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El machismo, la envidia y Rosario Castellanos: Giménez Cacho y Gidi hablan sobre su película, Los adioses

23/08/2018 - 5:00 pm

La cinta se llevó el premio del público en el Festival internacional del Cine de Morelia a finales de 2017. Fue filmada en 2016 en la Ciudad de México y en Comitán, Chiapas, el sureño estado de México donde creció Castellanos, uno de los más pobres y con mayor población indígena del país, lo cual impactaría su carrera y literatura.

Por Berenice Bautista

Ciudad de México, 23 de agosto (AP).- Karina Gidi y Daniel Giménez Cacho exploran la conflictiva relación de Rosario Castellanos y Ricardo Guerra en Los adioses.

Además del machismo de la época de la escritora y el filósofo mexicanos, en su relación —retratada de manera íntima en la cinta de Natalia Beristáin que se estrena el viernes en México— otro de los grandes conflictos era la envidia.

“Sí era una de las razones por las que las cosas entre Ricardo Guerra y Rosario Castellanos no funcionaban. Estaba como mal colocada la forma de admirar al otro y respetar al otro y luego envidiar al otro y estar celoso el tiempo del otro”, dijo Gigi a The Associated Press en una entrevista reciente.

La actriz fue galardonada en junio con el premio Ariel por su interpretación de la autora de novelas como “Balún Canán”, cuentos (“Álbum de familia”), poemas (“Lívida luz”) y ensayos (“Sobre cultura femenina”). Castellanos, considerada una de las escritoras mexicanas más prominentes del siglo XX, fue además embajadora de México en Israel, donde murió por una descarga eléctrica en 1974, a los 49 años.

Guerra (1928-2007), en tanto, escribió obras menos conocidas como “Críticas de las teorías del mexicano”, “Filosofía y fin de siglo” y “Actualidad de Nietzsche”. Fue embajador de la República Democrática Alemana tras la muerte de Castellanos y director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde conoció a la autora en sus años de universitarios y donde ella también impartió clases.

Castellanos y Guerra tuvieron una relación cuando eran veinteañeros. Guerra se casó y tras su primer divorcio volvió con la escritora, con quien tuvo a su hijo Gabriel.

Los adioses los presenta en sus años juveniles, con Tessa Ia en el papel de Castellanos y Pedro de Távira en el de Guerra, y en su edad madura con Gidi y Giménez Cacho.

“Yo creo que eso (la envidia) no tiene época. Si pasa eso en una pareja ahora hay que saberlo procesar y hay que saberlo acomodar”, dijo a AP Giménez Cacho, quien contó que en su propia casa vivió una situación similar: su madre vivía para apoyar la carrera de su padre, pero cuando decidió volverse pintora “hubo gritos y sombrerazos” hasta que se emancipó.

Guerra, quien en la película se ve realizando asambleas estudiantiles en las que también participó Castellanos y criticándola por su condición de hija de terratenientes, no era un machista golpeador, pero obligaba a Castellanos a elegir entre su carrera como académica y su papel de madre al considerar inapropiado que no estuviera todo el tiempo cuidando a su hijo.

“Eso es una cosa que siempre me ha dado mucha risa, porque la gente de izquierda está buscando transformar el mundo y hacer la justicia social afuera en la calle y en la sociedad en su casa eso no pasa”, dijo el astro mexicano de películas como Profundo carmesí, La mala educación y Zama.

Con Beristáin, agregó, “hablamos mucho del tipo de relación que era para definir qué tipo de hombre era este, dentro de la amplia gama del menú machista cuál íbamos a escoger”.

Los créditos de Beristáin (Ciudad de México, 1981) incluyen “No quiero dormir sola” de 2012, su ópera prima, así como capítulos de “Luis Miguel: la serie” y de “El secreto de Selena”, sobre la vida de Selena Quintanilla, de próximo estreno. Su cortometraje “Peces plátano” de 2006 cuenta con una actuación de Gidi, mientras que con Giménez Cacho habían trabajado juntos en teatro.

Los adioses se llevó el premio del público en el Festival internacional del Cine de Morelia a finales de 2017. Fue filmada en 2016 en la Ciudad de México y en Comitán, Chiapas, el sureño estado de México donde creció Castellanos, uno de los más pobres y con mayor población indígena del país, lo cual impactaría su carrera y literatura. También cuenta con escenas en la UNAM que supusieron dos años de permisos para la producción y un gran trabajo para controlar a los miles de estudiantes que se dan cita a diario en sus edificios.

Beristáin pensó en hacer la película tras leer la correspondencia de Castellanos a Guerra. Tras esto dedicó “un par de años” junto con los guionistas Javier Peñalosa y María Renée Prudencio a leer exclusivamente a la autora para crear una imagen totalmente diferente a la que se imparte de ella en las secundarias mexicanas.

Buscaba “una mujer con la que podía dialogar en lo íntimo”, dijo la directora en una conferencia de prensa.

“En las cartas había una mujer falible, contradictoria, frágil, insegura, con un sentido del humor muy particular. Una mujer con la que me podía identificar no solo yo, sino muchas que conozco”, señaló.

La sensibilidad de Castellanos y la situación tan contradictoria en la que vivía también repercutieron en su salud mental. A lo largo de la película se le ve tomando tranquilizantes ante sus crisis nerviosas.

“Rosario intentó suicidarse un par de veces. Eso no está en la película, pero es parte de cosas que ocurrieron en su vida”, dijo Gidi. “Entraba en muchos conflictos para poder pedir su espacio, su lugar, y que no se le diera le hacía sentir mucha rabia y mucha culpa al mismo tiempo”.

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