Conforme avanzan las tasas de vacunación alrededor del mundo, la inmunidad de rebaño se convierte en un concepto más distante, a diferencia del inicio de la pandemia, ¿por qué? Expertos explican al respecto.
Madrid, 24 de enero (Europa Press).- Este verano una de las cosas que más preocupaba a las autoridades era lograr la tan ansiada inmunidad de rebaño gracias a la vacunación frente a la COVID-19 de cerca del 90 por ciento de la población. Pero ya esto ha pasado totalmente a un segundo plano, porque hemos logrado esas tasas de vacunación, y aún así se está produciendo una auténtica oleada de casos. ¿Qué está pasando?¿No sirve de nada la inmunidad de rebaño?
Para intentar esclarecer esta situación hablamos con varios expertos sobre el tema. En primer lugar entrevistamos en Europa Press al investigador de FISABIO Fernando González-Candelas quien indica que este tiempo ha demostrado que esta inmunidad de rebaño no permite suprimir la circulación del virus.
«En un virus tan transmisible como este se necesitaría alcanzar una altísima tasa de cobertura vacunal extendida a todas las poblaciones, que se mantenga alto este nivel de inmunidad, que va disminuyendo con el tiempo, y no parece posible mantener estos niveles tan altos que permitirían esta inmunidad de rebaño, que además sirve para proteger a las personas no inmunizadas», afirma el especialista.
Mientras, la doctora Esther Calbo, profesora del Grado en Medicina de UIC Barcelona y responsable de la Unidad de Enfermedades Infecciosas y directora del ámbito asistencia médico del Hospital Universitario Mútua de Terrassa sostiene que como estrategia «sigue siendo válida la inmunidad de rebaño».
Dice que la literatura científica varía y por ejemplo en el caso de la americana sí se sigue hablando de la inmunidad de rebaño, con tasas del 90 por ciento de vacunación, así como de políticas de obligatoriedad de la vacunación para conseguirla: «Cuando se consigue realmente, el impacto sobre el colapso hospitalario se reduce muchísimo».
Ahora bien, considera que conseguir tasas de vacunación por encima del 90 por ciento, y con una inmunidad que se desvanece con el tiempo, es «muy esforzado para el sistema sanitario», a la par que «muy estresante» para la población. «Esto es una realidad vista, el desvanecimiento de la inmunidad, por lo que el esfuerzo que supone mantener esas tasas de vacunación habrá que replanteárselo en algún momento», subraya.
SÍ A LAS ESTRATEGIAS DE CONTENCIÓN
De todas formas, la doctora Calbo cree que con una incidencia de la enfermedad tan alta, con tal número de casos positivos, todavía tienen sentido este tipo de estrategias de contención porque de lo contrario sufriremos el colapso del sistema sanitario. «A día de hoy el 50 por ciento de las camas UCI está ocupadas por pacientes con COVID-19, y además esto va a durar varias semanas, los ingresos de UCI están tres semanas ingresados», afirma.
Considera que el colapso se va a prolongar probablemente por lo menos un mes (principios-mediados de febrero), a pesar de que la curva previsiblemente empiece a descender a partir de la semana del 18 de enero. «Todavía estamos en un momento, aunque estemos todos agotados, de llevar políticas de contención en la transmisión», mantiene la experta.
HAY QUE SER PRUDENTE CON EL SARS-COV-2
La profesora del Grado en Medicina de UIC Barcelona Esther Calbo se muestra, eso sí, prudente con la evolución de la pandemia, y considera que este virus nos ha enseñado a ser «humildes» y cree que en las predicciones hay que hacer un ejercicio de realismo.
«Hay que ser prudente porque la capacidad de mutaciones del virus es permanente y el mundo global no está vacunado como lo estamos nosotros. Ómicron nos ha enseñado que en un mundo con tasas bajas de vacunación el acúmulo de mutaciones puede ser múltiple y generar variantes muy exitosas como Ómicron. ¿Puede volver a suceder? Sí, y no sabemos si lo hará. Esto nos obliga a mantener la vigilancia muy activa frente a las próximas variaciones que puedan aparecer del virus», sentencia esta experta.
Por otro lado, el investigador de FISABIO Fernando González-Candelas no se aventura tampoco a pronosticar cómo será la evolución de la pandemia y cuándo se calmarán un poco el aumento de los contagios. Reconoce que entran en juego muchos factores y que no se puede extrapolar lo que está sucediendo en otros países a España actualmente.
Destaca que esta sexta ola no solo ha estado dominada por Ómicron, sino que al principio también registraba casos de Delta, de la que también hay transmisión, aunque ya mucho menor. Recuerda que el año pasado costó bastante tiempo que se redujeran los contagios y se inclina por pensar que, aunque la subida haya sido muy rápida en parte por la variante Ómicron, la bajada no lo sea tanto y estemos unas cuatro a cinco semanas de bajada en el número de casos.
«Tras las Navidades volvemos a la situación en la que abrimos colegios, se realizan prácticamente todas las interacciones en el entorno laboral, y esto puede dar lugar a nuevas infecciones todavía, y que mantengan durante cierto tiempo una tasa de transmisión elevada», resalta el investigador.