Entre el 8 y el 17 de julio tuvo lugar la edición 29 del afamado encuentro literario, donde creó polémica la ausencia de escritoras mujeres tanto en los premios como en las presencias invitadas a Gijón (Asturias, España). Argentinos y españoles destacaron entre los galardones del encuentro fundado en 1988 por Paco Ignacio Taibo II, quien en esta ocasión presentó el libro Que sean fuego las estrellas.
Ciudad de México, 23 de julio (SinEmbargo/efe).- El mexicano Paco Ignacio Taibo II, que presentó Que sean fuego las estrellas y la argentina Claudia Piñeiro, con Una suerte pequeña, fueron algunos de los protagonistas de la Semana Negra de Gijón, certamen dedicado a la literatura policíaca y que concluyó la semana pasada coronando al argentino Marcelo Luján con el premio Dashiell Hammett por su novela Subsuelo.
Mientras Taibo lamentó la desaparición de la clase obrera con conciencia social, de la que habla en su libro, Piñeiro se refirió al conjunto de su obra para asegurar que sus primeras novelas no fueron concebidas como género negro y que Betibú (2011) fue la primera que escribió conscientemente en ese estilo.
Dos representantes de la novela negra latinoamericana, aunque Taibo haya nacido en Gijón (fue el creador de la Semana Negra) y dedique su último libro al movimiento anarcosindicalista de Barcelona entre 1917 y 1922.
El autor contrastó la «apatía» del proletariado actual con la «épica» que ha recopilado en las 553 páginas de su libro, una obra que no quiso encasillar en ninguno de los géneros literarios conocidos.
Lo definió como una «historia narrativa» basada en hechos reales constatados con los personales, que son «malos pero muy malos» y otros «muy buenos».
«Con esos ingredientes es muy fácil escribir novelando los acontecimientos», dijo, aunque el libro ha tardado 30 años en ver la luz, tres décadas durante las cuales acumuló cientos de documentos, recortes de periódicos, libros, microfilmes y docenas de cuadernos de notas, en el garaje de su casa de México.
Taibo afirmó que con el «auge» que estaban tomando las ideas independentistas en los últimos años, sintió «curiosidad» por «redescubrir» la Barcelona que había visto cuando recopiló todos esos datos y abrió las cajas.
Y se encontró con «una muy buena investigación» de unos acontecimientos poco divulgados, puesto que lo que se había publicado eran «algunos ensayos malos» y una novela de Andreu Martín.
En menos de ocho meses terminó de escribirlo, pero no le encontraba un título adecuado hasta que se «topó» con un ejemplar de Macbeth, de William Shakespeare y descubrió que la frase «Que sean fuego las estrellas» tenía la poesía que necesitaba el título de su libro.
EL SUSPENSE FUNDAMENTAL DE CLAUDIA PIÑEIRO
En un estilo opuesto, Claudia Piñeiro, autora de Una suerte pequeña y Un comunista en calzoncillos, explicó que sus novelas «tienen muchas capas», con personajes y tramas que se superponen, con un elemento en común que considera fundamental, el suspense.
Piñeiro, que participó en la Semana Negra de Gijón al haber sido la ganadora de la pasada edición del festival literario Buenos Aires Negra, escribió su primera obra, El secreto de las rubias, cuando trabajaba como economista y aunque nunca se llegó a publicar, fue el punto de inflexión que la llevó a la escritura.
Ganadora del Premio Clarín por Las viudas de los jueves, llevada al cine por el director Marcelo Piñeiro, la autora está considerada como una de las narradoras destacadas de la literatura policial que se produce en la Argentina.
Piñeiro recordó sus comienzos en los talleres dirigidos por el bonaerense Enrique Medina y tuvo palabras de agradecimiento para él y para Guillermo Saccomanno, de quien se considera «hija literaria».
También explicó que escribió Un comunista en calzoncillos pensando en la figura de su padre, afiliado al Partido, pero a quien no veía haciendo la revolución, sino «siempre en casa tomando mate».
Algunos años después de que se publicara esta novela, por intermedio de una tercera persona, se enteró de que su padre era un cuadro importante del Partido Comunista en la localidad bonaerense de Burzaco, donde nació y vivió su adolescencia.
Piñeiro afirmó que el compromiso político de su padre le permitió saber «lo que estaba pasando» durante la Dictadura Militar argentina, que gobernó entre 1976 y 1983, mientras que sus amigas y compañeras de clase lo ignoraban.
LOS PREMIOS DE LA EDICIÓN 29
Premio Dashiel Hammett: Subsuelo, de Marcelo Luján
Premio Memorial Silverio Cañada: Ángulo muerto, de Jordi Juan
Premio Rodolfo Walsh: Todos náufragos, de Ramón Lobo
Premio Espartaco: Balbo, de León Arsenal
Premio Celsius: Nos mienten, de Eduardo Vaquerizo
Concurso internacional de relatos policíacos: “Al otro lado del cristal”, cuento de Raúl Clavero Blázquez
Subsuelo, una oscura historia de crimen, con pocos personajes, ambientada en una casa rural.
El fallo del galardón, que entrega en la Semana Negra de Gijón la Asociación Internacional de Escritores Policíacos a la mejor novela negra escrita en español tuvo como finalistas a los también argentinos Raúl Argemí, con A tumba abierta, y Ernesto Mallo, con La conspiración de los mediocres, ambas ambientadas en la violencia política de los ‘70 en su país.
Asimismo, optaban los españoles Julián Ibáñez, con Gatas salvajes y Juan Bolea, con Parecido a un asesinato.
Editada por Salto de Página, Subsuelo profundiza en los aspectos sicológicos de los personajes de una trama intrigante de sexo, violencia y mentiras, protagonizada por tres adolescentes y los padres de dos familias.
Marcelo Luján nació en Buenos Aires en 1973. A principios de 2001 se radicó en Madrid, donde trabaja como coordinador de actividades culturales y talleres de creación literaria. Publicó los libros de cuentos Flores para Irene (Premio Santa Cruz de Tenerife 2003), En algún cielo (Premio Ciudad de Alcalá de Narrativa 2006) y El desvío (Premio Kutxa Ciudad de San Sebastián 2007).
Los libros de prosa poética Arder en el invierno y Pequeños pies ingleses y las novelas La mala espera (Premio Ciudad de Getafe de Novela Negra 2009), Moravia y la recientemente premiada Subsuelo.
Luján dijo a la agencia efe que al escribir la novela galardonada había tomado «decisiones difíciles», como un único escenario reducido, una casa rural, y pocos personajes, pero lo hizo convencido de que «era la única manera de contar esa historia».
“Subsuelo es una novela dura y es también una novela compleja: me costó mucho trabajo escribirla y lograr algunos pasajes (párrafos incluso) me agotó, me secó y me dejó destruido, Pero era el único modo de poder transmitir, en este caso, la historia que pretendía contar. Siempre pensé que podía ser abordada (y comprendida) por casi todos los niveles de lectura. Subsuelo tiene muchas capas. Creo que esto último es una virtud”, dijo el autor a la revista Fiat Lux.
PREMIO RODOLFO WALSH PARA RAMÓN LOBO
El periodista y escritor español Ramón Lobo, ganador del Premio Rodolfo Walsh a la mejor novela de no ficción de género negro con Todos náufragos, hace un retrato de su familia como «un espejo de su país», explicó a efe.
A este galardón, creado por la organización de la Semana Negra como homenaje al periodista Rodolfo Walsh, asesinado en 1977 por un comando de la Marina argentina, optaban también Nahuel Gallota, con La conexión Bogotá y Carlos Fonseca, con Mañana cuando me maten.
Todos náufragos es la primera novela negra de Lobo, un periodista veterano (nacido en Venezuela en 1955, pero naturalizado español) que ha manifestado el deseo de «seguir explorando en este formato tan latinoamericano que es la crónica».
LA MEJOR NOVELA HISTÓRICA DE LA SEMANA NEGRA
El premio Espartaco a la mejor novela histórica lo ha ganado León Arsenal (seudónimo de José Antonio Álvaro Garrido, nacido en Madrid en 1960) con Balbo, la mano izquierda del César, en la que narra las convulsiones, alianzas y juegos de demagogia en la última etapa de la república romana.
Arsenal ha dicho que quiso hacer una novela «diferente», protagonizada por el controvertido personaje del gaditano Balbo y contar la historia desde «un punto de vista más político».
LA CIENCIA FICCIÓN Y LA FANTASÍA
El premio Celsius de Ciencia Ficción y Fantasía ha sido para Eduardo Vaquerizo (Madrid, 1967) por Nos mienten, ambientada en España a mediados del siglo XXI, donde la desigualdad ha convertido a las ciudades en grandes fortalezas rodeadas de inmensos barrios habitados por desheredados.
El Memorial Silverio Cañada a la mejor primera novela negra le correspondió a Jordi Juan (Barcelona, 1963) por Ángulo muerto, que narra la investigación policial del asesinato de una prostituta de lujo muerta a martillazos y degollada.
Con información de efe