Alma Delia Murillo
23/05/2015 - 12:01 am
Humanos en Marte
Un día cualquiera en la ciudad de México se presenta un fenómeno meteorológico y el Sol, su majestad el Sol, se rodea de un halo impresionante. Que se trata de una proyección visual, que es casi una ilusión óptica … como sea pero es para detener el aliento por unos segundos. Estaba encerrada en una […]
Un día cualquiera en la ciudad de México se presenta un fenómeno meteorológico y el Sol, su majestad el Sol, se rodea de un halo impresionante.
Que se trata de una proyección visual, que es casi una ilusión óptica … como sea pero es para detener el aliento por unos segundos.
Estaba encerrada en una cafetería tomando llamadas de trabajo cuando me llegó un mensaje de mi hermana:
-¿Ya viste el sol?
– ¿Cuál sol?
– Sólo hay uno, (pendeja)
Mi grandísimo nivel de dispersión y lo que ocurrió a lo largo del día me dio, una vez más, razones para lamentar nuestra tara posmoderna (¿ultramoderna?) de culto al ego.
El Sol estaba ahí, en mitad del cielo, en el preciso momento del cénit rodeado de ese halo espectacular y lo importante no era el Sol, sino los chistes, bromas, memes y opiniones que pudiéramos tener del fenómeno. Me gana la risa mientras escribo, ¿qué carajos podría importarle al sol lo que opinemos de él?
El caso es que ya sumergida hasta el pantano de mi propio ego y pendejez posmodernos, (miren que preguntar cuál sol) me puse a pensar en la bóveda celeste y me acordé que hay un proyecto en desarrollo para lanzar cohetes comerciales desde el sur de Texas, cómo no, tenían que ser los gringos los precursores del turismo y la conquista interplanetaria. Space X se llama la empresa e invertirá 100 millones de dólares en la construcción del primer puerto espacial comercial para “llevar a la humanidad más allá de la Tierra”. Ay.
Ay, ay, ay.
Un aeropuertote de cohetes y satélites artificiales, valga la incoherencia que acabo de escribir, para que vayamos de visita a Marte, por ejemplo.
Si yo fuera Marte me desintegraba al grito de ¡Ahí viene la plaga de humanos! Porque, seamos honestos y realistas, ¿qué vamos a hacer con un planeta nuevo sino llenarlo de basura, bióxido de carbono, tránsito apocalíptico, espectaculares y vallas promocionales, desechos tecnológicos y toneladas de mierda? Joderlo, pues, arruinarlo.
Y pobres de los marcianos (no se ha descartado su posible existencia) si se les ocurriera aprovechar la vía de comunicación para venir a visitarnos, serían unos migrantes apestados que trataríamos a palos y en su tránsito por nuestra frontera los despojaríamos de todo, los convertiríamos en víctimas de abusos sexuales, de explotación y esclavitud o, en el mejor de los casos, los deportaríamos de regreso a su planeta. Porque no hay que ser muy suspicaces para imaginar que quienes se proclamarían dueños de la entrada a la Tierra serían los Estados Unidos de América y ya sabemos cómo se las gastan nuestros vecinos del norte con sus políticas migratorias.
Tampoco les iría mejor a los pobres marcianos si la frontera de la Tierra estuviera en manos de los mexicanos, para muestra está nuestra conducta con los migrantes centroamericanos que es inhumana, vergonzosa, ruin e hipócrita. Doblemente pobres si intentaran entrar por Europa con sus ínfulas de viejo continente y sus prejuicios raciales igual de viejos y rancios.
Qué pequeña es nuestra humanidad, colegas, y qué poderosos somos como plaga.
“Cuando la tormenta pase, será el sol el que nos salve” dice una canción que escuchaba hoy por la mañana. Bueno, pensé, si ponemos atención, si levantamos la mirada de la pantalla y nos dejamos salvar porque parece que ni el cielo, ni la Luna, el Sol o cualquier otra estrella serán más importantes que nuestro ego infinito, que nuestro voraz deseo de dominación y conquista.
Yo por lo pronto agradezco haber podido atestiguar con mis propios ojos el halo solar de ayer y me prometo a mí misma alzar la vista y contemplar el cielo más a menudo; claro, si no estoy muy ocupada quejándome del puto frío, la pinche lluvia o el maldito calor.
@AlmaDeliaMC
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