Previo a este descubrimiento se desconocía el aporte del fósforo y el nitrógeno procedentes este desecho animal al funcionamiento del planeta.
Madrid, 23 de enero (EFE).- Los excrementos de las aves marinas proporcionan cada año unos 591 mil toneladas de nitrógeno y 99 mil toneladas de fósforo a los suelos y océanos de todo el mundo, un aporte muy importante de nutrientes para el ciclo vital del planeta, que hasta ahora no se había tenido en cuenta.
El hallazgo, liderado por el profesor de Edafología y Química Agrícola de la Universidad de Santiago de Compostela (USC, España) Xosé Luis Otero y realizado en colaboración con científicos de la Universidad Autónoma de Baja California (México) y de la Universidad de Sao Paulo (Brasil), se publica hoy en Nature Communications.
«El nitrógeno y el fósforo son los elementos esenciales para la vida en la tierra. El primero es un componente fundamental para las proteínas y el segundo forma parte del ADN y, por eso, la productividad primaria de las aguas y los suelos depende en gran medida de la presencia de estos elementos», explicó el profesor Otero en declaraciones a EFE.
Conocer cuál es el aporte de fósforo y nitrógeno por parte de las aves marinas «servirá para comprender mejor la dinámica del ciclo geoquímico global de estos dos elementos en la Tierra», agrega el científico español.
En 2007, investigadores canadienses determinaron que las aves marinas consumen casi tanta pesca como el hombre, «y, si tenemos en cuenta que el hombre practica la sobrepesca a nivel mundial, eso significa que la presión de las aves sobre los océanos es importante».
Un año después, un nuevo estudio canadiense advertía que uno de los mayores peligros de la sobrepesca es la gran pérdida de nitrógeno global que conlleva esta actividad humana. Por tanto, «si las aves marinas pescan lo mismo que el hombre, tendrán su impacto en el ciclo del nitrógeno».
Para averiguarlo, los investigadores estudiaron 320 de las 351 especies de aves marinas que hay en el mundo. A partir de parámetros como el peso, la alimentación, o el tiempo de duración del periodo de cría, determinaron que las aves marinas excretan 591 millones de kilogramos de nitrógeno y 99 millones de kilogramos de fósforo en todo el mundo.
«Estas cifras equivalen a la cantidad de nitrógeno y fósforo que aportan todos los ríos del mundo juntos (Amazonas, Danubio, Nilo, Misisipi…) y al nitrógeno y fósforo que se pierden de las aguas marinas por la actividad pesquera», puntualiza Otero.
El paso siguiente fue analizar la distribución de las aves marinas en el mundo. Los investigadores vieron que el reparto mundial de estos pájaros es casi simétrica entre norte y el sur.
Sin embargo, aunque en el hemisferio norte hay 209 millones de aves y en el hemisferio sur, 213 millones, los científicos constataron que el 80 por ciento del nitrógeno y del fósforo se excretaba en la parte austral del planeta, «en el entorno de la Antártida».
La explicación a este desequilibrio es el tamaño de las aves, ya que la mayor parte de las que viven en el sur son pingüinos, «que pesan la mayoría varios kilos», mientras que la especie más frecuente en el hemisferio norte, los mérgulos, no supera los 200 gramos, explica Otero.
El estudio concluye, por tanto, que los excrementos de las aves marinas son una fuente importante de nutrientes, sobre todo en la Antártida y el océano Austral.
Dado que estos desechos tienen una gran relevancia ambiental, ya que cambian la composición química del suelo y del agua y afectan también a la vegetación local, «el estudio servirá para que otros investigadores analicen la movilidad de estos compuestos y el efecto sobre la productividad marina de las colonias de aves marinas».