México no tiene clases presenciales para sus más de 30 millones de estudiantes de educación básica y superior desde el 23 de marzo de 2020, cuando inició la llamada Jornada Nacional de Sana Distancia por la pandemia de COVID-19.
Por Mitzi Mayauel Fuentes Gómez
San Cristóbal de las Casas (México), 23 ene (EFE).- La indígena mexicana Adriana Pérez Gómez dedica varias horas al día a ayudar a su hija de 10 años, Yazmin Vanessa Hernández, a hacer las tareas escolares. Hace casi un año que suspendieron las clases presenciales en Chiapas y ella enfrenta un problema añadido: es analfabeta
Para ella no ha sido fácil participar en las actividades educativas de la niña debido a que es hablante de tsotsil y entiende poco el español. Proveniente de una familia de bajos recursos económicos, apenas fue a la escuela y nunca aprendió a leer y a escribir.
Pérez Gómez forma parte del 15 por ciento de la población chiapaneca de 15 años o más edad que no sabe leer ni escribir.
Según explicó la mujer a Efe desde su humilde casa de techos de madera, en una mezcla de español y tsotsil, la pandemia parece que no acaba nunca y está desesperada porque su única hija no pierda el ciclo escolar, por lo que ha pedido ayuda a asociaciones civiles de beneficencia y apoyo a la infancia.
EL RETO DE ENSEÑAR
México no tiene clases presenciales para sus más de 30 millones de estudiantes de educación básica y superior desde el 23 de marzo de 2020, cuando inició la llamada Jornada Nacional de Sana Distancia por la pandemia de COVID-19.
Y aunque en Chiapas la situación es relativamente mejor que en otros lugares de México, el regreso a clases se está llevando a cabo con cuentagotas.
A pesar de que Adriana vive a unos cuantos minutos de la turística ciudad de San Cristóbal de las Casas, no cuenta con conexión en casa, y se le hace prácticamente imposible pagar los servicios básicos. «Me dedico a mi casa. Y a veces vendo chicharrones, aquí en mi pequeña tiendita», explica la mujer, que se sostuvo a duras penas durante la pandemia.
«Se nos ha hecho difícil porque yo realmente no sé nada. (…) Se me dificulta ayudar a mi hijita y a veces no hacemos toda la tarea. Hay cosas para las que necesita internet, pero como no tenemos internet en esta colonia (barrio), todo se nos dificulta», remarca la mujer en el Día Internacional de la Educación, que se conmemora este 24 de enero.
APOYO ESCOLAR
Ante su precaria situación, la ONG Melel Xojobal, que trabaja en la protección de los derechos humanos, ayuda a Adriana en las tareas escolares de su hija. Normalmente es una vez por semana, los viernes.
Y gracias a este apoyo, y al tesón de su madre, a pesar de todas estas dificultades la pequeña Yazmin es hoy bilingüe, cursa el quinto año de primaria y sueña con ser médico para así poder ayudar a las personas enfermas.
Dice que le ha costado mucho estudiar en casa porque a veces su mamá no entiende algunas tareas y no puede ayudarla, por lo que ha sido necesario pedir ayuda a otros familiares. Pero cuando ellos tampoco entienden la materia, a veces los deberes se quedan sin hacer.
La historia de Adriana no es la única en Chiapas, donde muchos padres tienen problemas serios de analfabetismo.
Por ello muchos han tenido que acudir a solicitar ayuda de algunas asociaciones civiles para sacar a sus hijos adelante, como es el caso de Melel Xojobal o de la organización Desarrollo Educativo Sueniños.
«Ofrecemos ayuda de conectividad como es tener una computadora y que puedan acceder al internet. También buscamos que tengan un acompañamiento de facilitadores y educadores que con toda energía y entusiasmo» ayudan a los niños de diferentes grados educativos, explicó Ivonne Velasco, coordinadora General de Sueñinos, quien destacó que el fin último es evitar la deserción escolar.