La muerte de la agente literaria Carmen Balcells concluye una etapa victoriosa en la literatura en español. Andrew Wylie se queda con la agencia y el Estado español con el archivo documental de la fallecida.
Ciudad de México, 23 de septiembre (SinEmbargo).- Sin la agente literaria Carmen Balcells no hubiera existido el boom latinoamericano. Así de importante fue la influencia de la mujer fallecida a los 85 años y quien como cuenta el periodista español Xavi Ayén fue “la más poderosa del mundo” en su género, “con seis premios Nobel en su catálogo, por no hablar de aquellos a los que representa únicamente en lengua española, como el sudafricano J.M.Coetzee”.
Precisamente, el monumental libro de Ayen, Aquellos años del boom, constituye un manual perfecto para comprender y entender la labor de esta mujer que había nacido en 1930 en Cataluña, en la localidad leridense de Santa Fe de Segarra, y que en 1965 fundó la agencia con su nombre, para difundir y apoyar la obra de 300 autores en lengua española y portuguesa.
“Él era un genio. Y con un genio tú puedes crear un Partido político o hacer una revolución y yo opté por la revolución. Gracias a García Márquez hice una revolución editorial”, supo decir Balcells para expresar la relevancia de un vínculo que hizo historia en la literatura del mundo y que dio forma al mayor movimiento de las letras contemporáneas en nuestro continente.
Como George Martin con Los Beatles, más en nuestro tiempo, como Rick Rubin con los Red Hot Chili Peppers o Johnny Cash, como Quentin Tarantino con John Travolta, Balcells fue importante porque introdujo en el mundo de la escritura conceptos como triunfo, victoria y conformó las bases de un negocio que hoy no puede salir –eso también hay que decirlo- de algunos vicios que han hecho del universo literario un entretejido donde el marketing manda más que el talento.
EL ÉXITO LITERARIO COMO PARADIGMA
Con 50 mil contratos en su haber y el firme propósito de que el escritor pueda vivir de su trabajo, Carmen diseñó los puntos y contrapuntos de un sistema donde el éxito fue el paradigma principal, otorgando a los autores un carácter de estrella literaria que al compás de sus libros también se convertía en una personalidad de culto, provista de fama y dinero.
García Márquez fue su creación máxima y para el Nobel colombiano “una mamá grande” –bautizada así por el otro Nobel, el peruano Mario Vargas Llosa- que confió en él cuando nadie lo hacía y para la que el discurso del autor de Cien años de soledad en la Academia Sueca, allá por 1983, representó la culminación de un viaje donde sólo podía haber lugar para el fracaso rotundo o la victoria irrefutable.
“Aquella noticia desencadenó en mí un sentimiento completamente nuevo. Era una sensación totalmente física, como si algo muy fuerte estuviera intentando salir de mi pecho, algo inefable que, si tuviera que resumir en palabras, sería: ¡Hemos triunfado! Eso es, una sensación absoluta de triunfo”, contó Balcells en el citado libro de Xavi Ayén.
En 2012, el periódico español El País difundió un video donde Carmen celebraba los 85 años de su entrañable amigo Gabriel García Márquez. “No me imagino mi vida sin Gabo”, decía la mujer que cuando se enteró el año pasado de la muerte del autor de El otoño del patriarca, sintió “un derrumbe total”.
“Cuando me puse a trabajar en este libro tuve claro que hasta que no accediera a Balcells la cosmogonía de personajes y autores del boom iba a quedar incompleta”, confiesa el periodista español que en La Vanguardia escribió en la víspera una sentida nota de despedida para la mujer que llegó a admirar y querer en forma irremediable.
“Son legendarias tus broncas – “el alarido de las once”, se oía comentar en tu agencia tras alguno de tus arrebatos-, que todos los que te han conocido y querido recuerdan con afecto porque, como me dijo un día Vargas Llosa, cuando me gritabas por alguna cosa delante suyo: “Xavi, si Carmen no te riñe es que no te quiere. Ella profesa este tipo de amor con repentinos chispazos de odio. Si nunca te riñe, es que no le importas”. Así querías y así te queríamos”, escribe el periodista nacido en 1969.
En la mencionada columna de La Vanguardia, Ayén también hace referencia a la venta de la agencia literaria de Balcells al temido agente estadounidense Andrew Wylie, conocido como “El Chacal”.
“La última vez que hablamos, Carmen, hace tan solo dos días, estabas dolida. Te quejabas de que los futuros compradores de tu agencia te exigían “hacer limpieza” y habías empezado, a los 85 años, a despedir gente.
Con tu túnica blanca, dando órdenes, profiriendo gritos, estallando en carcajadas y de repente sumiéndote en un llanto profundo, como siempre habías hecho, parecía que el tiempo te alcanzaría para ordenar la sucesión de tu agencia y enseñarle a Andrew Wylie que las cosas no iban a ser tan fáciles”, escribe Ayén.
La unión entre los dos agentes literarios más importantes del mundo aconteció en mayo de 2014, para por un lado asegurar el retiro de Carmen y permitir que Wylie comenzara a pisar fuerte en la literatura en español, teniendo bajo su control a los autores más vendedores en dicho idioma.
No fue de todos modos la sociedad de dos personas que entendieran el fenómeno literario bajo la lupa de los mismos principios éticos y estéticos. Sólo la crisis del mundo editorial podía permitir que el agua y el aceite de las letras decidieran navegar juntos por el ríspido mar de los libros.
“En 2010 Balcells reconoció que buscaba un socio para afrontar los retos del sector. Wylie lo intentó entonces, según explicó la agente en una entrevista en la revista Ñ y hubo conversaciones entre ambas empresas, ‘pero el elegante señor Wylie descubrió que le salía más barato seducir a algunas viudas que comprar mi agencia’”, contó el periodista Martín Rodrigo en el periódico español ABC.
El archivo documental de la agente literaria fallecida, por otro lado, fue vendido al Estado por 1,5 millones de euros, según informa la agencia efe.
El secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, explicó que en dos años de negociaciones Balcells siempre ha manifestado su expreso deseo de que lo que aún permanecía en su poder, 3.200 metros lineales de materiales, se uniera a lo que el Estado le compró en 2010 -mil metros-, por lo que pagó tres millones de euros y que custodia el Archivo de Alcalá.
Fuentes de la Consellería de Cultura catalana admitieron a la misma agencia que existe interés por parte de la Generalitat en quedarse con la parte del archivo de Carmen Balcells que no había sido adquirido por el ministerio de Educación y Cultura en 2010.
Algo que deberán decidir sus herederos, entre ellos el único hijo de Carmen Balcells, Luis Miguel Palomares.
“Soy una persona sin memoria. De ahí que cada vez que me lo preguntan, contesto, primero, que nunca escribiré mis memorias porque no tengo memoria. Segundo, porque no sé escribir. Esto último no es tan relevante porque podría dictarlas y alguien las ordenaría y las redactaría, pero… Y, tercero, porque todo lo que puede ser muy interesante de mi vida y mi trabajo es aquello que yo nunca contaré a nadie.
De un tiempo a esta parte, desde hace unos cinco años, pienso que tengo que morirme cuanto antes porque estoy empezando a bajar la guardia y cuento todo. No sé por qué. Debe ser consecuencia de un cierto relajamiento que he adquirido. O de una seguridad en mí misma que no había tenido nunca. Ya no me importa dar una entrevista cuando hasta hace poco las evitaba a toda costa por temor a meter la pata”, le dijo al escritora argentino Rodrigo Fresán en una memorable entrevista publicada por la revista Soho.
“Era inteligente, era audaz, era generosa hasta la locura, era buena y su partida deja en todos los que la conocimos y la quisimos un vacío que nunca nadie podrá llenar. Carmen queridísima, hasta pronto”, escribió Mario Vargas Llosa en su carta de despedida publicada en El País.
