México, 23 Oct (Notimex).- A 50 años de su creación, el Archivo Histórico de la UNAM (AHUNAM), tiene un importante acervo entre los que se encuentran instantáneas de Manuel Paredes Gutiérrez (fotógrafo de Luis Echeverría durante el 2 de octubre), el movimiento de los cristeros e imágenes captadas por Saúl Molina.
María de Lourdes Alvarado, secretaria académica del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE), dijo que el acervo cuenta con 39 fondos universitarios y 37 incorporados por donación o compra; 17 colecciones universitarias y 51 incorporadas, así como 24 mil 76 cajas del Fondo de la Universidad Nacional.
En un comunicado, destacó que el AHUNAM es considerado uno de los mejores espacios para guardar diversos acervos, los cuáles han aumentado de forma considerable en los últimos años.
Además, es el depósito final de documentación generada por sus distintas entidades, información con un alto valor cultural y testimonial.
Hoy, posee programas especializados en organización, descripción y difusión, y tiene capacidad para una conservación adecuada, restauración, reprografía y digitalización, todo a cargo de técnicos académicos experimentados.
En septiembre de 2006 surgió el IISUE, instituto que tiene a su cargo el AHUNAM.
Expuso que el organismo nació de una amplia exhibición —inaugurada en 1963 por el rector Ignacio Chávez— que incluía estadística, legislación, aspectos socioculturales y la historia de la UNAM. Posteriormente, se le asignó un lugar para albergar ese legado que aumenta con los años.
Para festejar el aniversario, se reunieron Ana María Rosa Carreón, Elena Jeanneti Dávila, Margarita Menegus y Alma Gómez Gómez, quienes trabajaron en algún momento en este sitio, moderadas por María de Lourdes Alvarado.
Carreón, quien fue jefa —“no directora”, aclaró— de esa entidad universitaria de 1967 a 1977, recordó que en su gestión habló con Jorge Carpizo, en ese entonces coordinador de Humanidades, para pedirle que el AHUNAM (ubicado en el octavo piso de la Biblioteca Central) tuviera su propio espacio, pues no podía organizarse igual que una colección de libros común y tenía sus propias necesidades.
Entonces disponíamos de 680 metros cuadrados de superficie con expedientes de todo tipo, donados, comprados, adquiridos y protegidos con escritura notarial. En mi estancia viví enamorada de los papeles viejos, aunque también de mis jóvenes estudiantes, apuntó.