El célebre y entrañable autor recibe hoy el Premio Cervantes de Literatura, el más importante de las letras en español
Ciudad de México, 23 de abril (SinEmbargo).- La vitalidad de Fernando del Paso a sus 81 años de edad, nutridos con esos trajes coloridos y esas corbatas imposibles, contrasta con la desidia y el aburrimiento que suelen ostentar algunas personas nacidas 40 o 50 años después.
Porque el narrador vivo más grande y admirado de México tiene además esa virtud: la de ofrecernos un espejo donde es difícil mirarnos, por habernos perdido quizás en una realidad hostil y devastadora que no alcanzamos a mejorar con acciones certeras y miradas claras y precisas.
“Hay escritores que leemos, que admiramos o que queremos. Fernando del Paso es esos tres escritores”, dijo una vez el poeta Vicente Quirarte y allí está él, bailando, viviendo a pleno, en una silla de ruedas desde la cual pide la aparición con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa o señala al Presidente Enrique Peña Nieto con un índice implacable, que pide respuestas, que suplica soluciones.
Es un joven sabio que supo ser el mejor amigo de otro joven sabio llamado José Emilio Pacheco (1939-2014) y que todavía lucha por levantar algo de esta “patria que se desmorona”, como bien supo denunciar en un discurso en Mérida, hace dos años, que todavía nos estremece y que dedicó al querido autor de Las batallas en el desierto.
“Quiero decirte (José Emilio) que yo también amé a tu manera a esa patria de los cuantos bosques y ríos y de la ciudad monstruosa que fue tu cuna y la mía. Quiero decirte lo que tú ya sabes: que hoy también me duele hasta el alma que nuestra patria chica, nuestra patria suave, parece desmoronarse y volver a ser la patria mitotera, la patria revoltosa y salvaje de los libros de historia”, dijo entonces el autor de Palinuro de México.
“Quiero decirte que a los casi ochenta años de edad me da pena aprender los nombres de los pueblos mexicanos que nunca aprendí en la escuela y que hoy me sé sólo cuando en ellos ocurre una tremenda injusticia; sólo cuando en ellos corre la sangre: Chenalhó, Ayotzinapa, Tlatlaya, Petaquillas…. ¡Qué pena, sí, qué vergüenza que sólo aprendamos su nombre cuando pasan a nuestra historia como pueblos bañados por la tragedia!”
“¡Qué pena también, que aprendamos cuando estamos viejos que los rarámuris o los triques mazatecas, son los nombres de pueblos mexicanos que nunca nos habían contado, y que sólo conocimos por la vez primera cuando fueron víctimas de un abuso o de un despojo por parte de compañías extranjeras o por parte de nuestras propias autoridades!”, exclamó entonces.
EL PREMIO CERVANTES PARA FERNANDO DEL PASO
Nació en la ciudad de México el 1 de abril de 1935. Su trilogía de novelas, José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio, le otorgaron el estatus de uno de los narradores y ensayistas más importantes de Latinoamérica.
Es también dibujante y locutor. “La literatura, es mi quehacer más organizado. La plástica es una liberación muy personal …Escribir me angustia terriblemente, me cuesta un trabajo espantoso. Dibujar no, soy incluso más sociable cuando dibujo. Puedo dibujar al mismo tiempo que converso con mi familia. Escribir es todo un trauma, debo estar aislado, me pongo de mal humor y tomo mucho café antes de decidirme a hacerlo”, ha declarado.
Ha presentado en diversas galerías, tanto de Nueva York, París y México, su obra gráfica. Presentó en el metro de la Ciudad de México la exposición 2002 caras de cara al 2002, con imágenes realizadas por él mismo.
Obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1991 y fue director y becario de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de la Universidad de Guadalajara, lo que le ha permitido continuar con su obra literaria, con trabajos como La muerte se va a Granada (obra de teatro basada en la muerte de Federico García Lorca) y el libro infantil De la A a la Z por un poeta.
Entre los reconocimientos que ha obtenido destacan el premio Novela México 1975, Mazatlán de Literatura 1988, Nacional de Lingüística y Literatura 1991,2 y Premio FIL de Literatura 2007. En 1993 fue nombrado Creador Emérito.
En octubre de 2006, fue elegido miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. Es miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.
El 12 de febrero de 1996 ingresó a El Colegio Nacional con el discurso “Yo soy un hombre de letras”.
Hoy recibe el premio Cervantes de Literatura este autor cuya grandeza, según sus amigos, va aparejada con su sencillez como ser humano.
La ceremonia coincide con el 40 aniversario del galardón y con el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), autor de El Quijote y una de las plumas más insignes de la literatura universal.
Será el rey Felipe VI quien le entregue el premio en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, cuna de Cervantes. Allí, en el púlpito por el que en años anteriores pasaron algunos de los mejores escritores en español, el mexicano ofrecerá un discurso.
Su discurso tendrá de todo, “como en botica, un poquito de política pero mucho de literatura», según destacó el propio escritor.
El jurado del premio destacó su «aportación al desarrollo de la novela» y su capacidad para aunar «tradición y modernidad», como hizo Miguel de Cervantes en su momento. El galardón, dotado con 125.000 euros, reconoce el conjunto de la obra de un escritor.
«Me alegra mucho que México haya conseguido varios premios Cervantes. El idioma español nos fue impuesto a sangre y fuego, pero eso fue hace muchos años. Y hoy el español es tan nuestro como las lenguas indígenas que nacieron en nuestra tierra», dijo Del Paso, quien cumple varios compromisos en España, a pesar de su delicado estado de salud.
Entre las muchas actividades, está previsto que deposite un legado personal en la llamada «caja de las letras» del Instituto Cervantes, una cámara acorazada de un antiguo banco en la que en la última década han dejado su huella autores como Juan Gelman, José Emilio Pacheco, Ana María Matute, Nicanor Parra o Elena Poniatowska.
El legado de Del Paso permanecerá custodiado allí, en la caja de seguridad número 1.501, durante un siglo, hasta el 1 de abril de 2116, tal y como decidió. El director de la institución cultural, Víctor García de la Concha, le entregará una llave simbólica.
“El Premio Cervantes se ganó un Fernando del Paso que mucha falta le estaba haciendo”, escribió el joven escritor Antonio Ortuño en su muro de Facebook, en una de las primeras reacciones ante el galardón obtenido por el célebre autor, el sexto mexicano en acceder a dicho reconocimiento.
Tal vez, como dijo el escritor y académico Felipe Garrido, durante el homenaje llevado a cabo en la FIL Guadalajara 2015, “Fernando del Paso debió haber recibido el Premio Cervantes hace 30 años”.
Pero todo llega, felizmente. Larga vida y muchos premios al Palinuro.