Los amantes embebidos de ellos mismos, después de hacer el amor hasta con las palabras, ven nacer de nuevo en sus labios otro condimento amoroso, la palabra árabe zelije, de donde viene azulejo. Y con una fuente de azulejos al fondo enredaron de nuevo sus cuerpos en perfecta geometría. Después de azafrán y de aceite, azulejo se apodera de todos sus sentidos.
Por Alberto Ruy-Sánchez