Un estudio reciente descubrió que el proceso evolutivo de las bacterias ‘Escherichia coli’ (‘E. coli’) no se detiene como suponían los científicos que tendría que hacerlo.
Ciudad de México, 23 de octubre (RT/SinEmbargo).- ¿Los seres humanos dejan de evolucionar tras alcanzar el nivel máximo de adaptación a su entorno natural? De acuerdo con una hipótesis aceptada en la comunidad científica, la respuesta es afirmativa. Sin embargo, una amplia investigación, que comenzó hace tres décadas, ofrece un resultado inesperado sobre esta cuestión.
El estudio, publicado en la revista Nature, fue realizado por un equipo de científicos internacional y liderado por Richard Lenski, profesor de la Universidad de Michigan (EU). Dada la dificultad de observar de manera directa los cambios evolutivos en organismos complejos, tales como la especie humana, la investigación se centró en una colonia de bacterias Escherichia coli (E. coli). Este microorganismo tiene un ciclo reproductivo tan acelerado que su evolución se hace evidente en apenas unas décadas.
El experimento de Lenski basado en las observaciones de esta colonia comenzó en 1988. Desde entonces, los microorganismos avanzaron más de 68 mil generaciones, lo cual constituye el equivalente de más de un millón de años de evolución humana.
SOLO LOS MÁS FUERTES
Para sistematizar los comportamientos evolutivos, el científico utilizó 12 poblaciones separadas, pertenecientes a la cepa Bc251. A lo largo de casi 30 años, las bacterias fueron mantenidas en un ambiente simple y estable, con un suministro de nutrientes sumamente limitado para permitir que solo los ejemplares más fuertes pudieran sobrevivir.
Al cabo de cada día, Lenski tomaba una muestra similar de las bacterias que sobrevivían y las volvía a colocar en las mismas condiciones, con una igual cantidad de glucosa a modo alimento. Este fenómeno, en el cual sobreviven los individuos mejor adaptados para luego transmitir su información genética a la siguiente generación, se conoce como selección natural.
En caso de ser cierta la hipótesis aceptada previamente, los microorganismos ya deberían haber alcanzado el ‘pico adaptativo’ y, consecuentemente, deberían haber frenado su proceso de evolución.
MÁS GRANDES Y EFICIENTES
A pesar de lo esperado, los ejemplares de ‘E. coli’ observados continuaron su proceso evolutivo, aunque a ritmos más lentos, para adaptarse cada vez mejor al entorno en el transcurso de todo ese tiempo. A causa de las mutaciones sufridas, todos los ejemplares de las 12 poblaciones analizadas ahora son más grandes, sintetizan de manera más eficiente la glucosa e incluso crecen más rápido.
No todas las poblaciones atravesaron las mismas mutaciones, que en cada caso sucedió a ritmos diferentes. Así, seis de las 12 culturas de ‘E. coli’ desarrollaron una hipermutación al sufrir cambios evolutivos acelerados en los genes responsables de reparar el ADN; mientras que una población en particular desarrolló, al cabo de unas 20 mil generaciones, la habilidad de metabolizar el citrato, logrando así obtener una segunda fuente de alimento además de la glucosa.
CÍRCULO VICIOSO DE EVOLUCIÓN
Sin embargo, ninguna de las poblaciones estudiadas ha dejado de adaptarse al entorno, lo cual sugiere que la evolución es un proceso que jamás se detiene.
Una explicación posible sería que, al evolucionar, las bacterias modifican inevitablemente su entorno, lo cual, a su vez, es un nuevo estímulo para continuar con la adaptación, expresó Mike McDonald, otro de los participantes del estudio. Los científicos estiman que el mismo proceso sucede en los humanos.