La Luna será paso intermedio al «sueño» marciano, asegura la astronauta Cristoforetti

23/06/2018 - 5:03 pm

La primera astronauta en viajar al EEI, Samantha Cristoforetti, considera que es posible realizar el sueño de la Humanidad de conquistar Marte si se pusiera una base en la órbita de la Luna. Afirma que toda investigación del Espacio ayuda al desarrollo de la sociedad.

Por Gonzalo Sánchez

Roma/Ciudad de México, 23 de junio (EFE).- La conquista de Marte es un «gran sueño» de la Humanidad pero para lograrlo, como «paso intermedio», habría que poner una base en la órbita de la luna, algo ya factible en la próxima década, según la astronauta italiana Samantha Cristoforetti.

Cristoforetti (Milán, 1977) fue la primera italiana en viajar a la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés), donde residió entre noviembre de 2014 y junio de 2015, un total de 199,7 días sin gravedad y miles de amaneceres que documentó en sus redes sociales.

Enfundarse el traje espacial, reconoce, ha sido su sueño desde la infancia, al igual que para la mayoría de sus colegas, pero subraya que la conquista del Planeta Rojo es algo superior que se encuentra en el ADN de la humanidad, un deseo casi atávico.

«La exploración de Marte es algo que todos tenemos en el ADN, un gran sueño, un objetivo de la humanidad», ha señalado la cosmonauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) en un encuentro organizado por la Asociación de la Prensa Extranjera de Roma.

Esta capitana de las Fuerzas Aéreas italianas cree que el intento de viajar en el espacio ofrecería también «beneficios en general para la sociedad» terrícola, pues su investigación podría aportar mejoras en el ámbito tecnológico, científico e industrial.

Pero el objetivo real es el planeta vecino -a unos 225 millones de kilómetros- por ser «uno de los principales candidatos para la presencia de formas de vida», tal y como demostró el hallazgo de moléculas orgánicas en sus rocas por el robot Curiosity de la NASA.

Para alcanzar este planeta en el futuro, Cristoforetti apostó por fijarse nuestro satélite natural como un «paso intermedio» para consolidar y desarrollar la tecnología necesaria antes de partir.

«Creo que necesitamos ese paso intermedio, en el que comenzaremos construyendo una base en órbita en torno a la luna ya al inicio del próximo decenio y después poco a poco construiremos capacidades cada vez más importantes para una presencia sostenible en la luna», dijo.

Y es que en su opinión es improbable «dar el salto desde la órbita baja terrestre», donde transita la ISS, hasta Marte.

«Retos hay muchos pero no son insuperables», opinó, para después defender la necesidad de invertir mayores fondos a la exploración y al mismo tiempo tratar de «hacer estas misiones lo menos costosas posibles para que sean factibles en el menor tiempo».

En esa búsqueda de vida extraterrestre ya hay importantes misiones en curso como ExoMars de la ESA, que lanzó el módulo Schiaparelli, estrellado sobre la árida superficie marciana en 2016, y en 2020 se catapultará un róver para perforar su terreno.

«Interesa porque si hay vida en Marte difícilmente se encontrará en la superficie, con un ambiente extremadamente hostil, mientras que en la profundidad quizá podríamos hallar vida o trazos de vida pasada, quizá de cuando Marte tenía mucha agua», auguró.

Por el momento, en los próximos años podrían llegar «novedades» a la órbita baja de la Tierra, a alrededor de 400 kilómetros de altura, como la estación permanente china, módulos de laboratorios privados e incluso los primeros astronautas de los Emiratos Árabes.

Cristoforetti describe su experiencia «ahí arriba» como «muy bella» aunque dejó pendiente salir al exterior y dar un paseo espacial, pese a conocer lo ocurrido a su compatriota Luca Parmitano, en serios problemas por una fuga de agua en su traje.

Mientras sobrevolaba la Tierra, a unos vertiginosos 8 kilómetros por segundo, AstroSamantha tenía un sentimiento «doble»: por un lado percibía «una conexión emotiva» al pasar por lugares conocidos como su país, pero también «familiaridad» con todo el planeta, su «casa».

En la enorme ISS logró distinguir la zona sobrevolada solo por la luz que entraba por las escotillas y no se sintió sola ya que «no es una situación de aislamiento tan extrema» como, por ejemplo, la que se vive en un submarino, pues «la familia, los amigos y la humanidad están a la distancia de una llamada».

Ya con los pies en el suelo, lleva una intensa vida en la que compagina su formación, su popularidad y su reciente maternidad, que no impide su profesión: «Tengo muchos colegas que van al espacio como padres y no es nada dramático. No habría elegido la maternidad si no la viera compatible con mi vida de astronauta», defiende.

También ha escrito un libro de divulgación para niños y ultima otro para adultos que, con gran esfuerzo, publicará próximamente.

Lo que descarta es la política, al ser preguntada por Efe por el caso del astronauta español Pedro Duque, nuevo ministro de Ciencia, Innovación y Universidades.

«En este momento el objetivo es regresar lo antes posible al espacio», zanja entre risas, reconociendo por otra parte que, sí, un astronauta también pueda aportar algo al Gobierno de un país.

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