRI y de México. El entonces candidato del PRI daba la esperanza de un cambio en el partido y en el país. Se atrevió a criticar al gobierno, al partido y al México de un Salinas autoritario, que muchos llegaron a considerar traición. Reconocía la necesidad de cambiar el rumbo del país. Y su muerte, al final del día, lo convirtió en héroe.
Lo podríamos comparar con un candidato cualquiera de los últimos tiempos, que lanza toda cantidad de promesas a la gente. Pero Colosio, al menos en promesas, representaba algo diferente, particularmente por los tiempos que se vivían y por la figura que en ese momento representaba tanto el presidente (sobre todo si se trataba de Salinas) como el partido en el poder. Su discurso del 6 de marzo en el Monumento a la Revolución fue un ejemplo de cómo se distinguía de entre los demás. Al final, su carrera se interrumpió en lo mejor que han podido hacer los presidentes de este país: su campaña.
Nunca sabremos si Colosio iba a lograr en realidad el cambio que prometía. No era el cambio que nos prometieron en el año 2000 y que seguimos esperando, porque este cambio lo exigía un priista de 1994. El cambio del que se hablaba era un cambio de fondo, no de colores. Es imposible saber si al asumir la presidencia le hubiera dado un giro a la historia del país. Quizás fue justamente su paso por la historia de México, sin asumir la presidencia, lo que nos llevó a la transición 6 años después. Quizás hubiera sido el mismo cuento que con todos los demás. El mismo PRI de siempre. El mismo PRI de hoy. Quizás no.
La figura de Colosio se ha vuelto la bandera de varios políticos en nuestro país. Su muerte, como todas las demás, fue y es lamentable. Inaceptable tratándose de un homicidio. Su legado es lo más valioso. Más que una bandera debiera ser un ejemplo, pero al mismo tiempo un reto para cumplir todo aquello que se promete y para demostrar al pueblo que existen políticos comprometidos.
A 20 años de la muerte de Colosio, México ha cambiado, pero seguimos esperando los mexicanos un cambio en la forma de hacer política, un cambio en la forma de manejar la economía, un cambio en la forma de crear trabajos, un cambio en la manera de ofrecer oportunidades, y un cambio en el cumplimiento de todas aquellas promesas de campaña. A 20 años, México sigue teniendo hambre y sed de justicia, entre muchas otras cosas.
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