Aunque transcurre hace 2 mil, el guion se mueve entre la tradición y la modernidad y, además del mensaje de igualdad de género contiene una llamada de protección del medioambiente.
Por Magdalena Tsanis
Madrid, 23 nov (EFE).- Independiente, apasionada y valiente. La princesa Disney se reinventa y desafía los roles de género en Moana, la historia de una joven polinesia que se embarca en un viaje por el Pacífico para cambiar el destino de su pueblo.
Sus directores y guionistas, John Musker y Ron Clements, pareja creativa de hecho en la factoría Disney que ha alumbrado títulos como «The Little Mermaid», «Aladdin» o «Hercules», dijeron hoy a Efe que se trata de un personaje «diferente» a todo lo que han hecho antes.
«Nunca nos planteamos incluir una historia de amor, ella es una heroína en un filme de aventuras, una joven que emprende un viaje para salvar a su pueblo y que para ello se tiene que poner a prueba a sí misma y superar un obstáculo tras otro», apuntó Clements.
Así, Moana, la hija del líder de su aldea, aprende a navegar, a sobrevivir en el océano, a enfrentarse a peligrosos piratas con forma de coco o a terribles monstruos marinos. Su compañero de viaje, Maui, un semidiós del viento y el mar con aires chulescos, tampoco se lo pone fácil.
«Maui es un personaje real de la mitología de las islas», explicó Musker, «y casi todo lo que contamos de él forma parte de su leyenda: la magia de sus tatuajes, su capacidad para adoptar formas de distintos animales, era un personaje ideal y muy rico para la animación».
La historia se desarrolla en las islas del Pacífico Sur, un terreno nuevo para Disney y bebe de sus tradiciones y costumbres. Para ello el equipo hizo un viaje de tres semanas que les llevó desde las islas Fiyi a Samoa, Tahití o Nueva Zelanda.
«No fue un viaje turístico sino de investigación», dijo Musker. «Hablamos con la población, con pescadores, navegantes, y así aprendimos de primera mano muchos aspectos de sus costumbres, su pasado como navegantes, su estrecha relación con el océano, su conexión con los ancestros, la importancia de la familia», enumeró.
La historia arranca siendo Moana apenas un bebé, cuando ya siente la fuerte llamada del mar, pero se desarrolla a sus 16 años, cuando tiene que averiguar qué hay detrás de esa voz, lo que le lleva a descubrir el pasado de navegantes de su pueblo.
Aunque transcurre hace 2 mil, el guion se mueve entre la tradición y la modernidad y, además del mensaje de igualdad de género -que le ha valido una calificación especial por parte del ICAA-, contiene una llamada de protección del medioambiente.
«Ese mensaje procede de la investigación que hicimos sobre el terreno», dice Clements. «A la gente de la isla le preocupaba mucho, son más sensibles a estos temas porque se enfrentan a ello en su día a día, por su modo de vida. Para ellos es crucial el respeto de la naturaleza y en particular del océano».
Osnat Shurer, productora del filme, subrayó la importancia de tener una heroína. «Es interesante el equilibrio del personaje entre compasión, empatía e inteligencia emocional por un lado, y coraje y determinación por otro», aseguró. «Representamos la mitad de la población, y es importante que las películas nos representen».
Según Shurer, que ha sido productora ejecutiva de la serie de cortos de Pixar y trabajado en cine con directores como Antonioni o Alfonso Cuarón, la producción de «Moana» ha tenido que enfrentarse a retos particularmente difíciles desde el punto de vista técnico.
«El 85 por ciento de la historia se desarrolla en el mar, y eso es difícil, también la animación del pelo, la melena rizada y mojada, el movimiento de los músculos de Maui -llenos de tatuajes que a su vez están animados- y la combinación de técnicas tradicionales y modernas», citó la productora.
Sólo para conseguir el pelo auténtico se necesitaron más de seis meses para desarrollar un programa adecuado, llamado Tonic. EFE